El robo de cables se está transformando en un problema cada vez más grave si se tiene en cuenta que en menos de 24 horas, -el martes tanto en horas del mediodía (ver nota aparte) como durante las últimas de la noche , primeros minutos del miércoles- más de cinco barrios y una planta industrial se vieron afectadas. Decir más de cinco barrios es hablar de 2.200 usuarios –exponencialmente unas 8.000 personas-.
Ese mismo día, el personal de Indelplas que cumple funciones en la planta inaugurada poco tiempo atrás sobre la Ruta Nacional 7, alertó a personal policial luego de detectar la presencia de intrusos.
Se había producido un corte generalizado de energía eléctrica que preocupó temiendo que intentaran acceder al edificio. En minutos llegaron efectivos policiales que comenzaron a recorrer el lugar hasta que finalmente lograron determinar lo que había ocurrido.
Posiblemente utilizando un serrucho – método que se repite en cada uno de los delitos que casi a diario se produce en Junín- habían sustraído un tramo de cables. Consecuencia: una planta industrial sin energía eléctrica y la necesidad de asumir los costos que significan su reparación, para la empresa proveedora.
Mientras tanto, está claro que hay individuos que roban los cables, reducen el metal de su interior y lo venden. Nos quedan algunas dudas. ¿Es difícil detectar al ladrón?, ¿quién compra?, ¿A quién le vende? ¿Es tan complicado identificar la cadena del delito?.