No es de casualidad que Martín Hardoy fuese parte fundadora de una Red Argentina de Equinoterapia que a lo largo de esta cuarentena puso en Modo Galope los trabajos para la redacción de una Ley Nacional de Equinoterapia, a la vez que hace fuerza para que sea promulgada antes de fin de año la Ley Provincial, que fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Senadores bonaerense y que debería tratarse en la Cámara de Diputados a la brevedad.
En todo el recorrido que justifica su participación en esta red nacional, el juninense reconoció haber hecho todo aquello que años después comenzaría a enseñar a no hacer. Montó en jineteadas por cada pueblo y ciudad de la que recibió invitación o se enterase que se organizaba un evento; hasta que sufrió un accidente con el caballo que le provocó el desplazamiento de una vértebra y dio paso al diagnóstico que nunca hubiese querido escuchar: «Estuve a punto de quedar en una silla de ruedas. El médico me dijo que no iba a poder andar más a caballo».
Lejos de aceptar ese destino, empezó a pensar en una manera de amansar caballos sin correr riesgos. Sistema americano, europeo, chileno, clásico… Se leyó cada libro que encontró. Estudió en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, en Jeréz de la Frontera, y con todos los conocimientos adquiridos comenzó a perfeccionar una técnica de doma racional y sin violencia que, de boca en boca, lo llevó a dar cursos a lo largo y a lo ancho del país, primero; y alrededor del mundo, después.
Hizo también corrección de vicios y dio cursos de prevención de accidentes de trabajo a empleados que trabajaban con caballos. Todo ese camino recorrido, de aprendizaje y enseñanza constante, lo llevó a conocer la equinoterapia, integrando la mencionada Red Argentina y trabajando también para la Sociedad Rural de Junín, que ya tiene montado en su predio un sistema de equinoterapia al que, en circunstancias noramales, acuden desde todas las escuelas especiales de la ciudad. Y así como la pandemia de coronavirus le puso el freno de mano a muchas actividades en el país y en el mundo, para quienes integran la Red Argentina de Equinoterapia amplió los horizontes y achicó las distancias.
«Todo lo que es trabajo de pista, por obvias razones se vio totalmente afectado. Pero como nunca trabajamos en la equinoterapia online. Lo que nunca habíamos hecho era tener reuniones con diputados, senadores, asesores… Hace ocho meses que nos estamos reuniendo un grupo de personas todas las semanas. Antes eso era imposible de lograr. Los que conformamos la Red Argentina de Equinoterapia nos estamos reuniendo para redactare una ley que nunca en la vida fue redactada de esa manera, porque para cada uno de esos artículos buscamos el asesor, buscamos la redacción… Este nuevo sistema Zoom y demás nos hizo avanzar muchísimo de otra forma. No se nos hubiese ocurrido jamás el año pasado decir que nos reuniéramos todas las semanas por un sistema de internet. Apareció el sistema, la gente lo usó y encontramos una manera de avanzar», le contó Martín Hardoy a Junín24.
Actualmente, en Argentina son 13 las provincias que ya tienen aprobada una Ley de Equinoterapia y en ese camino va Buenos Aires, que ya tuvo el voto unánime de la Cámara de Senadores de la provincia y tiene pendiente su tratamiento en Diputados. Además, el trabajo que vienen realizando desde inicios de año en la Red Argentina de Equinoterapia tuvo como objetivo la redacción de una Ley Nacional, cuyo tratamiento debería darse en 2021.
«En este momento está presentada en el Senado, tiene estado parlamentario y la van a debatir el año que viene. Ahí estaremos haciendo fuerza y todo lo que sea necesario. El gran cambio va a ser que con la ley se va a regular la actividad. Es un gran cambio porque en el mundo, y Argentina está incluida, hay una gran cantidad de chantas que dicen que por subir a un chico con discapacidad arriba de un caballo están haciendo equinoterapia. Pero de repente lo único que hacen es sacarlo a pasear. Terapia merece de atención, el programa, el proyecto y la intervención de un profesional de la salud», explicó Hardoy.
