Señoras y señores, pibas y pibes, kukas y gorilas… ¡Show Time! Un helicóptero apareció en el cielo cuando nos estábamos pegando un aburrimiento de aquellos y nos cambió el día para siempre.
No, no era Maradona que venía a firmar su contrato con Sarmiento. Ya se adelantó Gimnasia de La Plata. Era la gobernadora María Eugenia Vidal, que se vino a caminar por nuestras calles para cumplir con el mandamiento que dejaron las PASO-pesadilla en Juntos por el Cambio: «Hay que estar más cerca de la gente».
Pobre del jefe de este medio, que ayer tuvo peña y capaz soñaba con un mediodía más tranquilo, mirando El Zorro, pero que cazó teléfono y cinta de capitán cuando le sonó la primiseñal y se plantó en Saenz Peña, a esperar.
Y apareció nomás la gobernadora, escoltada por el intendente Pablo Petrecca. Me tentó decir ahí nomás que salió el sol. Pero no. Gris, porque magia no ha hecho ningún político en la historia de nuestro país.
Entraron a la librería Rucci, la publicidad corre por nuestra cuenta. La recibió Raúl Parejas, presidente de la Sociedad Comercio Industria, junto a su mujer. Le dio detalles de su vida matrimonial ¡25 años estuvieron juntos antes de casarse! Un embole, sí. Pero María Eugenia lo escuchó con su mejor sonrisa. Petrecca, qué sorpresa, la imitó.
Pará, porque después la cosa se puso seria. «Nosotros estamos de acuerdo con muchas cosas que se han hecho, con las obras. Pero después la plata no alcanza. Te lo digo a vos, como se lo digo a Pablo. Esto me preocupa mucho», le dijo Parejas. «Creeme que todo lo que hemos podido hacer desde la provincia lo hicimos. Pero ya no tengo más herramientas, porque sino lo haría. Si la economía no arranca, si la gente no recupera su capacidad de consumo, es muy difícil», le contestó ella, que hubiera preferido repasar los detalles del casamiento.
Los vecinos y vecinas de nuestra ciudad se empezaron a dar cuenta que Mariu estaba pisando las mismas calles donde alguna vez, haciéndose los distraídos, dejaron caer un papel de caramelo. Vidal es una estrella de rock. Al menos así la recibió Junín, que algunas veces sabe ponerse muy cholulo. Desde la Feria del Libro, a unos metros, no sabían cómo hacer para que cinco señoras con aires de poeta no se les escaparan del taller de escritura.
Perdimos la cuenta de las fotos. Estacionaban los autos y bajaban conductores y conductoras que no podían perderse el souvenir. Entre todos ellos se perdía Pablo Petrecca, quien la acompañó durante todo el recorrido, pero a quien los juninenses están tan acostumbrados a ver que ni un hola le concedieron. Bueno, hubo uno que sí le habló, para pedirle que le sacara una con la gobernadora.
Por Juani Portiglia – @JIPortiglia
