María Eugenia VidalPablo Petrecca

La crónica bizarra de la visita de Vidal a Junín

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Cuando anunciaron el primer acto 360 de la campaña de María Eugenia Vidal nos habíamos imaginado mucho más que una ronda de sillas de plástico. Mala nuestra, siempre tan ambiciosos. Fue, sin embargo, una experiencia atractiva. Una fusión de perfumes. Ningún olor a choripán. Cumbia sí, reggaeton también, porque hay que conservar el costado popular.

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¿Y cuándo llegan los choris para la prensa? #JuntosPorElCambio #Junin

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Empezaron a llegar los dirigentes y candidatos para ubicar el cartelito que les indicaba en qué silla tenían que sentarse. Laura Ricchini, sin embargo, prefirió estar largo rato parada. Hacer política, señores, también se trata de sobresalir. Vamos pa la playa, pa curar el alma… Lento y contento… Una canción. Un microclima que poco tiene que ver con la realidad que te la pone en la cara apenas cruzás la puerta de la cancha de básquet del club Sarmiento.

Todos se pararon. Pareció que después de horita y poco de espera iba a aparecer la gobernadora de la provincia. Un error de planificación que Pablo Petrecca ingresara solo, porque lo recibió el aplauso desilusionado de quienes querían ver a María Eugenia Vidal. El intendente le habló a los presentes con tono monofónico. Daba lo mismo si la palabra era «pasado», «hechos», «valores» o «dignidad»; «Vidal» o «Meoni». El tono fue siempre igual, tan apagado que tuvo que repetir la frase final porque el público no había notado que era momento de aplaudir.

Con otra energía entró a escena el vicegobernador Daniel Salvador y su grito me hizo creer por un momento que estaba en un acto peronista. Duró poco esa sensación. «Somos protagonistas de una gesta», dijo y explicó su frase por si algún distraído no hubiese entendido. «Quiere decir que pasarán los años y se va a tener presente lo que ocurrió en este tiempo, como cuando se puso fin a la dictadura, en 1983». ¿Y cuál era la nueva gesta? «Terminar con el populismo en Argentina». Terminar, dijo. Sí, sonó a todo lo contrario que la gesta que había puesto como ejemplo. llamativo, pero la mayor explosión del aplausómetro hasta el momento.

Cristian Ritondo, Ministro de Seguridad de la provincia y primer candidato a diputado en Buenos Aires, le bajó cinco cambios al tono de voz y se lo agradecí eternamente desde la cómoda ubicación que nos habían adjudicado a los medios de prensa, pegaditos al baffle. Repasó la lucha contra el narcotráfico y contra los barrasbravas… Pero lo más importante, le dio la bienvenida a la estrella de la noche.

Nunca en mi vida escuché una ovación así en el Club Sarmiento, aunque me vayan a querer pegar unos y otros, lo tenía que decir. Radiante, María Eugenia. Poncho y sonrisa. «Gracias, Pablo. Que está por acá». Vidal giró a la izquierda. O acá, Vidal giró, más cómoda, a la derecha. No lo encontraba al intendente, que mucho menos se iba a animar a levantar la mano. Conocer lo conoce, sí. Lo vio como ocho veces en su vida…

Por Juani Portiglia

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