Ir a buscar a Marianela Costa después del valiosísimo triunfo de Sarmiento 3-0 sobre Estudiantes de Caseros en la Ciudad Deportiva no podía tener otro objetivo que expresar esas sensaciones de esperanzas renovadas, en gran parte también por las buenas noticias que llegaron desde Agronomía con el triunfo de Comunicaciones sobre Ferro, que hizo que Las Maestras cuanto menos se aseguren una final por el ascenso a Primera División. Pero hubo una frase que soltó la capitana, tal vez al pasar pero quizás con plena intención de que resuene, que vino a cambiar todos los papeles.
Dentro de la dirigencia juninense hay quienes de la boca para afuera dicen luchar por el máximo desarrollo del fútbol femenino, pero al final de cuentas no hacen más que mirar su propio ombligo. Ignoran o pretenden ignorar, incluso, que en su misma ciudad hay un equipo a punto de hacer historia -si se quisiera porfiar que no ha hecho historia ya-. La linqueña, que hoy tiene el privilegio de estar jugándose el ascenso a la máxima categoría de AFA, no se olvida sin embargo de dónde viene. Nunca habló más de la cuenta, pero siguió involucrándose cada vez que pudo con los entrenamientos de su Rivadavia querido e incluso se tomó el tiempo, ahora que podría estar pensando solo en ella y en el sueño de su equipo, de pensar en que el efecto contagio se propague a la Liga Deportiva del Oeste.
Fue después de ser consultada sobre las sensaciones que le provocaba el hecho de que haya ido tanta gente a verlas, desde la calle, en los dos partidos del Reducido de Primera B en que les tocó ser locales. Nunca fui tan feliz adentro de la cancha: «Es una sensación muy linda. Hoy mi familia también cayó de sorpresa. Me dijeron que no venían y llegaron. Tengo amigos que también vinieron a verme. Se siente muy lindo estar acompañada. Está bueno que sigan el fútbol femenino así, estaría buenísimo que empiecen a seguir el de la Liga también. Bienvenido sea».
Marianela Costa no lo dice para quedar bien, porque al igual que otras jugadoras como Melina Garialdi, Florencia Gamarra, Lucía Inglese, Victoria Jancich o Romina Paye, siempre se han mantenido atentas al certamen doméstico más allá de encontrarse jugando otra competencia en la actualidad. Han dicho presente en diferentes canchas juninenses para acompañar a amigas y excompañeras en el torneo local o sencillamente para ver fútbol. A la inversa también pasa, porque jugadoras de los distintos clubes juninenses han copado el alambrado para alentarlas, o han estado atentas a las transmisiones, plenamente conscientes de la importancia de lo que se están jugando. Soñando a la par.
EL TRIUNFO Y LA ESPERANZA
En definitiva hubo un partido de fútbol esta sábado en la Ciudad Deportiva, otra vez con gran marco para alentar a Las Maestras que dieron muy rápido vuelta la página del tropezón en Pontevedra y consiguieron, en el lapso de seis días, volver a depender solo de ellas, como antes.
«Estamos con muy buen ánimo. Nos dedicamos a jugar nuestro partido y una vez que terminó pudimos preguntar cómo había salido el otro (Comunicaciones 3-0 Ferro). Pusimos toda nuestra energía y todo nuestro fútbol acá adentro para llevarnos los tres puntos, porque si no ganábamos no íbamos a poder seguir en carrera», dijo la autora del gol de penal que cerró el marcador.
Y agregó: «Ahora es otra vez una sensación re linda, porque cuando dependés de otro por ahí estás con la cabeza más o menos. Gracias a Dios lo tenemos al profe que durante toda la semana nos dijo que si ganábamos hoy íbamos a ascender. Confiamos en eso, confiamos en él y por suerte pudimos conseguir el triunfo«.
También la propia Mari Costa, como capitana, se ocupó de hacer su aporte para levantar los ánimos de quienes habían quedado más golpeadas por la derrota. ¿Si dio resultado? Se notó en la cancha. «De a poquito vamos creciendo como jugadoras desde la cabeza. La verdad que en este tiempo de cuarentena pude aprender que van a darse las cosas que tengan que darse. Perdimos contra Ferro y yo sabía que no era el final, que nos quedaba un partido que había que ganar y disfrutarlo. Intentamos levantar a las que estaban caídas, yo les decía a mis compañeras que había que crecer desde ese lugar, que no pasa nada con una derrota sino que hay que levantarse y seguir trabajando«.
Por Juani Portiglia