La noche del martes, en Laprida al 1300, entre Cichero y Dulbecco, – Barrio Norte-, autores desconocidos robaron una moto Keller negra que se encontraba estacionada en la vía pública. Fue en apenas quince minutos, tiempo que demoró su propietaria entre la llegada a la vivienda de una persona allegada y el momento en el que iba a retirar y descubrió el ilícito.
La denuncia fue radicada en sede policial y como ocurre cada con vez más frecuencia, las víctimas publican las fotografías en redes sociales, buscando información o al menos que si intentan venderlas, sepan que son producto de un ilícito. Lo que no se hubiera imaginado la víctima del robo es que la iban a llamar al teléfono publicado, no para aportar información sino para señalarle que se la habían vendido, “que solo quería lo que había pagado. Me pedía la dirección, 25.000 pesos y que no quería saber nada con la policía”.
La respuesta no se hizo esperar, “le dije que no tenía un centavo. No le di la dirección y me cortó”.
Ya no llama la atención la impunidad con la que se manejan los delincuentes, ni tampoco la cantidad de robos que se registran a diario. Mientras tanto, las víctimas, muchas veces en su desesperación por recuperar lo perdido, caen en la estafa. Que no fue este caso.