Alejado emocionalmente de los resultados de las PASO y a días de una elección que definirá el próximo intendente o intendenta de Junín, es preciso hacer público una reflexión acerca de lo que viene, como vecino involucrado en la vida sociopolítica de la ciudad.
Quienes vivimos en esta hermosa ciudad, pareciera que tenemos obsesión con la conformidad, con lo establecido, con el miedo al cambio. Aún cuando escuchamos en reuniones, en el trabajo o en el super, críticas sobre problemáticas con las que convivimos. Algunas exageradas o personalizadas, pero una gran cantidad, con fundamentos atendibles y muy visibles.
¿Es Junín una ciudad abandonada o fea para vivir? De ninguna manera. Recorrer ciudades vecinas, da cuenta que nuestra ciudad está bastante bien y que, además de las autoridades, los vecinos tienden a vivir en un lugar amigable, limpio, con posibilidades de crecer, trabajar y mejorar. La pregunta que debemos hacernos es si nuestra ciudad podría estar mejor, y desde mi punto de vista, analizando partidas presupuestarias, inversiones, obras y planificación, la respuesta es que si, que Junín podría estar mucho mejor.
¿Se trata entonces de interpretar de manera reduccionista que el Intendente Pablo Petrecca tiene una mala gestión? De ninguna manera. El intendente ha tenido y tiene aciertos y errores como puede tener cualquier dirigente político. La otra pregunta que sobrevuela en tiempos electorales es: ¿La candidata Valeria Arata sería una mala intendenta de Junín? Mi respuesta es no. Pero podríamos tener mejores opciones. Sin dudas.
Cualquiera podría sintetizar mi opinión y tratar de preguntarme a mi ¿Vos serías mejor? Y la respuesta no es tan básica. Pretender mejores opciones para que se gestione más eficientemente, demanda un análisis de mayor complejidad y de interiorizarse en temas técnicos y presupuestarios que no son el motivo de esta opinión. “El conformismo es el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento” dijo John Kennedy. Y allí es donde apunta mi intento por interpelarme e interpelarnos como sociedad. Atrevernos a pensar que se puede cambiar y buscar alternativas que puedan mejorar lo que ya está.
No hablo de la coyuntura electoral nacional que es compleja, con incertidumbres y cargada de angustia para muchos. Me quiero enfocar en Junín ( como siempre hice ), en nuestro patio, tratando de cuestionar una serie de problemas que, abordados desde otra perspectiva, tendrían solución. Pero despojados del conformismo que pareciera invadirnos como habitantes de una ciudad que se promociona como un lugar de oportunidades y que tiene limitaciones para llevar adelante tan pretenciosa frase hecha. Y para no generar susceptibilidades, tampoco creo que haga falta alguien que lo cambie todo. Porque todo no está mal.
Es obvio que, a la hora de las preferencias, no he sido visibilizado como una opción por la ciudadanía. Una serie de particularidades puntuales de orden provincial y nacional terminaron desvirtuando las opciones de la gente que fue a votar en el orden local.
No será necesario que haga público mi intención a la hora de ejercer el derecho de votar. Creo que la democracia es vital para poder desarrollarnos en una sociedad que puede elegir con libertad a sus autoridades, incluso cuando repudio los aparatos, las grandes cifras de dinero que se invierten en publicidad, encuestas, agencias de marketing, acuerdos tramposos, asesores y cargos que se reparten como figuritas.
Pero retumban en mi cabeza las palabras de esa frase de Kennedy, que tan bien define el daño que causa la conformidad. Quizá mi principal valor sea la convicción de atreverse y tratar de cambiar las cosas aun sabiendo lo difícil de emprender una pelea sin recursos, pero con autodeterminación y sobre todo coherencia.