Sarmiento jugó un buen partido en La Boutique de Barrio Jardín y aunque estuvo a punto de quedarse con las manos vacías rescató el empate merecido en el último minuto de adición gracias a un golazo de la ingresada Victoria Illanes. Eliana Capdevilla había puesto en ventaja a Las Matadoras. Roberta Echeverría ignoró un penal para Las Maestras por mano de Franco dentro del área.
Si nos dieran a elegir, viviríamos contando historias de tardes épicas. En el fútbol, pueden elegirse los nombres y las formas. Nunca el desenlace. Por eso, aunque en el inicio de la Fase Ascenso Sarmiento consiguió en Córdoba un resultado idéntico al que había rescatado en la segunda fecha de la Fase Campeonato, lo que provocó para llegar a ese desenlace fue completamente diferente. Superador. Emocionante. Una inversión de esfuerzos que promete satisfacción a largo plazo.
Desde el inicio, la idea fue plantarse en campo contrario. Asfixiar. Sofía D’Ambrosio activó el Modo Diablo y en nada más que cinco minutos generó tres opciones clarísimas para abrir el marcador. Primero tras recibir en el área de Serena Pedersen, la tandilense que volvió a confirmar que le sobran argumentos para ser titular, y descargar rápido cuando había acumulado tres marcadoras para dejar sola a Lucía Mansilla, que no pudo darle a su definición de primera la dirección que hubiese querido para esquivar la humanidad de la debutante Lucila Rivarola. La segunda fue toda individual, porque se encargó de robar la pelota sobre la derecha y encaró con espacios, metiéndose en el área para limpiar a Franco con gambeta y definir con un puntazo ante la salida de la arquera, haciendo pasar la pelota entre sus piernas aunque con un leve roce que desvío la dirección de arco que a punto estuvo de corregir Lucía Mansilla sobre la línea, pero terminó siendo atorada entre la propia arquera y Mina, que llegó al cruce. La tercera la encontró recostada sobre la izquierda, para rodeada por cuatro marcas inventarse el espacio para sacar un centro preciso que encontró sola a Serena Pedersen. Esta se elevó y sacó un cabezazo bombeado, alto, cuya parábola superó la posición de la arquera pero cayó directo al travesaño.
La falta de efectividad, mitad por impericia y mitad por mala suerte, en esos minutos iniciales se podía lamentar. Porque Talleres juega y bien, apoyándose en futbolistas con gran manejo de pelota entre las que sobresale el delicado pie de Betina Soriano y con una explosiva nueva incorporación al ataque como la uruguaya Sofía Oxandabarat, quien por momentos dejó un surco por el extremo izquierdo del ataque. Ante ese alto nivel de exigencia, Las Maestras también pusieron un tilde verde a la labor defensiva. A diferencia de lo que había sucedido la primera vez que se vieron las caras, se rifó mucho menos la pelota en la salida. La idea de salir jugando, valiosa, se reservó exclusivamente a la circunstancia en que se encontrara el espacio y no fue esa obligación que tantas veces había llevado al error en el pasado duelo de candidatos.
La primera ocasión clara para las locales llegó desde la pelota parada. Soriano le puso potencia y veneno a un centro arco desde la derecha, Lolo Herrera interrumpió el trayecto, pero dejó la pelota viva en el área chica. Tete Varela intentó el despeje, pero apenas consiguió elevar la pelota. Franco erró el cabezazo, siempre en el área chica, y la propia Tete se jugó el físico arrojándose para despejar al córner. En ese cobro inmediato, otra vez desde los pies de Soriano, la que llegó para definir por el segundo palo fue Eliana Capdevilla y el travesaño jugó esta vez para Sarmiento. En 10 minutos, entonces, el partido era un deleite para neutrales y una alerta al corazón de todos los demás.
Lola Bermúdez, el comodín que ya fue utilizado en todas las posiciones de la defensa, ocupó el lateral izquierdo y recibió una temprana tarjeta amarilla, antes que se cumplieran los 20, que bien pudo condicionarla. Allí también el balance fue superador, porque Agustín Lavagnino confió en mantenerla en cancha hasta el final. Y La Patroncita cumplió sin jugar al límite de una nueva infracción, pero sin resignar entrega a la hora de cortar. Al otro lado de la última línea, Agostina Zeller mostró sus credenciales de guerrera en un duelo de alto voltaje con Oxandabarat e incluso cruzó toda el área para despejar sobre la línea, previo disparo al travesaño de la uruguaya, una definición de Capdevilla que, creannos, valió como un gol propio.
Con coraje, con concentración, con solidaridad y sin tomar riesgos excesivos, Las Maestras fueron sacando a Las Matadoras del campo propio y volviendo a proponer un partido de disputa en la mitad de la cancha. Una calma tensa, que amenazaba con llevar peligro a cualquier arco ante el primer acierto, ante el menor descuido. La que se descuidó, curiosamente, fue la árbitra Roberta Echeverría, quien a los 34 minutos ignoró una mano de Franco dentro del área y privó al equipo juninense de una ocasión inmejorable de ponerse en ventaja.
