Le robaron la moto. En cuatro horas había conseguido gracias a cámaras de seguridad privadas, seguir el recorrido de los delincuentes y hasta la dirección en la que la habían escondido. Radicó la denuncia. Pasaron ocho días y nunca nadie le dio una respuesta. Situaciones de esta característica no es la primera vez que ocurren. Las respuestas no llegan.
EL VIERNES 6 DE OCTUBRE
La Honda Wave negra estaba estacionada en inmediaciones de Güemes y Siria, a dos metros de la puerta de ingreso a la vivienda de la propietaria. Eran las 19:38 del viernes 6 de octubre. En menos de 30 minutos la denuncia estaba radicada en Seccional Segunda. Cerca de las 23 horas del mismo día se acercó un móvil policial a su casa. No conformes con ello y en medio de la indignación –es la segunda moto que le roban en menos de un año- la familia empezó a buscarla.
Consiguió imágenes. Siempre de cámaras privadas. Muestran el paso de dos jóvenes en una moto de 110 c.c., por el frente de la vivienda. Apenas un minuto después, uno de ellos se acerca a la Honda y se la lleva empujando. Se los ve cruzar calle Ricardo Rojas. Para ese entonces ya con el motor en marcha.
Toda la información fue aportada a las fuerzas policiales pero también con el correr de los días y ante la falta de respuesta, la propietaria y víctima se presentó en dos oportunidades en fiscalía pidiendo información de su causa. Sigue sin que nadie haga nada. Conocen la identidad de al menos uno de los delincuentes –un joven de no más de 20 años -, saben que vive en Barrio Emilio Mitre.
En síntesis, ciudadanos comunes, que se arriesgan, caminan por un mundo desconocido para ellos, sin la experiencia y preparación que obviamente fuerzas de seguridad y funcionarios judiciales tienen, ubican la moto, aportan pruebas y no logran siquiera una respuesta. Pasaron ocho días. Todavía esperan y movilizan a través de las redes, que es el último recurso: “No nos vamos a cansar de publicarla hasta que aparezca”.