Por el Lic. Santiago Aguiar. Ex Concejal. Referente económico del Frente Renovador
En el día de ayer el Banco Central de la República Argentina (BCRA) publicó el Balance Cambiario 2017. Allí quedó en evidencia nuevamente como el modelo económico impulsado por la gestión Cambiemos sigue eligiendo como gran ganador al sector financiero, dándole la espalda al sector productivo nacional.
De esta manera del informe del BCRA se desprenden datos muy significativos, a pesar de las inigualables tasas de LEBACs que pagó la autoridad monetaria durante casi todo el año, los argentinos compraron más de U$S 22.000 millones para atesoramiento (es decir, fuga de capitales/ dólares colchón), el dato más abultado de los últimos 9 años. También se consolidó la salida de dólares por turismo en unos U$S 10.600 millones y como datos de color, la industria automotriz tuvo un déficit cambiario de U$S 8.400 millones producto de la compra de autos importados
En la cuenta de ingresos de divisas las disparidades también son evidentes, mientras que en concepto de inversión extranjera directa se sumaron solo U$S 2.500 millones durante todo el año pasado, para la colocación en instrumentos de cartera (especulación financiera como LEBACs) los ingresos llegaron a los U$S 10.000, es decir, cuatro veces lo ingresado al circuito productivo local.
Claro que el correlato de la situación cambiaria se traduce en la economía real. Entre 2016 y 2017 la inflación acumulada en la Argentina fue de 75%, por un aumento general de precios de 40,3% en promedio en 2016 (según el Índice Congreso) y de 24,8% en 2017 (según el IPC Nacional del INDEC). La divisa de EEUU se encareció 44,7%, desde los $13,01 del 31 de diciembre de 2015 a los $18,83 del 29 de diciembre de 2017, según el tipo de cambio de referencia del BCRA. Es decir, el dólar perdió 30 puntos porcentuales contra la inflación en los primeros dos años de la gestión Cambiemos, profundizando el proceso de apreciación real de nuestra moneda que afecta directamente la competitividad externa de nuestro país (Tipo de cambio real multilateral, TCRM).
En otras palabras, la fuerte devaluación sumado al proceso inflacionario que nunca fue alcanzado por los acuerdos salariales, solo tuvo como resultado un deterioro en el poder adquisitivo de las familias y un fuerte impacto en la dinámica de la actividad económica (salvo el sector de cereales y oleaginosas), sin lograr mejorar la competitividad del sector de los bienes transables como generador genuino de dólares.
Ante esta realidad el gobierno plantea sus metas para 2018. Poder llevarlas a cabo dependerá de poder convencer a la sociedad de que son metas cumplibles y a un mercado cargado de escepticismo sobre las estimaciones oficiales. En definitiva no olvidemos que el 2017 cerró con un nivel de inflación casi un 50% por encima del techo que había plateado el gobierno a comienzos de ese año.