Ariana es víctima de violencia de género, se siente amenazada y teme por su vida.
La joven es juninense. Su victimario, de Chacabuco y habían comenzado una relación en 2017. Por lo general, los fines de semana ella se trasladaba a la ciudad vecina a compartir tiempo con su pareja.
Fue una relación normal hasta que, relata Ariana a Junin24, comenzó a ser víctima de malos tratos por parte de Andrés.
Ya en agosto de 2018, hubo una circunstancia en particular por la que dijo basta y radicó una denuncia por violencia de género. “Me encerró, me obligó a abortar un embarazo de 4 meses. A él lo echaron de los lugares donde trabajaba, porque es un ex funcionario municipal. Yo estaba en una situación vulnerable y acepté todo lo que él quiso”.
La denuncia fue radicada por entonces en Comisaría de la Mujer y la Familia en Chacabuco y repercutió rápidamente ya que el sindicado era un funcionario municipal. Como ocurre con más frecuencia de la que se supone, con el paso de los meses las aguas se fueron aquietando y la relación volvió, en marzo de 2019. “Ahí estuvimos casi dos años”.
Llegaría una nueva separación. Una vez más la misma historia y un nuevo alejamiento. Pero hace cuatro meses, Ariana confió en que las cosas cambiarían. “Está vez te juro que creí. Porque ´Él había cambiado o al menos eso me demostraba. Es casi siempre así. Aparecen arrepentidos y pensas que cambió. Lamentablemente una persona violenta no se corrige. Encima, él tiene influencias y me amenaza mientras que a mí el miedo me paraliza”. “Me siento una estúpida. Ahora sé que esto no es amor. Que no me merezco recibir este maltrato. Noches enteras sin dormir, comiendo mal y con miedo no es vida. Si me pasa algo después de la denuncia el único responsable es él”.
Sucedió lo esperado. “El lunes 13 de marzo-estábamos en Chacabuco- le agarró un ataque y me tuve que encerrar. Un vecino escuchó y llamó a la policía. Ahora estoy amenazada de muerte y sé que no va a parar hasta matarme”, remarca con angustia Ariana. Después de ese día la justicia estableció una medida perimetral que no sólo implica prohibición de acercamiento –en este caso- a menos de 300 metros
La resolución explica con claridad que el agresor “deberá cesar de realizar cualquier acto que implique perturbación o intimidación debiendo suspender a tal fin todo contacto telefónico electrónico o por vía de terceras personas”. “No pudiendo permanecer o transitar por la cuadra que corresponde al domicilio consignado supra, sobre ambas veredas, debiendo abstenerse de generar situaciones que conlleven a una proximidad que permita contacto físico inmediato en cualquier lugar en que se encuentre la accionante, sea laboral, de estudio de esparcimiento o de habitual concurrencia”. Por un lapso de seis meses.
Aunque, “después de la medida cautelar, cuando recibió el oficio judicial, empezó a llamar y mandar mensajes. Siguió molestando. La perimetral no sirve. Hace lo que quiere”. Primero ella iba a recibir un audio por Whatsapp . –“Ariana, me denunciaste…contestame”. Para agregar, “Ahí tenés, en cualquier momento me vienen a buscar y me llevan detenido”.
Y la historia de Ariana, sólo en nuestra ciudad, se repite por decenas Mujeres víctimas de violencia que deciden alejarse de una relación tóxica y deben hacer frente a otra etapa. La del temor a la represalia de sus victimarios.