Entregaron volantes por Facundo Jones Hualas

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Un grupo de cinco personas realizó un acto de reclamo de la comunidad mapuche en el cruce de las rutas 7 y 65 por la liberación de Facundo Jones Hualas, líder del grupo mapuche RAM ue opera en la Patagonia. Los mismos entregaron volantes a los automovilistas pero no efectuaron corte de ruta.

QUIEN ES FACUNDO JONES HUALAS PRESO HACE MAS DE UN AÑO

El lonko Facundo Jones Huala lleva trece meses en prisión. Los transcurre casi en solitario, con pocas visitas, apartado del que fue su núcleo de confianza, bebiendo infusiones especiales de plantas medicinales mapuches y leyendo historia y escuchando trash metal, una variante del heavy.

El 27 de junio de 2017 el lonko fue detenido en un control policial cerca de El Bolsón y trasladado a la Unidad 14 de Esquel. Sobre su persona pendía una solicitud de extradición de la Justicia de Chile, que ahora fue concedida pero tiene una instancia más en la Corte Suprema antes de resolverse.

Cuentan quienes lo conocen que el lonko pasó de la furia inicial por un nuevo encierro –el juez federal Guido Otranto lo había liberado el 1 de septiembre de 2016–, a la depresión pasando por un mudo hastío. A fines de 2017, el referente estaba convencido de que sería extraditado y que ya nada podría hacer al respecto. Sus abogados eran –y son– pesimistas. Apuntan que poco a poco ha ido recuperando el temple. Pero todavía deja fluir sus días sin moverse del interior de su celda que comparte con otros cuatro detenidos por delitos diversos.

Se niega a caminar por el patio. A mostrarse privado de su libertad considerándose una autoridad ancestral. La Unidad 14 de Esquel tiene un espacio al aire libre para que los detenidos hagan deporte y jueguen al fútbol. Rara vez se lo ve “dar la vuelta” por ahí. Su piel se observa pálida y perdió peso, producto del estrés y una huelga de hambre que duró un mes.

El lonko consume diariamente infusiones de plantas medicinales mapuches llamadas “fuertes” que considera vitales para mantener su equilibrio físico y mental. Entre ellas el Chakay y el Küla que se usa en los rituales.

La mayor parte de su tiempo se dedica a leer libros de historia universal y latinoamericana. Textos sobre la conquista en Sudamérica, la industrialización y el comunismo. Aunque, en general, sus preferencias son eclécticas. El lonko puede escuchar en sus auriculares música de la banda de trash metal norteamericana Slayer al tiempo que repasa los Diarios del Che o textos que recuerdan las gestas indígenas en la Argentina precolonial. También escucha radio. En particular, el programa de Marcelo Longobardi en Mitre. «Es un gorila, pero me encanta», ha llegado a confesar.

Sus amigos lo definen como una esponja. Su vestimenta es un reflejo de lo que consume culturalmente. Debajo de su poncho suele llevar puesta una remera negra con el logo de algún grupo de rock pesado.

En el seno de su familia, Jones Huala siempre cargó una invisible corona de espinas. Fue el único “llamado” de sus hermanos para convertirse en lonko. La máxima autoridad política de una comunidad mapuche. Según él mismo ha relatado, siendo un niño soportó una dura enfermedad que encarnaba en sí misma una revelación. La «machi» que lo curó dictaminó que sólo podría sanarse si se convertía en lonko. Así fue. Hasta en esto fue distinto el creador de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM).

Esta suerte de “brote psicótico” temporal –como lo llaman algunos especialistas en historia– se manifiesta por regla entre las niñas mapuches cuando “sienten” la convocatoria de los dioses para transformarse en «machis» al crecer.

Pero antes, Jones Huala creció como un adolescente humilde Alto de Bariloche y asistió al secundario. En las aulas manifestó una fuerte vocación por reivindicar sus raíces frente a la educación del Estado. Participó de numerosos movimientos juveniles de los que terminó decepcionado. Aun joven, se comenta, entendió que el diálogo político no era el camino para su pueblo.

