El equipo especializado, conformado por trabajadoras sociales y psicólogos, ofrece atención de lunes a viernes, de 8 a 14, en Gandini 92.
Desde la Dirección de Prevención y Asistencia en Violencia Familiar y/o Doméstica perteneciente a la Secretaría de Desarrollo Social y Educación del Gobierno de Junín se aborda la problemática desde una intervención psicosocial, cuyo equipo de trabajo está conformado por cuatro trabajadoras sociales, una psicóloga y un psicólogo para aquellos casos que están judicializados (mediante denuncia) o no necesariamente, sino por concurrencia al área de manera espontánea. Se trabaja en red de manera intra e inter institucional.
La atención es de lunes a viernes, de 8 a 14, en Gandini 92. También se pueden comunicar al teléfono 236 4 631612 int. 126 o al e-mail: violenciafamiliar@junin.gob.ar
Las personas sometidas a situaciones crónicas de violencia en su hogar comienzan a presentar una debilitación gradual de sus defensas físicas y psicológicas. Esto se traduce en un incremento de los problemas de salud en general (enfermedades psicosomáticas, trastornos psiquiátricos, alteraciones cardíacas, problemas ginecológicos, gastrointestinales, dermatológicos, respiratorios, etc.).
Los niños incorporan en el hogar violento un modelo de relación agresiva. Este es tomado como ejemplo y les queda grabado a fuego, a tal punto que casi inmediatamente comienzan a reproducir con sus hermanos, amigos y compañeros una relación similar. En un alto porcentaje llevarán dicho modelo a sus futuras relaciones de noviazgo, matrimoniales o de paternidad, perpetuando el problema y siguiendo con una cadena generacional de maltrato.
La mujer maltratada se percibe a si misma sin posibilidad de salir de la situación en la que se encuentra. Tiene una idea hipertrofiada acerca del poder de su marido. El mundo se le presenta como hostil y ella cree que nunca podrá valerse por si misma. Muchas veces puede llegar a dudar de sus propias creencias y percepciones. La violencia se da por ciclos, la interacción varía desde períodos de calma y afecto hasta situaciones de violencia que pueden llegar a poner en riesgo la vida. El vínculo que se va construyendo en dependiente y posesivo, con una fuerte asimetría. Los primeros síntomas se pueden percibir durante el noviazgo.
Los hombres que ejercen violencia en su hogar suelen haber sido niños maltratados, o al menos, testigos de la violencia de su padre hacia su madre. Las mujeres maltratadas también tiene historias de maltrato en la infancia.
La violencia en la familia de origen ha servido de modelo de resolución de conflictos interpersonales y ha ejercido el efecto de normalización de la violencia; la recurrencia de tales conductas, percibida a lo largo de la vida, la ha convertido en algo corriente, a tal punto que muchas mujeres no son consientes del maltrato que sufren y muchos hombres no comprenden cuando se les señala que sus conductas ocasionan daño.
Se trata de un cambio de actitudes, de ejemplos, de prédica, de estímulos, de mentalidad, de educación, para lo cual es necesario tomar conciencia, sensibilidad y un esfuerzo personal en descontaminarse de mitos, prejuicios, estereotipos y sobre todo de la tortuosa ideología del poder por el poder mismo.
El fenómeno del maltrato surge de una compleja trama de factores y circunstancias sociales y personales. Lo que sucede en el núcleo familiar son los síntomas de un sistema social, histórico y cultural en crisis; por ello la violencia intrafamiliar configura uno de los mayores problemas sociopolíticos de la actualidad.