Escribe Juan Manuel Sequeira, Dirigente de Socialismo para la Victoria en Junín Bicentenario, Ex concejal Socialista para la Victoria
El hacer una teatralización y puesta en escena a partir de una investigación policial, poniéndose el ministro Cristián Ritondo como primer actor y al intendente como coprotagonista en un segundo papel, significa solamente reducir a una realidad de «pan y circo» el problema de la inseguridad.
Y algo más grave: reducir esa inseguridad a una mirada totalmente discriminatoria. contra integrantes de etnias y colectividades.
El hecho de perder fuentes de trabajo, del cierre de empresas y emprendimientos tanto en Junín como en la zona, como el caso concreto de un restaurante con treinta años de trayectoria comercial en la localidad de Baigorrita que este fin de semana del 2 y 3 de junio debe cerrar las puertas porque la crisis los ha llevado por delante y no pueden resistir, como lo reconocieron sus propios dueños en una nota que se viralizó en los medios y en las redes sociales, no hacen más que acrecentar un panorama sombrío de cara al futuro mientras los responsables llevan adelante su «relato» y hasta nos dan cátedra de ahorro, pero no se hacen responsables ni reconocen este drama que cada vez se extiende a más argentinos.
Los jóvenes son también víctimas directas de ese panorama mencionado en el párrafo anterior.. Son las víctimas del drama de una política económica, que ahora será dictada desde el Fondo Monetario Internacional, por primera vez en doce años, lo cual significa un retroceso en la soberanía del país.
Eso genera inseguridad. La verdadera inseguridad. La pérdida de fuentes de trabajo y de espacios de estudio como significa Casa Huerta con su característica hecha a la medida de las necesidades de los jóvenes más vulnerables y de aquellos que hacen sacrificios y luchan por volver a insertarse en la sociedad es la causa de esa verdadera inseguridad.
Junín, los juninenses, no podemos acompañar ese teatro para los grandes medios nacionales que son cómplices de ese «relato» mentiroso y que engaña y que solamente nos conducirá a las consecuencias que ya se vivieron en 2001, indefectiblemente, inevitablemente.
Acá no se trata de «meritocracia». Se trata de una política de un gobierno despiadado, que tiene su correlato en el intendente Pablo Petrecca en el orden local y en la gobernadora María Eugenia Vidal, en la provincia.
Por estos días estamos asistiendo al abandono, al aislamiento, la falta de contención y sostenimiento a nuestros jóvenes al decidirse un cambio en la metodología que se venía implementando en el proyecto educativo conocido como «Casa Huerta» -que depende de la Escuela de Educación Media Nro. 8 «Padre Carlos Mugica», una experiencia que arrancó en los primeros años de este siglo XXI y que contiene a jóvenes en situación de vulnerabilidad para posibilitar esa meta de reinserción en la vida social, con un espacio físico propio y característico. Todo lo cual contribuyó a generar una identidad particular como experiencia educativa llegando a articular con instituciones y organizaciones de la comunidad, como el municipio mismo.
Además preocupa el futuro de quienes desarrollan sus actividades en Casa Huerta: 18 docentes, preceptores, auxiliar de cocina y portero. Esto también enciende una luz roja en el tema por cuanto ya la sociedad viene siendo muy golpeada en pérdidas de fuentes de trabajo y precarización de las condiciones laborales en todos los ámbitos, tanto público como privado, otra característica del neoliberalismo que se pretende instalar a rajatabla nuevamente en el país. Eso también genera inseguridad y es violencia, violencia hacia los argentinos en su conjunto.
No son claras las palabras ni los conceptos del subsecretario de Deportes y Educación, Daniel Pueyo -que habla por boca del intendente-, la inspectora Distrital de Educación, Andreína Arostegui y la Jefa Regional de Educación, Emilse Marini.
Son ellos los máximos responsables de todos los descalabros que en materia educativa se pretenden implementar. Y a la memoria vienen la lucha reciente de docentes, trabajadores y alumnos de los centros de formación profesional, de los mismos gremios docentes y sus afiliados por condiciones dignas de trabajo y un salario justo para no perder con la devastadora inflación, la falta de infraestructura adecuada en los establecimientos educativos -a pesar de lo que se pretende instalar e insistir desde el oficialismo como sucedió en el debate de la sesión especial del Concejo Deliberante donde se aprobó una polémica y cuestionada rendición de cuentas 2017-, la incertidumbre de los centros de adultos.
Todo por reducir la educación a la ecuación económica y a los parámetros de ajuste de un gobierno que se presentaba como la panacea de los argentinos y hoy nos está sumiendo en la oscura noche del neoliberalismo salvaje que vivimos en los ´90.
El 25 de Mayo el pueblo salió a ocupar la calle y la plaza, contra la pompa y el protocolo que se pretendió establecer desde los actos oficiales. Es la primera manifestación de un hartazgo que comienza a ganar la deprimida clase media.
La verdadera inseguridad es precisamente esa: llevar a la gente a perder su dignidad, a alejar el Estado del pueblo, a cerrar espacios de integración y contención.
Es hora de sacarse la venda de los ojos y tener esperanza de que se puede realizar una transformación pero debe nacer desde la política que debe estar al servicio de los verdaderos intereses nacionales y de un pueblo que no puede ni debe perder su dignidad.