Y agregó: «Hay una cantidad inmensa de lugares que hacen las cosas mal y no deberían estar trabajando, algunos hasta con la suerte de haber logrado que algunas obras sociales les paguen algo, o con un abono privado de los padres de los chicos, porque a los chicos les gusta. Pero es una actividad recreativa que nada tiene que ver con lo terapéutico. Obvio que andar a caballo en un sentido es terapéutico, como para mí puede ser salir a comer, pero la actividad tiene que estar regulada. Los que no cumplan las condiciones mínimas y básicas de seguridad de un paciente no estarán reconocidos como instituciones que hacen equinioterapia. Harán equitación recreativa o equitación adaptada, como la quieran llamar«.
Decisiva a la hora de proceder a la redacción de esta ley que marcará un antes y un después para el desarrollo de la actividad fue la confluencia de unas 240 personas que actualmente tienen centros de equinoterapia en Argentina en un grupo de Whatsapp, lo que le da una gran representatividad. Al respecto, Hardoy dijo: «La idea fue siempre tener un grupo apolítico en el que se hablase exclusivamente de la equinoterapia. Cualquier expresión política o religiosa era advertida para que no se repita. Entonces se trabaja de manera súper cómoda, se comparten artículos, tenemos charlas todos los sábados con especialistas en tal o cual cosa. Porque hay tres ejes en la equinoterapia: la salud, la educación y la equitación. Por eso fuimos buscando dar charlas que tuvieran que ver con cada una de ellas. Fue muy lindo ver cómo se plegaron a esta idea donde lo único que interesa es lo mejor para la actividad».
Claro que aunque suele repetir como frase de cabecera que «el cristiano no afloja pero merma», Hardoy no es de esas personas que se conforman con hacer solo una cosa a la vez y desde hace un año ha montado en el campo familiar, a cinco kilómetros de Agustín Roca, un sistema de cría orgánica de gallinas con huevos de campo, pollos de campo y demás. «Este año me permitió avanzar mucho con todo eso y estuvo muy bueno. En la época de Cristina cerramos el tambo, porque eran números imposibles. En esas instalaciones armé un criadero de pollos. Y ahora en la pandemia cambié un poco los pollos por gallinas ponedoras orgánicas, que no están en galpón, están libres. Comen bichos, comen pasto… Algo que, como con la doma, que a la gente le interesaba que se trate bien a los animales, está pasando ahora con el origen de los alimentos y la elección de la gente. Ya son unas 400 gallinas, que ponen cerca de 650 huevos diarios. La ciudad de Junín los consume. Despacito vamos logrando mercados«, contó.
Y agregó: «La importancia es que las gallinas viven libres, viven mejor, viven más tiempo. Tal vez ponen menos, pero comen mejor comida y esa es la razón por la que el huevo tiene más color, incluso mejor sabor. Este sistema de producción exige bajar la producción, porque cada gallina pone menos por año, pero viven más y a mi me gusta respetarlas en su ciclo normal«.
LA DEMANDA DE ALIMENTOS ORGÁNICOS Y LA PRODUCTIVIDAD
La tendencia mundial de volcar la alimentación hacia productos orgánicos requiere de modificaciones en los sistemas y ciclos de producción, algo que bien ejemplificó Martin Hardoy al referirse a su criadero de gallinas. Pero el juninense también explicó que todavía hay muchas cuestiones a resolver y muchos debates por dar en función de quiénes podrán acceder y quiénes no a esos alimentos.
Si vamos a ser totalmente conservacionistas, naturalistas, es decir que no usamos ningún tipo de herbicida ni insecticida, obvio que se podría producir pero los números no dan. Tenemos un mercado internacional que en los comodity te pone valores que si vos producís sin herbicida ni insecticida, ni fertilizantes, mientras estás produciendo diez mil kilos de maíz por hectárea, posiblemente bajarías a tener 3.500 por hectáreas. Y con esa baja, con todos los impuestos que hay, y ahora cada vez hay más, los números no cerrarían para que la gente haga agricultura. Entonces dejarían de hacerlo.