Si para pelear por el ascenso hace falta un equipo largo, que brinde alternativas, el sábado en Barrio Jardín invitó también a ilusionarse en ese aspecto. Agustín Lavagnino diseñó una alineación titular que dio garantías, pero además un banco de suplentes que hacía pensar que cualquier ingreso podía sacudir, potenciar, ser ganancia. El DT empezó a recurrir a esas opciones desde el inicio del segundo tiempo, dando lugar en cancha a Victoria Illanes, recuperada de una lesión que la marginó varios partidos, en reemplazo de Sofía Berenguel. La sanjuanina arrancó a 220. Se ofreció, pidió la pelota y le recordó a los que pudieran estar olvidándose que tiene una gambeta que escapa de lo común. Y aunque de a ratos conecte, de a ratos no, iba a terminar metiendo los dedos en el enchufe de La Boutique. Pero tiempo al tiempo.
Como al inicio de la primera mitad, Sarmiento volvió a pararse en campo de Talleres. No con todo el peligro de aquellos primeros cinco, pero sí merodeando, insistiendo, preocupando a un rival que sabía sufre cuando no tiene la pelota. El equipo local también empezó a mover el banco y a los 9 mandó a la cancha a su goleadora histórica Florencia Pianello en lugar de Oxandabarat, sabiendo que lo que perdería en vértigo por las bandas lo ganaba en practicidad dentro del área. Enseguida, Lolo Herrera se tuvo que estirar para sacar al córner un buen remate de Soriano. Y en ese tiro de esquina, tras un despeje inicial, la propia Beti encontró con un centro a Pianello, que definió de primera anticipando a Herrera y Varela. Aunque Agostina Zeller salvó su segundo gol sobre la línea, la pelota derivó a los pies de Eliana Capdevilla, que en el área chica aseguró con un remate potente y puso un 1-0 en el momento que la T menos lo merecía.
Hay maneras y maneras de asimilar el gol recibido. A lo largo de la Fase Campeonato, Sarmiento las conoció todas. También en ese sentido, perdón por la insistencia, el equipo invitó a creer. Ni se desordenó, ni perdió la paciencia. Danna Acevedo comenzó a ganarle los duelos físicos a Pianello. Sofía D’Ambrosio retrocedió para armar juego y reactivó la gambeta. Victoria Illanes se animó a buscar el arco y Agustín Lavagnino siguió buscando opciones, dando ingreso a Lourdes Palavecino por Serena Pedersen. Talleres tuvo alguna chance más con remates lejanos, pero ya no volvió a ahogar. Las Maestras no encontraban la puntada final, pero ganaban metros como para mantener vivo al fantasma del duelo anterior.
A los 30, Lolo salvó en dos tiempos la última gran posibilidad de Talleres de aumentar diferencias, ante un muy buen remate de Azul Ludueña, otra que ingresó picante desde el banco. A partir de entonces, se empezó a diagramar el esquema de la recuperación. Florencia Gamarra relevó a Catalina Vila y Teté Varela fue adelantando metros hasta instalarse directamente en mitad de cancha. Lourdes Palavecino se acordó del golazo a Vélez y probó con un remate lejano, recostada sobre la derecha, que aunque menos espectacular complicó a la arquera Rivarola. El local perdió peso ofensivo y Lavagnino decidió que era el momento de quitar piezas de la defensa y recargar el ataque, dando ingreso a Micaela Espinoza como última variante de la tarde, en reemplazo de Zeller.
A los 43, Lucía Mansilla estuvo a nada de hacer pagar muy caro un error de Las Matadoras en la salida. A los 48, la propia Negra no llegó por poco a capturar un buen pase filtrado de D’Ambrosio, que había retrocedido hasta mitad de cancha. De inmediato probó Coti Díaz desde lejos, pero contuvo Rivarola. Y cuando el cronómetro invitaba a desesperar, Sarmiento elaboró. 50 minutos. Danna Acevedo recuperó en defensa y condujo hasta mitad de cancha, para lanzar la pelota al pecho de Sofía D’Ambrosio. La capitana la mató, se puso de frente al arco y abrió a la proyección por la derecha de Micaela Espinoza. Esta siguió extendiendo para Lourdes Palavecino, que de primera y desde el vértice del área tiró el centro. Rivarola interceptó con los puños, hacia el otro vértice. Entonces sí. El cuento de la sanjuanina y el enchufe.
Sus primeros minutos habían sido puro vértigo. Después desconectó. Pero en el momento justo, en el lugar correcto, la sanjuanina le puso la cara interna de su botín derecho a la pelota que de primera mandó otra vez contra el arco de Rivarola. El envío fue tan preciso que superó la posición de la arquera y por el segundo palo le cayó encima a Hartivig, que custodiaba sobre la línea pero que cuando quiso despejar ya estaba adentro del arco. Viki lo gritó y lo lloró al mismo tiempo. La travesura de ir a tocar lo que en casa ajena está prohibido le apagó las luces a todo Barrio Jardín. Pero a Sarmiento le confirmó que siempre brilla al final del túnel.