«Hace 20 años salíamos campeones como compañeros en El Porvenir y ahora definimos el pasaje a Primera como técnicos», dijo el DT de Sarmiento, quien mantiene una entrañable amistad con su par de San Martín. Una historia marcada a fuego por el ascenso.
Parados, de izquierda a derecha: Forestello, en el medio Valentini, y Delfino con su hija en brazos. A 20 años del ascenso con El Porvenir.
Miren bien la foto: fue sacada hace 20 años y entre los 11 jugadores con la camiseta blanca y negra de El Porvenir con la publicidad de Jeluz, hay dos compañeros, los dos de pie, el primero de la izquierda con la melena goleadora intacta y el número 9 en el pantalón es Rubén Darío Forestello y, separados por Valentini, aparece Iván Delfino con el pelo largo de zaguero central y su pequeña hija en brazos. Son dos compañeros que ahí, en Gerli, se conocieron, ascendieron con aquel equipo y forjaron una amistad que se mantiene inalterable con el paso del tiempo, un tiempo que dos décadas después quiso que este domingo vuelvan a cruzarse en una cancha para empezar a definir, nada más y nada menos, que el ascenso a Primera. «La vida lo quiso así. El fútbol y la vida nos puso en esta situación», le cuenta Delfino a eltucumano.com, desde Junín.
En la foto que ilustra esta nota y pertenece al Apertura que ganó El Porvenir y luego ascendió a la B Nacional, Delfino está con su hija y eso explica en parte los inicios, los lazos de la amistad del técnico de Sarmiento con su colega de San Martín, y el de un grupo de muchachos que aún se mantiene en contacto a través de un grupo de WhatsApp: «Nos conocimos ahí. Muchos nos hicimos padres, formamos familia. Esa foto es del Apertura. Yo hacía dupla con Franchini. Y el Yagui era el goleador. Teníamos un equipazo que mantuvo un invicto de 33 partidos y ascendimos al Nacional. Ojalá el Tano Calabria viviera para ver este momento».
Calabria fue el mentor de aquel equipo donde también brillaba el querido e inolvidable Garrafa Sánchez. El Porvenir había conquistado el Apertura el 16 de diciembre del 97 y el 1 de agosto de 98 abrochó su ascenso a la B Nacional con un gol de Forestello para sentenciar la final contra Armenio: «Ese momento fue imborrable. La amistad siguió creciendo. Jugamos juntos en San Martín de Mendoza, fuimos rivales en Sunchales, Yagui se radicó en Rafaela, yo en Sunchales, compartimos muchos momentos. Es un amigo de esos que no importa cuánto tiempo pasés sin verte: te volvés a encontrar y compartís un buen momento. Rubén es un tipo hecho de abajo, de la vieja guardia, muy respetado».
El propio Forestello había tenido palabras para Delfino el domingo en Ciudadela cuando le consultaron por la final que se viene contra Sarmiento: «Tiene a un técnico que aparte de ser colegas somos amigos de toda la vida. Esperemos que gane el mejor, por supuesto, en esta ida y vuelta». Enterado de sus palabras, Delfino reconoce las sensaciones encontradas en la antesala de los grandes choques que definirán el pasaje a Primera: «La verdad que es una situación incómoda. A 20 años de aquel ascenso, ahora nos cruzamos en este camino. Por supuesto que el diálogo en estos días es distinto, esto es laburo y lo tomamos con mucha responsabilidad. Después del partido nos daremos las felicitaciones y listo. En fin, tratamos de disfrutar este momento que no se da todos los días», cierra Iván Delfino, técnico de Sarmiento y amigo de Forestello. Eso: dos grandes amigos en la gran final.
(Nota de Alfredo Araoz, El Tucumano.com)