Escribe: Lic. Santiago Aguiar
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) publicó recientemente el informe “Mercado de cambios, deuda y formación de activos externos (2015/2019)”. Allí se intenta abordar la cronología de la fuga de capitales en Argentina durante la gestión de Mauricio Macri al frente del Poder Ejecutivo Nacional. En efecto, durante el período analizado la formación de activos externos de los residentes (FAE o más conocida como “fuga de capitales) superó los USD 86.000 millones. Este comportamiento, a la claras actuó como un fuerte limitante al desarrollo de un país que ha necesitado sistemáticamente de dólares para cerrar su brecha externa. Es decir, la fuga tuvo su impacto más visible en las principales variables macroeconómicas y sociales de nuestro país (inversión, desempleo, pobreza, etc).
En diciembre de 2015 el gobierno recién asumido puso en marcha un conjunto de políticas cambiarias y monetarias tendientes a la liberalización y desregulación absoluta del mercado de capitales, sumado a un proceso de endeudamiento sin precedentes. De esta manera entre enero de 2016 y abril de 2018 ingresaron al país cerca de USD 100.000 millones principalmente en concepto de endeudamiento del Sector Público Nacional (8 de cada 10 dólares), pero también de las provincias y empresas privadas, sumado a capitales especulativos atraídos por las exuberantes tasas de interés que garantizaban rentabilidades extraordinarias mediante el mecanismo “carry trade”.
Como contracara al ingreso de estos fondos, entre fines de 2015 y abril de 2018, se fugaron USD 41.100 millones, mientras que la tan mentada “lluvia de inversiones” no pudo alcanzar ni siquiera el 5% de los capitales ingresados.
A principios de 2018, la reversión del flujo de capitales internacionales y el cierre casi total de los mercados voluntarios de deuda para la Argentina evidenciaron la debilidad del modelo macroeconómico. Así es como en las puertas de un eventual default, el gobierno de Mauricio Macri recurre al FMI y logra un acuerdo record del que se llegaron a desembolsar efectivamente USD 44.500 millones hasta octubre de 2019. Estos dólares y buena parte de las reservas internacionales del BCRA sirvieron para financiar la salida de USD 45.100 millones. Cifra que hubiera sido aún mayor de no haberse establecido controles de capital (cepo cambiario) hacia finales del año 2018.
El modelo macroeconómico llevado adelante por Mauricio Macri tuvo perdedores y ganadores. Por un lado se puede citar el brutal proceso de endeudamiento que llevó el ratio Deuda/PBI desde niveles del 52% en 2015 al 90% en 2019 (con el agravante de que la deuda en moneda extranjera trepó al 70% del PBI), la inflación del 300% en cuatro años, una pobreza del 35% y niveles de desempleo de 2 dígitos. Por el otro, un grupo pequeño concentrado de beneficiarios de un modelo que les garantizó grandes retornos financieros. Así es como apenas el 1% de las empresas explica las tres cuartas partes de la formación de activos externos realizada por personas jurídicas. De igual forma, tan sólo el 1% de las personas humanas, son responsables del 22% de la fuga de capitales realizada por los individuos.
El proceso que iniciado en diciembre de 2015 incluyó un ciclo de endeudamiento record que terminó en una crisis de balance de pagos, con la consecuente devaluación del peso y la aceleración inflacionaria que se tradujeron en recesión económica y desempleo. Factores que limitan y condicionan hoy en día cualquier intento de desarrollo y cercenan los grados de libertad de política económica. Las heridas del modelo neoliberal de Mauricio Macri tardarán en sanar, pero sin dudas han servido para unir a los argentinos en virtud del bien de todos.
Dólares en fuga
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