#PlantamosMemoria, en la Casa del Pueblo

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Este miércoles 24, a 45 años del Golpe del ’76, integrantes del socialismo en Junín Bicentenario y de la Casa del Pueblo, plantaron un árbol en la vereda de Pellegrini 76 en el marco de la campaña promovida e impulsada por organismos de Derechos Humanos de plantar 30 mil árboles en todo el territorio nacional en recuerdo de las desaparecidas y desaparecidos por la dictadura cívico-militar instaurada en 19976.

LEGADO PARA LAS FUTURAS GENERACIONES

A su vez, Hoy es 24 de marzo, me gustaría empezar compartiendo unas reflexiones que leí en Página12 y que nos tiene que llenar de orgullo como sociedad, como legado a las generaciones que vienen, como construcción de nuestra identidad.

Ustedes saben que socialistas como Alicia Moreau y Alfredo Bravo, han sido pioneros en la lucha por los derechos humanos, y quiero recordarlos hoy…desde la Casa del Pueblo, desde mi historia como militante, desde nuestro trabajo cotidiano, tenerlos presentes y reconocer su lucha y su abrazo a la causa por la memoria, la verdad y la justicia. –

Dicho esto, comparto con ustedes las reflexiones de la nota de pagina 12 que se llama

“La gran resignificación: el 24 de marzo como experiencia”

Por Jorge Alemán

¿Cómo fue posible que el día más triste y siniestro de la historia argentina, un ataque mortal al corazón de la Nación, se haya convertido en una conmemoración gloriosa de la Memoria, la Verdad y la Justicia?

Ningún genocidio en el mundo ha sido transformado performativamente en su sentido más radical, por lo que siempre habrá que indagar las condiciones de semejante transformación.

Sin duda Madres, Abuelas e Hijos anudaron de tal forma el legado, la memoria y el deseo, que provocaron la emergencia de un nuevo actor político que incluso llegó a exceder el ámbito tradicional de los derechos humanos.

Mientras los derechos humanos en otros países del mundo constituyen un subsistema de la realidad, en Argentina se cumplió la ley de todo proceso transformador: las Madres irrumpieron en la Comunidad, luego su acontecimiento disruptivo paso a la Sociedad de los organismos de derechos humanos y movimientos sociales, y por último el anudamiento se cumplió cuando la política de Estado tradujo políticamente esas luchas

Por lo mismo, ya no se trata de Antígona desafiando las leyes del Amo para evitar que el hermano «no sea matado por segunda vez». A partir de Madres, Abuelas, Hijos, la narrativa de los sobrevivientes, la construcción de testimonios que no se clausuraban solo en el dolor de las víctimas dieron forma a un porvenir de militancia y un examen ético de la sociedad y sus políticos. El 24 de marzo devino en deseo, un nuevo tipo de Deber que convoca a la dignidad, esa que, a pesar de todo, no puede ser vencida.

Cuando se cumplió el 30 aniversario del infausto día, tuve la oportunidad de escuchar aquella noche en el teatro Colón la Resurrección de Mahler. Allí supe que en el núcleo de todo proyecto de Emancipación existe e insiste aquello que no puede ser matado del todo, lo que nunca termina de morir porque de un momento a otro resucita.

Esa es la experiencia del 24 M, el deseo de estar con los 30.000 resucitando con ellos y con ellas…

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