Por Patricio Fay
En el mismo anochecer del 11 de agosto, día de las elecciones PASO, el intendente de Junín, Pablo Petrecca, se dio cuenta de que las cosas no marchaban como esperaba. El Frente Juntos por el Cambio había quedado demasiado relegado en la cantidad de votos frente a los candidatos del Frente de Todos.
A la mañana siguiente, luego de una noche plagada de insomnio, reunió a su grupo de confianza y tomó una decisión, ganar votos para las generales de octubre de cualquier manera y a cualquier costo.
A Marcela le ofrecieron materiales de construcción que tanto necesita para su casa y que no puede comprar con sus propios ingresos porque el dinero solo le alcanza para cubrir sus gastos básicos.
El anuncio lo hizo el propio Petrecca a través de un programa implementado de apuro después de la caída electoral, y por el cual regala materiales hasta un valor de $ 20.000 por persona.
En los barrios de Junín, en la semana siguiente a las elecciones, se sintió la reacción del gobierno municipal que, frente al impacto del resultado electoral, multiplicó el presupuesto en asistencia social y provocó un tsunami de reparto de mercadería, garrafas, colchones, electrodomésticos y estufas que se había iniciado en los días previos a las PASO.
En efecto, el miércoles 14/08, tres días después de las elecciones primarias, destinó $ 5.000.000 (Cinco Millones) para la compra de 124.800 unidades de mercadería entre arroz, harina, leche, lenteja, aceite, yerba, latas de tomate, jardinera, jurel, durazno al natural, etc., para repartir en bolsones a quien estirara la mano.
Utilizó además casi $1.000.000 (Un Millón) para la compra de 2.500 garrafas de 10 kg., destinadas a familias con dificultades para calefaccionarse o simplemente cocinar.
El populismo centrado en la compra de voluntades se caracteriza esencialmente por prometer a los ciudadanos mejoras inmediatas y sustanciales de su bienestar sin esfuerzo alguno. A una sociedad empobrecida por las propias políticas del gobierno, el Intendente pretende ganarle la voluntad a fuerza de dádivas. Sus objetivos son, llanamente, distraer a la ciudadanía, entretenerla, confundirla.
El gobierno juega con la necesidad de los pobres para intentar mantenerse en el poder, propone el atajo por el cual juega con las ilusiones e ideales de la gente, queriendo aprovecharse de su vulnerabilidad.
Petrecca redistribuye pobreza y miseria mientras se guarda para sí y los suyos la riqueza que el cargo le produjo.
Sólo el político que carece de habilidades argumentativas, de ideas y de acciones virtuosas de gobierno recurre a argucias de este tipo para llegar a aquellos a los que su propio proyecto político victimizó. Frente a la urgencia de las próximas elecciones y luego de 4 años de gobernar encerrado entre cuatro paredes viendo como la ciudad se deterioraba al mismo ritmo con el que crecía su patrimonio, se quiere presentar como el defensor de los pobres y de la clase trabajadora.
Frente a esto, como sociedad, debemos utilizar la razón y la lógica y no dejarnos llevar por falsas ilusiones.
La forma más efectiva de combatir esta degradación política es por medio de la educación, la información, y el desarrollo social y económico. Para eso necesitamos un estado solidario y protector, con gobernantes motivados por la sensibilidad social y la determinación de trabajar en pos de la igualdad de oportunidades y la movilidad social ascendente que históricamente tuvo Argentina.
Mientras tanto, desde nuestro lugar, seguiremos insistiendo con la modificación del código electoral para que se incluya expresamente a la dádiva como delito electoral.