Llegó el momento donde todos están expuestos ya sea en la calle, en las piletas o en las playas, al sol. Algunos, los de piel más oscura, tienen más suerte y se broncean parejo, pero otros, de piel más clara, deben estar atentos y no descuidarse en cada exposición.
Según la Sociedad Argentina de Dermatología, el enrojecimiento dérmico es una reacción inmediata al sol y es común que suceda en personas de tez y ojos claros. Las pieles más oscuras no pasan por esta etapa, sino que se broncean directamente. Pero también se dañan a largo plazo, por lo que siempre se indica usar protección. Si bien es ideal no exponer a la piel, si se busca lograr un bronceado es mejor que sea progresivo, sobre todo, durante los primeros días de exposición.
En este sentido, hay una serie de precauciones básicas que deben tomarse al momento de exponerse:
– Es fundamental evitar la exposición solar en horarios del mediodía, entre las 11 y las 16 horas, ya que en este momento la sombra que proyecta el cuerpo es más corta y el sol brilla desde el centro del cielo con mucha intensidad.
– No se debe exponer al sol a bebés y niños pequeños hasta los 6 meses de vida (principalmente porque hasta este momento no pueden utilizar protectores) y hasta los 3 años, por lo menos, protegerlos con ropa de algodón, sombreros y FPS superior a 15.
– Existe una amplia variedad de tipos de protectores solares que se corresponden para cada tipo de piel y situación. Pero es crucial utilizar un producto de amplio espectro protector (con filtros UVB-UVA), con factor de protección solar 30 o mayor.
– Una vez elegido el protector solar es necesario que el producto sea colocado media hora antes de la exposición, para que la piel pueda absorber los ingredientes activos.
-El protector debe ser renovado cada dos horas y luego salir del agua (mar, lago, pileta, arroyo, río, cascada) o de transpirar excesivamente. Es importante colocar también una cantidad suficiente de crema. Se recomiendan aproximadamente 2 miligramos por centímetro cuadrado de piel.
– Además de aplicar crema, se deben utilizar accesorios adecuados que aumenten la protección solar, como por ejemplo lentes de sol con protección contra los rayos UV, sombreros con ala ancha o gorras con visera.
– El protector debe aplicarse en toda la piel expuesta al sol y debe prestarse especial atención en zonas como los tobillos, el escote o la cabeza en caso de calvos naturales o rapados.
El ritual de la hidratación se recomienda realizar por la mañana antes de comenzar el día y luego aplicar el protector solar
– No se debe usar únicamente ropa clara aunque se crea más fresca, porque las remeras o pantalones de trama cerrada y de colores oscuros protegen mejor la piel de los rayos.
– Mientras se esté expuesto al sol y especialmente en días de calor hay que beber mucho líquido (aproximadamente entre 2 a 3 litros diarios) y aumentar el consumo de frutas y verduras.
– Luego de cada exposición además, se debe hidratar la piel para seguir protegiéndola. Se recomienda también el uso de cremas «post-solar» para que no la piel no se lesione.
Una piel que esté cuidada de los daños del sol, sobre todo en la juventud tiene mucho menos riesgo posteriormente de mostrar signos de fotoenvejecimiento o lesiones como cáncer de piel.
«A mayor exposición al sol, mayor riesgo. Los rayos UV dañan el ADN, nuestra información genética. Los UVA generan envejecimiento de la piel; nos arrugan o manchan en el correr del tiempo. La exposición repetida a la radiación ultravioleta del sol es considerada por la ciencia el mayor factor de riesgo para desarrollar cáncer de piel, el tumor más frecuente de todos, que afecta al órgano más grande de todos», explicó el doctor Alejandro Turek (MN 65.164).