Nota de Opinión
Desde la aprobación de la Ley Sáenz Peña ( ley n.º 8871) en 1912 que sancionó el derecho al sufragio universal, secreto y obligatorio para los ciudadanos argentinos nativos y naturalizados mayores de los 18 años de edad, (ahora se bajó la edad para votar desde los 16 años cumplidos), hasta nuestros días, todos los ciudadanos tenemos la obligación de elegir a nuestros gobernantes.
Este año nos toca elegir concejales, diputados y senadores en todo el país. Si bien cada provincia puede cambiar su calendario electoral, todos los ciudadanos tenemos el derecho a elegir quienes van a ocupar las bancas, tanto en los municipios, provincias y nación.
Los partidos políticos son la única herramienta para poder participar de dicha elección. Los mismos son organizaciones necesarias para la política nacional. Su función es elegir a los candidatos que se presentan para las elecciones de cargos públicos.
De todas las bancas que se elijan, ninguna va a quedar vacía, o la ocupan personas de bien, integras, honestas, trabajadoras o la ocupan los corruptos, deshonestos o inmorales de siempre. Por eso a mi humilde entender, deberíamos llenar las listas con candidatos cristianos. Independientemente del partido político que lo integre o ideología partidaria que practique, los cristianos (seguidores de Cristo y que tenemos como manual de vida la Biblia) estamos llamados a ocupar lugares públicos con honestidad, integridad y eficacia. Brindando verdaderas respuestas a las necesidades de la sociedad en su conjunto.
Por el momento, la única herramienta que existe en nuestra nación para transformar la sociedad es la política, son las instituciones que, desde un estado eficiente, activo y con personas idóneas para cada cargo.
No tengo dudas que la Palabra de Dios que predicamos en nuestras iglesias, a través del poder del Espíritu Santo, son suficientes para cambiar una vida. Pero la sociedad, a la cual pertenecemos, se gobierna a través de políticas públicas.
Deberíamos separar lo que significa el cambio espiritual de una persona al ser perdonado de sus pecados y por consiguiente transformado en una nueva persona por medio de la obra redentora de Cristo, a lo que significan las políticas públicas de una ciudad, provincia o nación.
En la Biblia existen muchos ejemplos de personas que ocuparon lugares públicos, desde Moisés que recibió las leyes (que son utilizadas hasta nuestros días en los diferentes Códigos civiles), pasando por los diferentes Jueces que Dios levantaba para liberar a la Nación de Israel o bien aún personas del pueblo de Dios que participaron en gobiernos paganos como el profeta Daniel en Babilonia o José en Egipto.
En lo particular, considero muy importante las palabras proféticas que la madre del rey Lemuel le da en el proverbio 31 verso 8 y 9 “Abre tu boca por el mudo. En el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y menesteroso”. (La Biblia)
Las Sagradas Escrituras también dicen que “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Ahora bien debemos recordar que esa expresión fue escrita en tiempos del imperio Romano, y es obvio que no existía el gobierno democrático como en nuestros tiempos. En el sistema democrático que existe gracias a Dios en nuestra querida Argentina, cada ciudadano tenemos la posibilidad de elegir a nuestras autoridades.
Dios no entra al cuarto oscuro cada dos años, nos deja a nuestro libre albedrío poder elegir. Por consiguiente las únicas opciones de las cuales podemos optar son las que se presentan a través de los partidos políticos. Este año se va a implementar la Boleta única de papel, parecería que va a ser más sencillo que las famosas listas sábanas que terminábamos votando a personas que ni siquiera sabíamos quiénes eran.
Por consiguiente, el panorama está cambiando y creo que este año 2025 de elecciones legislativas, los cristianos deberíamos llenar los espacios que nunca quedan vacíos.
Los hombres y mujeres de fe, ministros del evangelio, personas de buen testimonio, íntegras e irreprensibles, llenas del Espíritu Santo deberíamos estar preparados para ocupar cargos públicos. Llegó la hora de participar, involucrarnos y ser parte de la transformación de una ciudad, una provincia y de una Nación que tanto nos necesita.
Pastor Germán Reichenshammer
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