La familia de su madre –Isabel Huala– ha vivido tradicionalmente en la zona más humilde de la ciudad. En la actualidad mantienen ocupados terrenos del Ejército Argentino en Colonia Suiza, a 16 kilómetros de Bariloche. Entre los barrios trabajadores de Islas Malvinas, 2 de Abril y Nahuel Hue se formó el futuro lonko. Son núcleos poblacionales golpeados por la delincuencia y el narcotráfico.

En este escenario, Jones Huala aprendió a repudiar las drogas y en especial el alcohol al que culpa por muchos de los dolores de su gente. Los miembros del RAM tienen prohibido el consumo de cualquier estupefaciente o bebida. Para el lonko, el compromiso mapuche debe ser monacal.

Su padre, Ramón Eloy Jones, quien pocas veces es mencionado por él, conserva su rama familiar en la zona que va entre El Bolsón y Esquel. Muchos tíos y primos de Jones Huala nacieron en el área rural de Cushamen. Este es uno de los motivos por los que decidió ocupar las 1.200 hectáreas del grupo Benetton donde murió Santiago Maldonado.

En la cárcel, el lonko es visto por los guardias penitenciarios y los propios compañeros de encierro con una mezcla de temor, respeto y exotismo. El lonko representa una combinación cultural que excede con mucho las posibilidades ideológicas de una cárcel. Pero “allá afuera tiene banca” –relatan– y eso lo entienden todos.

Un grupo de unos 10 jóvenes mapuches fanáticos son su guardia pretoriana y si algo le pasa no dudarían en “morir por él”. Jones Huala, les hizo conocer personajes de la historia “winka” y mapuche que murieron por sus camaradas. Un ejemplo que cree merece ser repetido si se dan las circunstancias.

Durante su primer encierro en 2016, unos 20 militantes mapuches y amigos “blancos” se quedaban todas las noches haciéndole el “aguante” al lonko afuera del edificio penitenciario. Las visitas de figuras políticas y de organizaciones sociales no paraban de firmar el libro de ingreso. “Alguien” pagaba las pizzas y hamburguesas con que alimentaban al grupo, cuenta a Clarín un vecino.

Pero su actualidad es muy distinta. Las pocas personas que tienen su permiso para visitarlo son su pareja Andrea Millañanco y su hermano Fernando Jones Huala. En los últimos meses se distanció de Soraya Maicoño y Moira Millán, con quienes compartía proyectos al interior de Cushamen. Se dice en Esquel que la discusión por la división de tierras fue uno de los detonantes de su quiebre. Otro sería la pelea por el poder en la Comunidad Resistencia Cushamen. Algunos mapuches opinan que el lonko no puede ser tal si se encuentra detenido.

Jones Huala se ha jactado de mantener pleno contacto con sus seguidores fieles. Durante el proceso de búsqueda del cuerpo de Santiago Maldonado, los militantes mapuches le enviaban mensajes a través de Millañanco y su hermano.

Para hablar hoy telefónicamente con Jones Huala sólo hace falta marcar cualquiera de los dos números de la Unidad 14 habilitados en el ala en la cual está su dormitorio. Un penitenciario contesta y de inmediato pide por él. A veces lo llaman “Facundo”, en otras “Jones Huala”. El lonko demora solo unos segundos en ponerse al habla.

La semana pasada el referente criticó por primera vez en mucho tiempo a sus carceleros. Los culpó de haber inundado con restos cloacales el sector en el cual él hace el «nguillipun», una ceremonia mapuche diaria.

«Esta situación sobrepasa todos los límites de tolerancia que hemos tenido ante las continuas faltas de respeto hacia nuestra cultura por lo que se realizaran las acciones judiciales correspondientes», indicó en un comunicado. Fuentes del centro afirman lo contrario. «Nadie lo molesta y puede hacer sus rituales sin problemas», contestan.

 

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