El 19 de agosto se conmemoró el día mundial de esta enfermedad zoonótica que se produce por una bacteria que se encuentra en los intestinos de animales de consumo y desde el Gobierno de Junín piden intensificar las medidas de cuidado, debido a las consecuencias graves para la salud que puede provocar en menores de 5 años, adultos mayores y personas con la inmunidad debilitada. La Sociedad Argentina de Pediatría informó que se producen unos 250 casos al año y se calcula que afecta a entre 10 y 12 niños menores de la edad mencionada de cada 100000.
Además de los alimentos, otro de los focos de infección del Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es el agua que se extrae de pozos y tanques, por lo que se recomienda hacer un análisis en el laboratorio municipal ubicado Yrigoyen 95. También se aconseja aplicar dos gotas de lavandina en el lavado de hortalizas y evitar la contaminación cruzada, cocinar completamente los alimentos, consumir lácteos pasteurizados y revisar su fecha de vencimiento y conservar la comida de forma segura.
En el caso de nuestra ciudad, se confirmó que un niño presentó síntomas compatibles con esta enfermedad, por lo que debió ser trasladado a la ciudad de La Plata y ya evoluciona favorablemente. Consultado sobre esto, el Dr. Julio Ferrero, director general de Zoonosis y Bromatología expresó: “Hemos tenido un caso confirmado del SUH en un menor de la ciudad de Junín, quien ya se encuentra internado en el Hospital Sor María Ludovica de La Plata y por el momento evoluciona favorablemente”. Luego, detalló: “Esta es una enfermedad zoonótica que se produce por las bacterias que se transmiten de los animales a las personas y, a su vez, es una enfermedad de transmisión alimentaria”.
“La responsable de esta enfermedad es la bacteria Escherichia coli que conduce a un problema de insuficiencia renal que pone en compromiso la vida de las personas. Normalmente es más complicada en menores de 5 años, adultos mayores o personas que tengan síndrome de insuficiencia renal, VIH o quienes tengan debilitado su sistema inmunitario”, destacó. El médico veterinario también explicó que “es muy importante la precaución y los estudios que se deben hacer porque se trata de un enemigo que no se ve venir, es una bacteria que viene incluida dentro del agua y los alimentos”.
Por su parte, la Dra. Agustina Cacheiro, directora de Zoonosis hizo hincapié en las medidas preventivas que se deben tomar: “Es importante saber cuáles son las fuentes de infección de esta enfermedad, porque como bien dijo Julio se trata de una bacteria que produce una toxina que afecta al sistema renal. Es un ubicuo, un agente normal de la flora de animales de producción, como los rumiantes, por lo que es muy fácil el contacto con esta bacteria”.
“La bacteria puede venir a través de la carne por medio de la contaminación que se produce en el proceso de faena, como también de agua contaminada u hortalizas mal lavadas que se consumen en crudo”, dijo Cacheiro y añadió: “Otra de las fuentes de infección es que la gente realice baños en lugares donde el agua no es adecuada o potable y por contaminación cruzada, es decir, por el uso de los mismos instrumentos para carnes crudas y cocidas”.
Además, la doctora indicó: “El mayor riesgo es para las personas menores de 5 años y el foco debe ponerse en las carnes procesadas mediante picado que modifican su estructura, por lo que todas las bacterias que estaban en el exterior pasan a estar dentro. Lo ideal es no ofrecer a los niños de esta edad hamburguesas, aunque nos aseguremos de que estén bien cocidas”.
“También es fundamental la prevención mediante lavado de manos, sobre todo si estuvimos en contacto con animales, si se ejerce un trabajo rural hay que tener cuidado con la vestimenta y el calzado con que se vuelve a casa”, agregó.
Sumado a los alimentos y agua como principales focos de contagio, también se encuentran los lácteos que son consumidos mayormente por la población vulnerable de menores de 5 años. Al respecto, el Dr. Ferrero indicó: “Es fundamental que los padres controlen que los chicos consuman exclusivamente aquellos productos que pasaron por el proceso de pasteurización, que elimina todo resto de bacterias que pueda haber en la leche, durante un tiempo mayor al que se logra con el hervor que se practica en los campos”.
Finalmente, el funcionario hizo énfasis en los cuidados con el uso del agua: “El agua con la que hacemos el lavado de verduras debe ser potable. Muchas veces sucede que las personas creen que con un lavado ya alcanza, pero al utilizar agua de pozo contaminado lo que se hace es infectar a los alimentos. Por lo tanto, ante la duda se recomienda utilizar dos gotas de lavandina nada más, sin excederse, con lo que van a lograr mayor seguridad alimentaria. En caso de tener pozos o tanques, estos deben ser estudiados mediante una muestra en el Laboratorio de la Dirección General de Zoonosis y Bromatología que se encuentra en Hipólito Yrigoyen 95”.