Hay circunstancias que bien pueden calificarse de “increíbles” y esta es una de ellas. Fue el viernes pasado el mediodía, cuando personal del Servicio Penitenciario Bonaerense se acercó a la vivienda de un individuo que se encontraba cumpliendo con arresto domiciliario en el marco de una causa por amenazas y lesiones leves que lo tiene como imputado.
Los funcionarios llegaron a la casa de calle Betancourt al 300, para notificarle al morador, “Pokemón” Farías, que se le había revocado la prisión domiciliaria y que debían retirarle la pulsera electrónica y trasladarlo a uno de los penales ubicados a la vera de la Ruta Nacional 188.
Pero no fue posible porque “se había fugado”, cuando poco tiempo antes aún se encontraba en la misma.
Ahora hay una investigación que intenta determinar, por un lado, si “alguien” le informó la decisión judicial por la que debería regresar a la cárcel y por otro, qué nivel de control existe sobre las pulseras electrónicas.
Vale resaltar que el monitoreo se realiza de manera remota y cuando el “usuario” traspone el límite establecido que generalmente es el interior del lugar en el que se encuentra alojado, se encienden las alarmas. En tales circunstancias, desde el servicio penitenciario que ejerce el control, se notifica a las autoridades de seguridad para que constaten si hay una fuga o -algo frecuente-, una falla en el sistema. El viernes pasado, nada de esto ocurrió. Y el delincuente ahora está prófugo.
