En nuestro paso por la vida solemos transitar momentos de gran angustia y sentir que vamos cayendo en el abismo más profundo, y, nada ni nadie puede detener esa caída que parece eterna, el agobio es agónico por no saber, dónde, cómo y cuándo va a parar.
Hablo de abismo emocional, donde la tristeza, el dolor profundo, nos impide vivir, nos incapacita, nos vulnera, nos rompe por dentro.
Pueden ser varias las causas y en gran mayoría tienen que ver con contrariedades o pérdidas, y, es que el dolor por la pérdida, por las pérdidas, es parte de nuestra condición humana, de nuestra naturaleza, de la existencia atada al tiempo y a lo fugaz.
Aunque, siempre asociamos la pérdida a la muerte de un ser querido; el dolor, la tristeza y el resto de emociones, pueden ser de igual o mayor intensidad y complejidad en otras formas de pérdida, como, por ejemplo:
Pérdida de la salud: enfermedades.
Pérdida de la juventud: envejecer (o el temor a la vejez)
Pérdida de la imagen física: engordar, adelgazar, desfiguración por accidente, desfiguración por enfermedad o tratamientos.
Pérdida de la fertilidad: imposibilidad para ser madre/padre de forma biológica, abortos
Pérdida de una estabilidad económica: pérdida de trabajo
Pérdida de un ser querido: fallecimiento, rupturas sentimentales, enfrentamientos con amigos, etc.
Depende de la disposición y el apoyo que tenga la persona, afrontará esta transición propensa a confluir en crisis o “abismo” emocional
Es en ese momento que llegamos a pensar que nada tiene sentido, y, sin poder evitarlo comenzamos a caer, sin comprender por qué, sin entender el sufrimiento, con el alma perforada por el dolor que la atraviesa, caemos, y te diré, a veces, las caídas no son tan malas, se puede aprender de ellas, se puede cambiar el destino si sólo nos damos la oportunidad de abrazar el dolor, apoyarnos como podemos en la vida y comenzar un renacer emocional, renacer de tus propias cenizas como el Fénix.
Una estrategia para “renacer emocionalmente” es darnos permiso para sentir, comprender que las emociones no son malas, ni buenas, sino que son la energía que nos habilita a la reacción, por lo mismo, permitirnos sentir, sin culpa y sin vergüenza, dejará fluir ese rio de emociones que nos accederá, con el tiempo, a ser más asertivos, más perceptivos a la hora de “sobrevivir al dolor”
Pedir ayuda, es otro ítem, acudir a seres cercanos, comentarles nuestra angustia. La mirada del otro puede aclarar el panorama o simplemente nos ayude a soltar eso que nos ata al dolor.Inclusive recurrir a un profesional en salud mental, sin por eso castigarnos con viejos mitos urbanos, ni que otro nos resuelva la vida, sino alguien que intervenga como “pata” o andamiaje para salir adelante.
Animarse a decir “Adiós”, un punto fundamental en el renacer emocional. Aceptar que ya pasó, que no vale pensar en lo que pudimos haber hecho y no hicimos, poder decir adiós, no es borrar el pasado, sino apropiarse del presente, valorar el “aquí y el ahora”; sacar información de aquello que tanto nos angustió y utilizar ese conocimiento para el futuro, a sabiendas que a “ese futuro” debemos caminar sin prisa, ya que apresurarnos nos causará ansiedad obstaculizando el proceso de renacer emocionalmente
Soltar, alivianar cargas espirituales, dejar ir enviando mucha luz y mucho amor, es sinónimo de una existencia más saludable, es reconocernos y amarnos, porque mis querides, si no nos amamos nosotros, no podremos amar al otro
Reconocernos en el transcurso del renacimiento emocional, es importantísimo, es necesario sumergirse en lo más profundo de nuestro ser, bucear entre nuestras propias emociones e identificar pensamientos destructivos y constructivos; aceptar debilidades, reconocer fortalezas, admitirnos mortales y vulnerables.
Reconocernos para para poder amarnos
La introspección nos posibilitará a conectar con la voluntad de hacer algo por nosotros mismos y saber que poseemos recursos y habilidades a utilizar cuando aparezcan problemas
Deben saber que cada persona transita el duelo como puede y con las herramientas que tiene, que no es obligación sanar de apuro, que no hay fórmulas mágicas para dejar de sufrir, que soltar el dolor tiene un costo emocional e implica esfuerzo, que los protagonistas y directores de nuestra vida somos nosotros mismos, que siempre existe un “ porqué” para vivir, que el pasaje de la herida a la cicatriz conlleva asumir el dolor, que transitar ese dolor, de seguro nos hará más fuertes (“Lo que no te mata te hace más fuerte” frase de Nietzsche) …que renacer no es fácil, que la vida nos atraviesa y no podemos cambiar las situaciones externas, pero si la forma de enfrentarlas, asumirlas y reaccionar
El dolor necesita un tiempo, y mientras tanto, duele, y mientras duele podemos y debemos vivir, dotar de significado cada instante con las herramientas y oportunidades que poseemos eso es renacer emocionalmente; lo cual no es transformar el sufrimiento en alegría, ni desecharlo, sino darle un lugar en lo más profundo de nuestro ser de manera que pase a formar parte de nuestra historia sin causar más padecimiento.
“Cómo podrías renacer sin haber quedado antes reducido a cenizas.” _ Friedrich Nietzsche. (filósofo alemán del siglo XIX)
Isabel Muñoz