Ni el celular en altavoz a más de doscientos kilómetros de distancia, mientras prepara la cena, hace que su voz deje de sonar a música de la más amable. Pasaron 20 años desde que Juampi Caiazza subió por primera vez a un escenario, pero no se le pasó el entusiasmo creativo que lo traerá de regreso a Junín, el 7 de septiembre, para desarmar y volver a armar viejas y no tan viejas canciones en una celebración con amigos, pero abierta a todos.
«La sensación que me da es que el día que tocamos por primera vez está re lejos. No sé por qué. No me pasa con otras cosas, que también pasaron hace un montón y siento que fueron el año pasado. Era un niño en ese momento», le contó a Junín 24.
Fue en Vedia, en 1999, con La Burla en versión trío. La de los amigos de la infancia: Nicolás Ilacqua y Federico García. «En esa época se usaban los encuentros de bandas, que era una cosa muy looser. Nos encontrábamos con todos los cacharros, porque era un poquito más difícil que ahora el acceso a instrumentos, cables. La primera batería que hubo en Alem fue de La Burla. Es una época realmente lejana», recordó.
La banda le soltó la rienda al rock en el pueblo. Fue semilla para que empezaran a florecer nuevos músicos, nuevos curiosos. «Estando nosotros, era un camino que ya no iban a tener que transitar tan solos». De hecho, el 13 de septiembre, en el otro de los shows que dará, en Capital, por sus 20 años en la música, lo acompañará Arturo Costa Leite, quien era un pibito cuando iba a presenciar aquellos ensayos de La Burla.
Yendo y viniendo a través de esas dos décadas musicales, hubo también un 2001. Un tiempo de crisis y desesperanza. Pobreza con mayúsculas y estallido social. Dicen que es virtud de los artistas transformar y Juampi sintió, con 18 años, que no había nada que perder. «No teníamos un peso, pero teníamos un verano entero. Así que descubrí que podía viajar con la guitarra y generar con eso alguna forma de supervivencia. No solo nos iba a generar la posibilidad de comer y trasladarnos, sino que nos fue acercando a un montón de gente muy copada. Eso se volvió absolutamente necesario, por lo menos para mí. Para componer, para que se encienda el deseo de expresar, tiene que haber siempre un poco de viaje y de gente que uno se encuentra en esa situación de percepción acrecentada, porque uno va coleccionando esos momentos, muy receptivo de lo que pasa».
«Para componer, para que se encienda el deseo de expresar, tiene que haber siempre un poco de viaje»
Tres años más tarde, en diciembre de 2004, el incendio en República de Cromañón durante un recital de Callejeros lo marcaría para siempre. No solo a él, sino a la escena musical del país. Todos comenzaron la transformación, todos con una herida que pareciera no llegar nunca a ser cicatriz. «Fue una tragedia injustificable. Nada de lo que haya pasado después se compara con lo que pasó ahí. Por un lado fue un llamado de atención y tuvieron que mejorar los lugares. Pero fue muy negativo porque se redujeron un montón y los músicos no sabíamos a dónde ir. Como siempre, el espacio educa al cuerpo y nació una nueva estética en el país: fue el momento Aristimuño, del cantautor, de la música intimista. Pero sin dudas que Cromañón no sumó nada».
Juampi Caiazza también empezó a explorar otros caminos y con La Burla todavía en escena dio inicio a un nuevo proyecto: Doleser. «Surgió de poder hacer canciones que fueran más personales, que no tuvieran un espíritu de banda. La Burla siempre tuvo un mensaje, un discurso y una serie de imágenes generacionales. Muy de algo colectivo, que fue lo que eramos. Un anillo muy cerrado, muy unido. Doleser no. Andrés con el bandoneon y con su impronta era como para poder soltar una parte más intima, que no condecía con una banda. Fue un poco eso: una posibilidad de cantar sin culpa algo que era muy mío y no llevarme puestos a mis amigos«.
Cada uno de los integrantes de La Burla, que ya era mucho más que trío, fue dedicándose a sus proyectos personales tras la salida de El secreto de todo, el disco acústico que se grabó en vivo, en septiembre de 2011, en el Centro Cultural de la Cooperación. «Ni siquiera hubo una decisión. No es que tuvimos una charla para decir se terminó. Ni la tuvimos después, para ver por qué pasó. Nunca nos mantenemos muy al tanto de nuestros estados muy personales. Capaz no hubiera venido mal, pero no pintó. Nos seguimos viendo y cuando lo hacemos lo recordamos con alegría».
Como extrañar no le cuesta, de vez en cuando se permite pensar qué lindo fue haber tenido un proyecto con sus amigos del jardín de infantes, que en el trayecto fue involucrando a muchos más, todos muy comprometidos.
EL ORIGEN Y LOS CAMINOS
Alem es punto de partida y una relación que se fue madurando entre canciones. Empezó siendo un peso, el motivo de las quejas por no encontrar con quiénes compartir rock; pero terminó transformándose en la inspiración más esencial.
«Con el tiempo se transformó el mundo, Alem y nosotros, que de hecho nos fuimos. El papel que el pueblo empezó a cumplir dentro de mi música fue de añoranza, de extrañar eso que al final no era tan feo y se convirtió, a la distancia, en algo muy lindo. Era el lugar donde me escapé por años los fines de semana, las vacaciones y donde empecé a valorar un poco el contexto de la naturaleza que tanto me falta en la ciudad y que puebla nuestras canciones».
Si le dan a elegir, Juampi quiere vivir viajando. En el camino no solo encontró otras de sus fuentes de inspiración, sino también conectores musicales y hermanos de la vida. «Así conocimos gente muy copada, como Raymundo Rolim, que es un músico que encontramos en Brasil y con quien volvimos a reunirnos muchas veces. En Buenos Aires, en Alem, en Brasil. Se volvió un referente. Y como él hay muchos, que no son músicos, pero que se convirtieron en hermanos nuestros y siempre son una razón para mantenernos en la ruta. Muchas canciones, como Redondel, hablan de eso».
«Me desperté en una cabaña, en el medio de la selva, y ahí estaba Ray, tocando la guitarra en un jardín»
ESPERENLO, AHÍ VIENE
Uno siempre pide mucho. Yo tengo muchos sueños y hay un montón de cosas que quiero que me pasen. Estoy golpeando puertas en Buenos Aires y juntandome con gente con la que no me juntaría si no fuera porque estamos haciendo un proyecto con la música. Pero por otro lado es muy lindo y justo reconocer que muchas cosas sí se dieron y muchas cosas sí se cumplieron y con esa idea es que salió esta fechita en Junín, gratuita, para que vengan todos y seamos conscientes, por un ratito, del camino y de lo compartido con la música.
Juampi Caiazza se puso a disposición del público, para que sean ellos los encargados de armar la playlist que sonará el sábado 7 de septiembre, en Roonie Wood. Habrá temas de Doleser y La Burla, algunos no tan sencillos para tocar solo él y su guitarra. Pero aceptó el reto.
«A Junín voy con una loopera y con unas maquinitas que compré, así que estoy muy motivado, armando para que suene poderoso. Va a haber invitados sorpresa, pero deluxe. No digan que no avisé».
Esperenlo, que ahí viene.
Por Juani Portiglia – @JIPortiglia