Mundialmente cada vez hay más necesidad de comer, porque cada vez hay más gente. El mayor negocio mundial del momento es la producción de esa comida. Llamalo grano para engordar algo o para consumir. No se come puro grano de soja. Con soja se produce muchísimo alimento para cerdos en China, que es un gran consumidor. Estados Unidos es un gran consumidor de maíz, es un grano que tiene una gran demanda para dar de comer a gallinas y pollos. Pero además se le da de comer a la gente. Si diéramos marcha atrás con toda la evolución de la agricultura, en cuanto a la tecnología y en cuanto a los agrotóxicos, porque así lo llaman, habría un inmenso problema.
Si se prohíbe la producción de esta manera, la gente no produciría en las cantidades que produce, no exportaría en las cantidades que exporta, no ingresarían los dólares que ingresan y no se podría alimentar a la cantidad de gente que se alimenta. Tal vez estemos intoxicándolos en cierto punto, con ciertos agrotóxicos mal usados. Es posible. Hay gran cantidad de estudios que dicen que dejan residuos tóxicos y gran cantidad de estudios que dicen que no. No me pongo ni de un lado ni del otro. Vamos a suponer que se intoxican por año 50 mil personas. La realidad es que si cambiás el sistema de producción y eliminás los agrotóxicos, posiblemente morirían de hambre cientos de miles de personas. La falta de oferta de comida haría que no alcance, pero también incrementaría el precio. No vas a satisfacer la demanda. Entonces o morirían de hambre porque no tienen que comer o porque no tienen con qué pagar. Y a mí me parece gravísimo que personas mueran intoxicadas. Como me parece gravísimo que se mueran cientos de miles de personas por no tener acceso a un plato de comida. Ese es el problema ético y la discusión que todavía no está dada.
Después están los veganos y vegetarianos que dicen que no se puede comer un novillo, un cordero, un lechón o lo que fuera. En ese sentido, cuando ves que invaden las puertas de La Rural con carteles, me parece un disparate. Respetable en la medida que ellos sean felices, pero me parece que ellos tienen que darle esa misma libertad de elección al resto del mundo. Entonces hasta lo creo un pensamiento bastante egoísta de parte de ellos. El hombre tiene una dentadura, tiene un maxilar y una evolución de estos que ha ido de la mano de ser omnívoro. Podés irte siglos, milenios para atrás para estudiarlo y lo entendés. Pensar que el hombre sea vegano o vegetariano es ir en contra de una especie que está pensada de otra manera. Son muy poquitas las tribus a nivel mundial que solamente comían vegetales. Comé lo que tengas ganas, pero no invadas mi libertad de elegir lo que a mí me parece mejor o más sano.
LA DOMA Y EL TRADICIONALISMO
Martín Hardoy conoce en profundidad el mundo de la doma. Lo que se televisa y lo que no. Así como entendió que podía amansarse un caballo sin necesidad de recurrir a la violencia, entiende también que los tradicionalismos tiene un valor muy importante no solo para la cultura argentina, sino también para la economía, incluso para la educación, en diferentes puntos del país.
Creo, si nos ponemos más papistas que el Papa, que mucha gente tiene los ojos cerrados ante una gran cantidad de cosas que le pasan por al lado… Pero cuando dicen que a un caballo en Jesús María, por nombrar la jineteada más conocida, lo largan y por 15 segundos hay un hombre que le pega y demás, es verdad, tienen razón. 15 segundos le clavan la espuela y le pegan. Ahora, ese caballo el resto de la semana vive libre. Nadie lo anda, nadie lo monta. Lo cuidan, lo desvasan, lo tusan… Una vez cada 15 días viene un desaforado que le clava las espuelas. Pero después no critican los cientos de miles de caballos que en los clubes hípicos se mueren de cólico. Hay muchos caballos que saltando una valla de un metro cincuenta se lesionan las cuerdas; muchos caballos en el campo que trabajando con vacas meten la pata en una cueva y se fracturan. Un caballo que está todo el día en un box sufre mucho. Porque necesita libertad, moverse. Tienen razón en que el caballo de una jineteada durante 15 segundos puede recibir palo y espuela, pero si yo fuese caballo elegiría ser un caballo de jineteada. 15 segundos me aguanto una garroteada si querés, pero después estoy libre en el campo, tal y como Dios me puso, comiendo lo que Dios me ofrece o quién sea que haya creado este universo.
