Días de relax, nuevos lugares y perlitas turísticas, además de cuidar el cuerpo y bajar el estrés de manera totalmente natural. Desde el Ministerio de Turismo de la Nación proponen las termas como una buena opción para este invierno y nada menos que veinte provincias argentinas las ofrecen. Sus beneficios se combinan con rutinas saludables y alternativas para disfrutar los paisajes y cada destino.
Orígenes naturales
Primero lo primero: ¿qué son? Los centros y complejos termales poseen aguas de distintos orígenes: volcánicos y geotérmicos. Las propiedades cambian según la geografía y la composición del terreno. Mientras mayor sea la profundidad de la que vengan, mayor va a ser su temperatura: hipertermales, mesotermales, hipotermales y frías o atermales. Además, en su recorrido a través de las capas rocosas van recolectando minerales que resultan provechosos para el cuidado del cuerpo.
Cada terma tiene sus características y los beneficios varían según el lugar: pueden colaborar a tratar ciertos dolores y afecciones y hasta ser una opción para limpiar los tejidos y desintoxicar el organismo. Y atención, porque tienen efectos relajantes del sistema nervioso y sedantes que disminuyen el estrés; pueden colaborar para relajar la tensión de los músculos y las articulaciones; mejorar la textura de la piel, ayudar a eliminar toxinas y más.
Combo sanador
Todo esto, sumado a los distintos tratamientos alternativos que agregan algunos destinos, resulta en un combo perfecto. Desde spas completos hasta opciones que aprovechan otras características naturales del lugar, como la fangoterapia.
¿Dónde? Entre Ríos ofrece una buena cantidad de espacios termales en distintos destinos turísticos, que combinan lo mejor de sus aguas con tratamientos, parques acuáticos y actividades recreativas.
Entre otras, en Mendoza las termas de Cacheuta son ideales para disfrutar, además, de tratamientos con aromaterapia, y por qué no, de los vinos mendocinos. También las de Oberá (Misiones), en medio de la selva, las de Roque Sáenz Peña (Chaco), las de Copahue, Epulafquen y Domuyo en Neuquén o las de Buenos Aires, donde destaca Carhué.
Termas de Río Hondo (Santiago del Estero), uno de los principales centros de este tipo en Sudamérica, es una verdadera ciudad termal: sus aguas cálidas salen de las canillas en cualquier habitación de hotel, por lo que el relax está en todos lados.
Otras, como las de Reyes y las de Caimancito (Jujuy), Rosario de la Frontera (Salta), las de las provincias de San Juan o San Luis ofrecen descanso en medio de paisajes imponentes que se combinan con una buena dosis de turismo aventura y ecoturismo.
La Pampa, Tucumán y La Rioja prometen experiencias relajantes en paisajes serenos para encontrar la tranquilidad tan deseada. Y en las de Fiambalá (en Catamarca, donde también hay fuentes termales en Tinogasta y la zona de Hualfín) no sólo las aguas ayudan a relajarse: ante semejante paisaje rodeado de montañas, con piletas de piedra cordillerana y un entorno natural increíble, imposible no desconectarse de todo.