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PALEONTOLOGIA

El Salado, un río que fundó un museo paleontológico en Junín

El Museo Municipal Paleontológico (Mumpa) de Junín, ubicado en el parque natural Laguna de Gómez, que nació a partir de las piezas fósiles que el río Salado sacó a la luz y estaban en su lecho y márgenes.

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En la ciudad  de Junín hay un museo muy especial que fue fundado por el río Salado, que nace en la provincia de Santa Fe y que en su recorrido por la provincia de Buenos Aires, a la altura de ese distrito, se olvidó que era un curso de agua y fundó un museo paleontológico que hoy contiene más de mil piezas sobre la megafauna que habitó el lugar hace más de 10.000 años y que el río ayudó a encontrar.

Se trata del Museo Municipal Paleontológico (Mumpa) de Junín, ubicado en el parque natural Laguna de Gómez, que nació a partir de las piezas fósiles que el río Salado sacó a la luz y estaban en su lecho y márgenes.

A lo largo de la historia, los ríos han jugado un papel clave en el desarrollo de los pueblos y en el comercio entre ciudades, pero el río Salado, con más de 2.000 kilómetros de largo, es el único que generó la creación de un museo paleontológico.

«El río Salado es una máquina del tiempo que nos muestra cómo era nuestra ciudad hace miles de años atrás y los animales que la habitaban», expresó entusiasta a este medio el coordinador del Mumpa, José María Marchetto.

Detalló que «en el trayecto que pasa por nuestra ciudad, entre laguna de Gómez y hasta el puente peatonal de Lartigau, en todo ese tramo se han descubierto restos fósiles. Toda la colección del Mumpa, salvo unas pocas excepciones, son restos que se han descubierto, que se han rescatado en el río Salado, en ese tramo».

«De hecho sabemos que el río, con otro caudal y otro cauce, coexistió con la megafauna local y es por este motivo que hoy encontramos tantos restos fósiles, porque los animales realizan su vida cerca de una fuente de agua. Eso permitió que el río Salado, el tramo que atraviesa nuestra ciudad, sea un yacimiento paleontológico tan rico que en los últimos 20 años ha dado una gran cantidad de restos fósiles, muchos de ellos de gran importancia científica, que han sido parte o son parte de estudios científicos», precisó.

Los primeros hallazgos de restos fósiles documentados en Junín, ocurrieron a principios del siglo XX pero el «boom de hallazgos» se dio a partir delas obras de canalización del Plan Maestro de la Cuenca del Salado y las inundaciones del 2016 y 2017 que removieron restos que la bajante y la sequía del año siguiente dejaron expuestos.

A principios de 2018, vecinos que se bañaban o pescaban en el río de pronto hallaron a su paso restos de maxilares, colmillos, fémures, cráneos y gran variedad de restos fósiles de la megafauna, (mamíferos que al alcanzar la adultez tenían una masa de una tonelada o la superaban), que vivió hace más de 10.000 años en ese lugar.

Eran partes óseas mineralizadas de la megafauna que habitó esa región bonaerense y otros animales que coexistieron con la misma, como gliptodontes, tigres «dientes de sable»; Notiomastodon (elefante de las pampas); macrauchenias, perezosos gigantes como el megaterio, Equus neogeus, emparentado con el caballo actual y muy similar al mismo, Toxodon, morfológicamente similar a un hipopótamo o rinoceronte, pero sin parentesco con estos últimos, entre muchos otros.

«Todos esos fósiles nos brindan como una suerte de foto, como una instantánea de hace miles de años atrás, de un momento específico que atravesaba esa pieza, entonces hay que saber interpretar esa información», destacó Marchetto.

Precisó que «si bien todavía falta terminar la clasificación, estimamos que hay en el Mumpa arriba de mil piezas fósiles».

Destacó que «la Macrauchenia es el emblema del Museo, a mí me gusta decirle quimera sudamericana, porque realmente presenta una morfología extraña, con tres dedos por pata y una trompa similar a la de los actuales tapires».

«El Museo también tiene la particularidad de tener una identidad muy fuerte en la población a la que se logró concientizar para que esté alerta en descubrir y alertar enseguida sobre la presencia de estos restos fósiles. Trabajamos con la comunidad en concientizar sobre el valor cultural, el valor científico que tienen los fósiles de nuestra ciudad, el por qué hay que resguardarlos, que es un bien común que va a pasar de generación en generación y que tenemos que protegerlo en pos de las generaciones actuales y las venideras», explicó.

Precisó que la Ley 25.743 de Protección del Patrimonio, establece, entre otras cosas, que los restos fósiles «deben ser rescatados por aquellos que tienen los permisos para poder hacerlo, que los fósiles no se compran ni se venden, (no tienen valor económico), que los fósiles tienen que estar en un museo, para que estén resguardados y todo el mundo pueda verlos o estudiarlos».

«Se explicó a la comunidad que antes de sacar el fósil se deben tomar datos que son muy relevantes, científicamente hablando, como por ejemplo las coordenadas del lugar donde está el resto fósil, en qué capa de suelo se encuentra, porque esa capa nos va a dar una antigüedad relativa de la pieza y por ende nos va a dar información también de cómo era el ambiente cuando ese animal estaba con vida, entre otros datos. Por eso es muy importante que cuando una persona vea un fósil, en lo posible, no lo toque y dé aviso al museo, para que este último de aviso a los responsables de hacer los rescates», remarcó.

Marchetto remarcó que «hay que seguir desenmarañando el tejido de la prehistoria de nuestra ciudad y seguir aprendiendo e informándonos para ir sumándole páginas al libro de la historia prehistórica de Junín, para que el día de mañana las páginas las sigan completando futuras generaciones y esperando que esta historia no se pierda y se mantenga en el tiempo».

 

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