El juego que podía entretenerla por horas en las calles de El Triunfo, junto a sus primos, se empezó a hacer también pasión mientras miraba en la tele a quienes se volvieron sus referentes. Ella, Luciana Aymar; él, Javier Mascherano, también hicieron su aporte para que además de jugar Diana Frias quisiera competir, volverse una deportista de tiempo completo.
No es extraño entonces que, ya constituida como mediocampista generosa, decidiera irse a Lincoln para hacer el Profesorado de Educación Física y a la vez llegar a Rivadavia, por invitación de Darío Eletto, para empezar a sentirse como en casa.
Fue campeona, aunque también tuvo que resignarse a parar cuando Las Valquirias no presentaron plantel de Primera División en la Liga Deportiva del Oeste. Pero volvió a lo grande, con la cinta de capitana de un equipo renovado y un subcampeonato que por poquito no fue otra historia.
-Ahora que pasó el tiempo, ¿se permiten estar satisfechas con el Nocturno que jugaron más allá del resultado de la final?
-Sí, olvidate. Siempre jugamos los partidos con el mismo objetivo, que es seguir creciendo. Dejó un sabor amargo la final. El hecho de haber perdido y que de inmediato llegara esto de la cuarentena, en algún punto nos trabó. Pero nos sirvió como un aprendizaje para seguir creciendo, que es lo que buscamos en cada entrenamiento y en cada partido.
-Tenían ganas de que el torneo empiece mañana, ¿no?
-Sí, sin dudas. Pero bueno, esperaremos a que todo esto pase y poder arrancar otra vez con todo para cumplir con todos esos objetivos que nos planteamos.
-¿Qué te pasó cuando te enteraste que en el torneo anterior al Nocturno no iban a presentar Primera División?
-Se hizo bastante difícil. Lo pude sobrellevar porque todavía estaba cursando en el Instituto, pero se me complicó. Fui un partido a ver a las chicas de la Sub-17, que hoy son mis compañeras, pero me costó porque quedé totalmente afuera del fútbol. No quería saber nada con otro equipo.
«Se hizo difícil cuando no presentamos Primera. Quedé totalmente afuera del fútbol y no quería saber nada con otro equipo»
-En la vuelta no quedó en evidencia ese parate. ¿Te mantuviste entrenando?
-Yo sí lo re sentí. Me costó la vuelta a la cancha, muchísimo. Pero a la vez considero que volví en mi mejor momento por haber encontrado un lugar en la cancha que quizás en los torneos anteriores no se me dio… O yo no estaba en mi momento. Pero a nivel físico te puedo decir que sí lo sentí mucho, sobre todo en la final.
-Y es que justo se quedan con una menos ahí en la mitad…
-No sabía de dónde sacar oxígeno para poder respirar. El medio se limitó mucho con la expulsión. Empezamos a cubrirnos entre nosotras, a gastar más energías. Si bien lo estábamos ganando, el gol de Rivadavia de Junín, que fue un golazo, nos costó bastante. Pero bueno, había que terminar el partido y no quedaba más que hacer esos esfuerzos. Pero también es algo que sirve como aprendizaje.
-¿Te quedó la sensación de que once contra once hubiera sido otra historia?
-Eso es algo que nunca se sabe. Pero sí es cierto que la pérdida de Cintia se sintió muchísimo, a nivel psicológico también. Quizás once contra once la historia era la misma, pero a nosotras saber que teníamos afuera a una jugadora importante nos pesó. No sé que hubiera pasado. Por ahí podríamos haber dado más pelea.
-De todos modos, pelea dieron hasta el final
-Sí. Si entraba la de Coty (pegó en el travesaño a minutos del final, cuando ya estaban 2-1 abajo)… No sé qué hacía.
-Sabiendo que hay juventud, hay potencial y que el cuerpo técnico tiene el deseo de poder entrar alguna vez a un torneo de AFA, ¿ilusiona la creación de esta nueva Copa Argentina?
-La verdad que ni lo pensamos todavía. Te lo digo como jugadora. No sé si Darío (Eletto) como profe ya lo habrá pensado. Sí somos conscientes de que por las edades de las jugadoras podemos pensar en cosas importantes a futuro. Imaginate que yo tengo 22 años y soy de las más grandes. La verdad que jugar con chicas que tienen 15, 16, 17 años y ver cómo defienden la camiseta te llena de orgullo.
«Jugar con chicas que tienen 15, 16, 17 años y ver cómo defienden la camiseta te llena de orgullo»
-Son futboleras en Lincoln y la zona, ¿no? Porque no es común que haya tantas pibas chicas con tantos fundamentos…
-La verdad que acá en Rivadavia tenemos la suerte de tener la escuelita, donde las nenas comienzan a muy temprana edad. Eso está buenísimo. Yo me acuerdo que cuando tenía 5 o 6 años eso no existía. Es un avance muy grande. Las nenas pasan a Sub-17 o a Primera teniendo fundamentos específicos del fútbol. Nosotras tenemos una ventaja por tener chiquitas en el club que sienten la camiseta desde el primer momento.
-¿Hay mucha identificación entre equipo y club?
-Sí, tal cual. Nosotras vamos todas juntas a ver la Primera del masculino… Rivadavia es la segunda casa de muchas de nosotras. En lo personal, el club me ayudó muchísimo. Poder devolverle un poquito con esto de ir a la cancha, de defender la camiseta, ya es un montón para mí.
-¿Les cuesta tener que ser casi siempre visitantes en Junín?
