Un hombre de poco más de 30 años se encuentra en calidad de aprehendido y a disposición de la justicia y deberá dar cuentas por su accionar delictivo.
Según información irreprochable, todo comenzó en la madrugada de hoy cuando, en el marco de un operativo de control, funcionarios afectados detuvieron la marcha de un Volkswagen Bora en el que se movilizaban tres personas, todas mayores. Fue en inmediaciones de las calles Alberdi y Gardel.
La conducta sobre todo el conductor, generó una serie de inconvenientes desde el comienzo ya que se negó al control de alcoholemia.
No sólo eso sino que además, trascendió que comenzaron a filmar a los trabajadores y hasta llegaron a invocar el nombre de algunos funcionarios de seguridad intentando amedrentarlos.
Cabe destacar que negarse a realizarse una alcoholemia lleva a presumir que de haberlo efectuado, el resultado no habría sido beneficioso para el hombre.
Los efectivos actuaron en consecuencia, procediendo al secuestro del rodado y el traslado de los ocupantes a dependencia policial, donde se labraron las actuaciones correspondientes.
Los individuos se fueron pero la historia no iba a terminar allí.
Durante la madrugada, el conductor del Bora se acercó al predio municipal en el que se depositan los vehículos incautados, rompió el alambrado, se apoderó del auto y se lo llevó a su domicilio.
Al advertir los responsables lo ocurrido, se inició una nueva etapa en el proceso.
Concluyó con el auto nuevamente secuestrado y el autor aprehendido y así permanecerá al menos hasta la mañana de hoy cuando deba prestar declaración ante la fiscalía de turno, por “Hurto impropio y daño”.
Al hombre, de 33 años, se le imputan, infracción al Art. 173 inciso 5, dado que al llevarse el auto, sustrae una cosa mueble propia, de quien la tiene legítimamente como consecuencia, en ésta oportunidad, del control previo.
Pero además otra de las acusaciones sobre las que deberá responder es por el daño ocasionado al alambrado del predio municipal.
No es frecuente que se desoigan las normas llegando a este extremo, pero sí, el manejo de conductores –infractores-, que “piden un favor” o que las autoridades “miren para el costado”, y ni hablar de las “historias que relatan” intentando justificar sus conductas que llegan a ser hasta inverosímiles.
