Detrás de toda la historia hay una cadena infinita de conexiones mágicas. Empezó en la curiosidad del periodista de Infobae Fernando Soriano por contar cómo una familia recurrió a ese ingenio que, dicen, nació en Argentina para armar un andarivel casero en el que Sebastián Galleguillo, nadador de 18 años que competirá en las Sordolimpiadas de 2021, pueda seguir entrenándose ahora que su club cerró actividades a causa de la pandemia. Encontró recepción inmediata en Justina Blaiotta, una juninense radicada en la Ciudad de Buenos Aires que no tardó en compartir la historia con su pareja, Sebastián Oviedo, y dueño de Placer Urbano, una empresa que fabrica y comercializa piletas. Y todavía no terminó, porque se multiplicó por cientos.
«Estábamos un domingo en casa y mi tía me mandó la nota. Se la muestro a mi novio, me mira y me dice contactate con la familia, vamos a regalarle la pileta. Fue una reacción inmediata, porque no es la primera vez que hacemos algo así. Seba con este tipo de cosas no lo piensa mucho, es un impulso«, le contó Justina a Junín24. Y siguió: «Le mando un mensaje privado a Sebastián Galleguillo por Facebook y no me respondía. Empiezo a buscarlo por otras redes, hasta que más o menos a las diez y media de la noche me contesta y me pasa el teléfono de la madre«.
La noticia que tenía para dar era demasiado grande, demasiado buena como para recibirla con inmediata naturalidad cuando nos hemos -y nos han- acostumbrado a las malas. Ya eran las once y apenas pudo soltarle a mamá Marta las palabras mágicas le propuso una videollamada para terminar de confirmarlo. Para que la vieran a los ojos, también los llorosos de Sebastián que casi no podía hablar, y entendieran que no estaban soñando. «Fue súper emotivo. Mi novio es muy sensible, se pone a llorar. Sebastián estaba justo saliendo de ducharse y lo llamaron. Todo fue muy movilizante. Son una familia hermosa», relató.
Enseguida destacó la actitud del joven nadador, que no tardó en ofrecer la pileta que llegaría a su casa al resto de sus compañeros del Polideportivo La Patriada: «Desde el momento que les fuimos a dar los papeles ya lo habían pensado así, obviamente con la distancia social y el protocolo necesario. Todo fue increíble, porque hay una historia enorme detrás de la pileta que ellos hicieron que hizo todo muy movilizante«, explicó la juninense a quien en cada palabra se le nota la felicidad de haber sido parte de la cadena solidaria que, ya con pileta y todo, recién está comenzando.
Dicen que una buena acción contagia otra y tanto Justina como su novio Sebastián pudieron confirmarlo, porque su gesto despertó el costado solidario de muchos más. «El sábado vamos a ir a instalar todo, porque se la regalamos con instalación y con los equipos ya que no era la idea regalarle un problema sino hacerlo todo más fácil. Nosotros ya habíamos decidido dárselo con todos los equipos, pero proveedores nuestros nos donaron hasta los equipos de filtrado y demás para instalar. También clientes nuestros donaron el mantenimiento del agua de acá a siete meses para la pileta, así que no tiene que preocuparse hasta pasado el verano», explicó.
Y agregó: «No podemos creer la cantidad de repercusión que tuvo. Realmente no lo esperábamos, para nada. Nos escribió un montón de gente contándonos cómo ellos ayudaban. Un montón de gente preguntando si sabíamos qué otras cosas necesitaban. También gente de nuestro rubro nos escribió diciendo no lo vimos, no nos dimos cuenta de hacerlo, pero agradeciéndonos que lo hubiéramos hecho. Gente de Junín que tiene piletas, de todos lados. La verdad que fue increíble«.
Es que el gesto de Sebastián y Justina no solo resolvió el problema del joven nadador y su familia, sino también de toda una delegación deportiva, de una Federación y, si se quiere, hasta de un Municipio que bien podría haberse hecho cargo. Por eso el agradecimiento y un contagio de los lindos ahora que tan de moda se ha puesto la palabra: «Por Facebook me escribió Laura Relva (coordinadora de natación para personas con discapacidad visual y parte de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia), me dejó su teléfono y me dijo que estaba a disposición para la que necesitáramos. También muchos concejales de Florencio Varela, que nos agradecieron muchísimo. Incluso la Municipalidad mandó una cuadrilla para sacar toda la tierra sobrante. También desde La Patriada estuvieron agradecidísimos por el gesto, porque ellos no van a poder abrir por un tiempo largo».
Ya hace una década que Justina Blaiotta llegó desde Junín a Capital para estudiar abogacía, una carrera que quedó un poco relegada cuando comenzó a trabajar para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en judiciales, pero que ya la encuentra a punto de recibirse. En el camino aprendió a no tener apuro cuando se está convencido del trayecto. En la pandemia, que la conectó con la más hermosa de las historias, terminó de procesarlo: «Mientras uno respire, tiene la posibilidad de hacer todo».
Por Juani Portiglia