En diálogo con Junin24, el joven de 23 años que recibió la madrugada del sábado una brutal golpiza, propinada por al menos tres sujetos que ni siquiera conoce, relató la locura que le tocó vivir y las consecuencias que siente en todo su cuerpo a pesar de estar medicado con calmantes.
“Ellos me golpeaban y yo trataba de no caerme mientras me tapaba la cara”
En su relato comenzó señalando que esa madrugada él estaba dentro de la confitería Madocs cuando una persona que “ni conozco, me empezó a golpear muy fuerte. Fue cuando vinieron los patovicas y nos sacaron a la calle”.
Ahí no sólo el desconocido siguió golpeándolo, sino que además se sumaron otros “creo que eran tres más para agredirme de manera salvaje”.
Mientras el ataque se producía, “los patovicas se quedaron mirando cómo, entre tres o cuatro me seguían pegando. Yo no pegué ni una piña, sólo trataba de taparme la cara y de no caerme aunque ellos me querían tumbar. Trataba de disparar y no podía… apenas escuchaba que alguien gritaba que suelten a ese chico”.
En medio de semejante violencia, “apareció alguien que me rescató y salí corriendo. Cuando llegué a la esquina había un policía que fue el que llamó a la ambulancia y también agarró a uno de los que me habían estado agrediendo”, recuerda Luis.
“Yo sólo sé que estaba peleando por mi vida porque me estaban dando golpes que eran letales. Me podrían haber matado”.
Luis insiste en recalcar que no conoce a los atacantes, tampoco entiende por qué.
Cerca de las 5:30 de la madrugada, en una ambulancia del SAME lo trasladaron al Hospital Piñeyro. Ya tenía el rostro desfigurado y según información recogida por Junin24, presentaba traumatismo de cráneo y de tórax.
Luis cuenta que tiene una fractura en el tabique nasal, además.
A esta hora, ya hay una denuncia radicada en dependencia policial y “mi mamá va a ir mañana a la fiscalía porque la causa dice lesiones cuando a mí me querían matar”.
“No fue una pelea”, acotó Luis, y “ahora necesito ayuda”.
Cabe destacar que la agresión sufrida por el joven de 23 años debería haber quedado registrada tanto por cámaras de seguridad públicas como privadas, ya sea por lo ocurrido en la calle como en el interior del boliche.
Las lesiones más que visibles que quedaron en su rostro muestran por sí solas el nivel de violencia del que fue objeto y que, gracias a Dios, no terminó peor.
Será tiempo ahora de que la justicia investigue y se dé con todos los responsables.