-El viaje se siente en el sentido de que pareciera que somos el clásico de todos los equipos. Yo lo vivo de esa forma. Lincoln contra tal equipo, Lincoln contra tal otro. El disfrutar de nuestra cancha es totalmente distinto. La semifinal que jugamos acá contra BAP la disfrutamos un montón todas, por estar en nuestro lugar.
-Precisamente por eso te lo digo… Les dieron un solo partido en todo el torneo y hasta pareciera que molestó
-Y bueno, es eso lo que nos pasa. Nosotras desconocemos muchas cosas de la organización de la liga, por ahí el profe sabe más. Nosotras nos organizamos sabiendo que hay chicas que trabajan, que hay que disponer de todo ese tiempo. Es todo un tema, pero el esfuerzo vale.
-¿Qué significa la compañía de Mari Costa para ustedes? ¿La siguen en su día a día con Sarmiento?
-Yo fui a ver uno de los partidos que jugaron en Junín. La seguimos todo lo que podemos. Adentro de la cancha la extrañamos un montón, como a Flor Gamarra. Las tenía al lado y después es encontrarte adentro de la cancha, que suene el silbato y no tenerlas. Los primeros partidos me costó. Más allá de eso, en el Nocturno Mari nos acompañó en todos los partidos que pudo y fue muy importante para nosotras sentir su presencia.
-A la que sí tenés de compañera, y es llamativo lo que juega a su edad, es a Coty. ¿Cómo la definís?
-Distinta. La enana es completamente distinta. Está jugando de volante y termina al lado de la arquera…
-¿Es una jugadora a la que como capitana tenés que guiar o también desde ese lado es muy decidida?
-Por ahí trato de decirle que se tenga confianza en cada una de las decisiones que tome. Tanto a ella como a todas. Después se trata de apoyarlas, porque tienen 14, 15 años. Yo cada vez que terminaban los partidos me iba sorprendida de lo que habían jugado Coty, Jenni, las dos Martinas. Te sorprenden todo el tiempo. Más allá de su edad, están preparadas para ir a jugarle al equipo que sea.
-¿Vos a qué edad arrancaste?
-Con siete u ocho años. Después conocí a Darío (Eletto), fui a los Torneos Bonaerenses. Me crucé con muchas chicas que hoy son mis compañeras, que eran más chiquitas. Siempre anduve dándole vueltas al fútbol. Fuera de eso vivía jugando con mis primos, en la calle. Así te vas haciendo.
«Siempre anduve dándole vueltas al fútbol. Vivía jugando con mis primos, en la calle. Así te vas haciendo»
-El Triunfo tiene femenino…
-Tenía. Ahora creo que empezaron a reconstruirlo. También jugué allá. Después me vine a Lincoln a estudiar, hablé con Darío al que ya conocía, y me dijo que me fuera para Rivadavia de Lincoln, que iba a armar Primera, con Mari Costa. Me fui y le tomé mucho cariño al club. Hoy no pienso irme.
-¿Y le apostás al fútbol como carrera?
-La verdad que lo pienso poco y nada. Siempre espero que la vida me sorprenda, pero no sé si me veo haciendo la carrera de futbolista. Me aferré mucho a la carrera mientras estaba estudiando y una vez recibida siempre proyectando cosas nuevas.
-Te lo cambio… Supongamos que viene Argentinos Juniors, que hoy está en la B y por ende no hay plata. Pero vos sabés que hay una estructura importante atrás y te quieren llevar. ¿El hecho de que no haya nada garantizado influye en tu decisión?
-Mirá, soy de pensar en cosas nuevas y, como dije, en que la vida me sorprenda. Soy de jugármela bastante. En ese sentido no tengo problemas. Y si viene Argentinos Juniors o el que sea y me agarra con ganas de irme, puedo llegar a dejar mi trabajo con tal de probar. Pero me tiene que agarrar con esas ganas. La incertidumbre no existe.
ENTRE LA MAGA Y EL JEFECITO
-En tus redes hay dos figuras recurrentes… ¿Por qué Luciana Aymar y Mascherano?
-Son mis dos referentes en el deporte. Una de las principales características que une a esos dos cracks es el amor por la camiseta y la garra que le ponían en cada partido. Son mis ídolos.
-¿El hockey también te gustó siempre?
-Me encanta mirar hockey. Sigo mucho a Las Leonas. Me fascina. Me gusta más mirar hockey que fútbol, pero por la garra que le pone la Selección. Después, Luciana Aymar es la mejor del mundo y por eso mi admiración. No va a haber otra igual a ella. Te cuento un anécdota: me han dado muchísimos libros para leer en el colegio y me costaba horrores. Me regalaron el de Lucha Aymar y lo leí en dos o tres días.
-Entiendo la coincidencia entre Lucha y Mascherano, pero, siempre hablando de deportistas de élite, una es lírica y el otro más rústico… ¿Vos de qué lado te ponés?
-Para el lado de Luciana Aymar. La tengo allá arriba. Amo la magia que tiene. No puedo creer que se haya retirado. Pero después entendés su deseo de empezar a vivir la vida de otra manera, de cumplir sueños que no tenían que ver con lo deportivo…
UN MENSAJE DE CIERRE
-Quiero pedirle por favor a toda la gente que si puede se quede en su casa, que colaboremos. Y quiero agradecer a todo el personal de salud por el trabajo y la dedicación que le están metiendo, que es increíble. Nos vamos a ver pronto en una cancha.
Por Juani Portiglia