Por otro lado, las jineteadas o este tipo de eventos ocupan para el hombre de campo un lugar que no existe. Hay gente que va a las carreras de autos, más allá que cada tanto se mata alguno. Hay gente que va a tirarse de un paracaídas, más haya que a veces no abre. Pero el hombre de campo no hace nada de eso, ni siquiera va al fútbol. El hombre de campo disfruta con un evento al que lleva a toda su familia, habla de caballos, bolasea, se toma un vino o una cerveza, cuentan cuentos, se comparten una manera de hacer una soga o una trenza. Hay todo un intercambio riquísimo en esto que es tan tradicional como la jineteada, que me parece que no lo encuentra en otro lado. Ojalá alguna vez exista algo que lo reemplace, pero no lo hay. Me parece lindo que exista por todo lo que sucede ahí. También me parece que la mayoría de los organizadores de las jineteadas son las cooperativas o cooperadoras de las escuelas. El aporte económico que reciben para la educación de los chicos, para brindar guardapolvos, libros, cuadernos, zapatillas y una serie de cosas, también es irremplazable. Hay que pensar entonces en la solución que compense todo lo que sucedería si se prohibiera. Te plantean el problema pero no te dan la solución. Hay muchísima gente que vive del caballo.
CUATRO AÑOS DE TV
Si usted pensaba que Martin Hardoy ya lo había hecho todo, le queda todavía saber que durante cuatro años estuvo al frente del programa con mejor rating del Canal Rural, sin contar el clásico informe de los mercados que mira todo el campo argentino. Programa de televisión que sin que él lo supiera empezaba a gestarse a partir de una reunión que mantuvo con el expresidente Mauricio Macri.
«Con Macri fuimos compañeros de colegio, de primer grado a quinto año. No se puede decir que éramos amigos, pero fuimos compañeros. Más o menos en el 93 o 94 me hacían muchas notas. Yo veía que lo mío tenía una trascendencia porque había necesidad de informar. Este tema que yo hacía de la no violencia, de la ecología, de proteger al medioambiente era una nota de color linda para muchos medios. Pero me daba cuenta que llegaba a fin de mes y a mi no me cerraban tanto las cuentas. Fui a ver a Mauricio, que ya era presidente de Boca, para que me aconsejara qué hacer. Él me contestó que no me lo podía decir, porque era ingeniero y que para todo en las empresas tenía asesores, incluso para Boca. «Le pagamos para eso, elegimos a los mejores y me traen dos proyectos. El 1 y el 2. Los dos son buenos, la magia mía es elegir el correcto, pero al fin y al cabo son dos buenos proyectos. Hay un departamento de ventas, uno de publicidad, uno de producción. Como se junta todo eso en la empresa yo no se. Tengo que tener la cabeza abierta para poder decidir», me dijo.
Me dijo que lo que el iba a hacer era mandarme a hablar con Fernando Marin, que fue presidente de Racing. Le dijo a su secretaria que lo comunique y él le dijo que ya había escuchado hablar de mí y que le interesaba que habláramos. Lo único que hizo fue darme un contacto. Y fue Marín el que me aconsejó tener un programa de televisión, porque en vez de hablarle a 32 personas cada fin de semana le iba a poder hablar a cinco mil cada vez que sale. En vez de vender seis bozales iba a vender 40… Un poco por el consejo y por algunos contactos que me dio Marin en el Canal Rural terminé teniendo el programa de televisión. Fue muy bueno, si bien no me dejaba plata. El que te vean es la mejor manera de promocionar, publicar. Terminó siendo el programa que más se miraba en el canal, después del informe de mercado.