El tipo está solo. Ya no le explotan en los ojos los flashes de las cámaras, ni hay transmisiones en vivo. Ya no quedó ni uno solo sin darle la palmada en la espalda, conteniendo por puro protocolo las ganas de abrazarlo. Ya pasó el momento en que le pidieron dar discursos, a él que siempre se sintió más cómodo en silencio. Hasta se dejó de escuchar el olé, olé, olé; Defe, Defe… Aunque le sigue rebotando en la cabeza.
El tipo está solo, contemplando la inmensidad de esa cancha que para él también es casa. Dejó a sus pies la mochila que lo carga como presidente para volver a ser Petete. Ni se imagina que en ese momento su nombre está quedando marcado a fuego en la historia del Club Atlético Defensa Argentina. Ahora que por fin se hizo la luz, al tipo parecieran funcionarle solo los ojos que miran y lloran. Y ese corazón que late cada vez más fuerte.
«Es muy emocionante. La verdad que estoy hecho un boludo. Estoy acá en la cancha y no me puedo ir. Es algo histórico para el club. Creí que nunca lo iba a lograr. Miro la cancha y no lo puedo creer todavía», le dijo Gastón Freda a Junín24, minutos después que quedara inaugurado el sistema lumínico en el estadio Canalero.
La voz se le corta por la emoción, mil imágenes le cruzan la mente como ráfagas. Pero Petete hace el esfuerzo por agradecer, porque no quiere olvidarse de nadie. «Pienso en Alfredo Julio, un histórico del club que cuando vio la cancha dijo Freda me puedo morir tranquilo; en los presidentes de los clubes, en toda mi familia, en toda la gente del club… La verdad que hoy se prendieron las luces para probar y ver a la gente emocionada como la vi… Para nosotros es muy fuerte tener una cancha con luces. Da muchas ganas de seguir. Pienso en mi señora, mis hijos, a quienes tengo que agradecerle infinitamente. A la Liga Deportiva del Oeste, porque Yópolo ha sido un señor siempre conmigo dando una mano. A todo el mundo, por ahí uno siempre se olvida de alguien hablando, pero a todos».
Nunca, en sus 94 años de vida, Defensa había tenido que atravesar una pandemia mundial. Con ella llegó el cese de actividades, la crisis económica, la incertidumbre. Por eso el esfuerzo y el compromiso de la palabra sumida valen el doble. Por eso mismo es que Gastón Freda piensa en todos y cada uno de los Canaleros que confiaron y acompañaron. «Yo me emociono y hago un balance. Cuando yo agarro el club, rememoro todo, teníamos una sola camiseta, no teníamos ropa, no teníamos nada… El avance que hicimos en el club. Le pusimos riego artificial, hicimos el perímetro, ¡tenemos luces! La verdad es que soy un tocado por la varita mágica. A veces uno pareciera estar solo, pero la gente del club siempre está cuando necesitás algo. Defensa es un club muy raro. Y cuando vos ves problemas es impresionante cómo la gente aparece y está», dijo.
Y agregó: «A mí no me gusta alabarme tanto, porque la suerte, el acertar con los costos, todo nos jugó a favor. Lo que pagamos hace seis meses hoy vale el doble y no se hubiera podido hacer. Encontré gente como Gabriel Luchetti, que nunca había hecho columnas y es un fenómeno; como Pomelo Traverso, el pibe que es electricista. Ellos confiaron en nosotros, en que dijimos lo vamos a hacer y enseguida dijeron ningún problema. Es una sumatoria de cosas que me emociona mucho y me hace agradecerle a todo el mundo. Me llama gente que me dice no se puede creer. Le dio un cambio hasta a la zona. Es algo increíble».
Todavía queda otro gran momento por vivir y tendrá lugar este verano, si Dios quiere. Imposible que no haya un Canalero que no esté imaginando desde ahora cuando esas luces se enciendan para recibir en su cancha el primer partido de un Torneo Nocturno. «Teníamos miedo porque al ser LED queríamos ver cómo alumbraba y la verdad que quedó muy bien. Quiero que la gente se arrime, que se olvide que Petete es el presidente y si hace bien o mal las cosas. Que todos puedan venir a disfrutar esto. Somos un club humilde, que todavía tiene los valores de los barrios. En los barrios yo soy Petete, no el presidente de un club. Eso es lo que yo quiero y lo que logré», concluyó el presidente. Perdón. Petete.
Por Juani Portiglia
