Ahora, que emerge para los distraídos, Juan Monteverde en Rosario y la construcción del espacio Ciudad Futura con un resultado electoral favorable, la mayoría mira para ese lado y trata de calcar ideas, frases o imágenes, para acumular caudal electoral, con las elecciones a la vuelta de la esquina.
¿Oposición sin alternativa?, nota de opinión por Gustavo Romans
Quienes somos curiosos con la política, sabemos que el resultado en Rosario no es una coincidencia fortuita, sino otro paso de un proyecto más ambicioso y vigorizado con años de trabajo, elaboración de planes de gobierno y puesta en práctica de ideas base.
Ese formato, más alianzas electorales coherentes, actores políticos cercanos a la gente y compromiso real, llevan a la victoria electoral, que no es más que la línea de partida para empezar a trabajar para la gente.
La edificación de un espacio que obtenga resultados serios y perdurables no se asienta en la vulgaridad de aparecer con propuestas mágicas, slogans y fotos retocadas en chat GPT. (Una tosquedad que, si no fuera por la pobreza que nos rodea, sería para reírse).
Tampoco se erige con juntadas entre dirigentes aislados y acuerdos de última hora para “colar” en listas o tejer alianzas personalistas. Porque ese formato no convoca a un proyecto, por el contrario, aleja a la ciudadanía. Los últimos porcentajes de participación son preocupantes.
El trabajo a lo largo del tiempo desemboca en alternativas claras que, lejos de poner la prioridad en vender humo hacia arriba, de hacer lo que parece correcto, y más lejos de camuflarse al centro ante el avance de la ultra derecha, los espacios como Ciudad Futura (al estilo de Podemos en España), con alianzas del Peronismo y mucha influencia de los movimientos sociales, contemplan al hombre y a la mujer de la cotidianeidad como sujeto social preponderante, lejano a la rosca endogámica que una gran parte de la clase política ha naturalizado.
Una rosca, por cierto, que busca el carguito, el contratito y los privilegios personales. Porque sería fácil fingir demencia y dejarla pasar. Pero hay cada uno, cada una… que a estas alturas son tan básicos y cómodos que terminan resultando más crueles que lo que dicen combatir.
Por eso escupen y expulsan la contribución genuina, del militante idealista, ese trabajo por vocación de servicio y a todo aquel que venga con la “utopía” de cambiar el mundo.
Ese poco apego al trabajo de muchos “dirigentes”, induce a la sociedad a capitular y acoger naturalmente lo que siembran los poderosos para seguir con el control. “El éxito es fácil y rápido”, instalando lo inútil de persistir en un proyecto a largo plazo para mantener un orden social y económico favorable para ellos, ocultando dificultades y desigualdades inherentes al sistema.
Los primeros sondeos que empiezan a circular en la provincia de Buenos Aires son malos para el Peronismo. En parte por la estigmatización que machacan desde hace años, pero también por lo anteriormente dicho.
Se nota, y cada vez más, que la prioridad de muchos es parecer.
Difícil que la dirigencia que anda circulando por los bares a las diez de la mañana trabaje seriamente en un plan a largo plazo sin esperar más que la satisfacción de estar haciendo lo correcto y sabiendo que en algún momento, inexorablemente, desembocará en proponer alternativas que le cambien la vida a la gente.
La primera idea del Peronismo, “vender” un límite a Milei es incompleta, ya que el electorado espera saber cómo se afrontan temas que lo preocupan en la diaria, el plan que hay después de un límite.
Oponerse es diagnosticar qué pasa, un plan es exponer hacia adelante cómo cambiar ese presente.
De manera que ser oposición, implica ofrecer una alternativa.
Si no la hay, la única opción es Milei.