El Zombi que supimos revivir

LocalesPolíticaProvincialesRegionales

Por José Bruzzone, concejal Unidad Ciudadana.- El plan falló. Podía fallar, y falló. Tenía que fallar, y falló. Y tenía que fallar porque está construído sobre las mismas estructuras que lo hicieron estallar en 2001.

Hay que referirse a esto por última vez. Hay que discutir con sus publicistas por última vez.

No existe la posibilidad de desarrollo de un país sobre la base de la valorización financiera. La plata no produce riqueza. La timba financiera puede producir ganancias, pero no produce más bienes y servicios para la exportación o para el consumo interno. Todo lo que se apropian los actores que invierten en proyectos no productivos, lo pierde el resto de la sociedad.

Las acciones y las bolsas de valores nacieron para canalizar hacia la producción el ahorro de los ciudadanos. También los bancos. Pero hace décadas que se volvieron autónomos y fabrican plata sin depender de la economía real. Es una de las razones por las que las crisis son cada vez más frecuentes. ¡Frankestein está desnudo (y es horrible)!

Claro que estos proyectos de especulación y de valorización financiera nunca se presentan con su propia cara. Sus condiciones de posibilidad necesitan unas (des)regulaciones tales que resultan inadmisibles para cualquier capitalismo productivo. Y por eso mismo, necesitan convencer previamente a la mayoría de que hay un Paraíso que no estamos viendo por empeñarnos maniáticamente en laburar. El brillo de esa promesa del Paraíso a alcanzar con las reformas neoliberales, es simétrico al desprecio por el trabajo humano con que nos impregnan.

El caso argentino es tristemente paradigmático. Instaurado mediante la dictadura sangrienta en 1976, reinó durante veinticinco años que le bastaron para desarmar prácticamente todo el entramado productivo del país. Se «reconvirtió» adaptándose a todos los tiempos. Albergó a la patria contratista, a la patria privatizadora, a la timba financiera… Endeudar al país y fugar dólares del sistema como práctica irrenunciable.

El deterioro de la balanza comercial (por aumento de las importaciones y baja de las exportaciones) se presentaba como un «detalle a corregir», violando las lógicas más básicas a las que ellos recurren cuando engañan a la gente con metáforas de economía familiar para justificar medidas suicidas en política económica.

El endeudamiento externo para suturar esa sangría se presentaba como la respuesta momentánea. Pero cuando más crecían las importaciones, más se caían nuestras fábricas y más se caía la recaudación del Estado. Entonces el déficit… esa letanía con que se castigaba al Pueblo mientras se transferían miles de millones a los fugadores de divisas.

Contra la protesta, represión. Contra el déficit, más endeudamiento. Un sistema que parecía infinito si no fuera por el detalle de que en algún momento se corta el chorro. Y cuando el financiamiento externo está por cortarse, los que primero se enteran son los grandes grupos económicos especializados en fuga. Es entonces cuando, súbitamente, deciden que el Estado tal vez no sea tan confiable, que tal vez haya que ponerse a resguardo contra esos bonos que huelen feo.

Esta semana la sociedad argentina sufrió un nuevo saqueo. El BCRA salió a rifar cuatro mil millones de dólares que no alcanzan a contener la corrida. Esta semana todos sufrimos el azote del zombi, un modelo al que habíamos enterrado «definitivamente» en 2001, y al que revivimos para alcanzar el nuevo paraíso amarillo.

Hoy, los fugadores se están fugando. Ya avisaron. Si no es hoy, será en unos meses. El final es el mismo que ya vivimos, no lo cambiaron. Por eso empecé diciendo que era necesario hablar de esto «por última vez». Porque dedicar recursos mentales a seguir discutiendo con los neoliberales es una irresponsabilidad. La Hora requiere que nos dediquemos a pensar qué hacer cuando esto estalle.

En 2003, una anomalía permitió la reconstrucción de la economía y del país y de la comunidad… Pero fue una opción electoral que perdió frente a propuestas dolarizadoras que resultaron más elegidas. Nada nos garantiza hoy que no sean los propios fugadores los que recojan los pedazos del estallido. De nosotros depende.

 

Seguir Leyendo:
Locales‎ ‎ |‎ ‎‎ ‎Política‎ ‎ |‎ ‎‎ ‎Provinciales‎ ‎ |‎ ‎‎ ‎Regionales
LO MÁS DESTACADO
keyboard_arrow_up