En el cierre de la decimonovena jornada de la Primera Nacional, Sarmiento cayó 1-0 como local ante Almagro en el estadio Eva Perón y no pudo recuperar la segunda ubicación.
Viste cuando el lunes es tan pero tan lunes que te cuesta abrir los ojos, coordinar los movimientos, a veces hasta respirar. Así de lunes fue para Sarmiento.
La desconcentración se notó apenas comenzó el partido y ya en nueve minutos Almagro había tenido una ocasión clarísima de abrir el marcador. Pero el remate de Arias, cara a cara con Vicentini, se fue por arriba del travesaño.
Queriéndole pelear al siempre difícil inicio de semana, El Verde lo fue a buscar y ganó terreno en campo rival, pero careció de precisión casi por completo a la hora de hacer pesar esa tenencia en el área rival. Un par de tiros de esquina y un tirito lejano de Graciani fue lo único, hasta que llegó el cachetazo.
A los 32 minutos, y a la salida de un lateral, desbordó Torres y asistió para el ingreso solitario de Lucas Wilchez, que empujó para poner en ventaja a Almagro. Casi no hubo reacción hasta que el árbitro señaló el descanso.
Delfino quiso patear el tablero y mandó dos cambios de inicio para el segundo tiempo. Afuera, a Magnin ya no le quedaban uñas por comerse. Adentro, Molina y Núñez le mostraban la salida a Chávez y Vismara.
De a poco Sarmiento comenzó a generar peligro, con Borasi como el hombre de ataque más desequilibrante desde la izquierda. Precisamente el 11 contó con la mejor chance, tras una asistencia de pecho de Molina que lo vio ingresar solito por el medio del área, pero su remate mordido salió besando el poste de Ramírez.
No tardó en responder la visita y cuatro minutos más tarde Arias reventó el travesaño del arco custodiado por Vicentini. Tomaba ritmo el encuentro y El Verde desperdiciaría otras dos chances de empatar, con un cabezazo de Olivera y con una arremetida de Núñez que no llegó a conectar de lleno un centro raso de Borasi.
Pero duró poco el entusiasmo. Delfino metió la última variante, Castelli por Pombo, y Checho Quiróga quedó condenado a pararse de cinco, muy lejos de poder llevar peligro al área rival. El fastidio fue bajando desde las tribunas y la reacción dentro del campo no llegó nunca. ¿Lunes de mierda es que le dicen?