Empezó con el UPD y ya le siguen el UDS, UVI, USS y esta modalidad de festejo de los adolescentes se transformó en preocupación para padres, docentes e inclusive autoridades municipales y de seguridad que deben implementar operativos especiales.
El Último Primer Día ya no es un evento aislado
La semana próxima llega el UPD –Último Primer Día- un ritual instalado en el que los estudiantes que finalizan en este 2025 su etapa secundaria, “festejan” desde la madrugada previa al día de inicio, hasta el horario de ingreso a sus respectivos establecimientos educativos.
En ese marco, la preocupación para autoridades y padres, son los excesos.
Y como si no hubiera sido suficiente el UPD, se fueron agregando el UDS –último día de Sexto-, la USS –la Última Semana Santa- y las UVV –Últimas Vacaciones de Invierno.
Mientras tanto, autoridades educativas insisten en que esas fechas se transforman en un enorme problema.
Desde AIEPA,- la Asociación de Institutos de Enseñanza Privados de la Argentina- alertan por la pérdida de tiempo académico, los excesos y el consumo de alcohol sin control.
“Lo que empezó como una celebración previa al inicio de clases, con una noche de fiesta y sin sueño, ahora derivó en una cadena de eventos similares a lo largo del año”, en el que los estudiantes encuentran cualquier ocasión para extender los festejos, generando preocupación creciente”.
No es lo único
Ya no es un evento aislado
A esto se suman otras tradiciones instaladas en la secundaria: la elección de buzos y remeras de egresados, el Día del Estudiante, la despedida de quinto a sexto y la organización del viaje de egresados. Con tantas actividades extra programáticas, el tiempo de estudio se reduce drásticamente. “Sexto parece un año festivo, en vez de ser una etapa para consolidar conocimientos”, advirtió Martín Zurita, secretario ejecutivo de AIEPA.
La preocupación no es solo por la pérdida de tiempo académico, sino también por los excesos. En muchos casos, los estudiantes consumen alcohol sin control durante los festejos. Algunos padres incluso los avalan, sin establecer límites claros. “Cada vez son más los institutos que buscan involucrar a los padres para que tomen conciencia de los riesgos”, aseguró Zurita.
Las escuelas públicas y privadas ya no intentan prohibir el UPD, sino que buscan mitigar riesgos. Algunas estrategias incluyen recibir a los alumnos con desayuno, pedir que ingresen con sus padres y mantener contacto con servicios de emergencias en caso de incidentes.
Lo que sorprende a las autoridades es que la costumbre también se expandió a otros niveles educativos. En algunas escuelas primarias y hasta en jardines de infantes, se replican rituales similares, aunque sin los excesos de la secundaria. En ciertos colegios, los chicos de sexto grado y sala de 5 también tienen su «último día» con espuma, papelitos, bombos y banderas. En muchos casos, son los propios padres quienes impulsan la idea.
El fenómeno del UPD ya no es un evento aislado, sino una tradición que sigue creciendo y transformando el calendario escolar