Sarmiento empató 2-2 ante Estudiantes de Buenos Aires por la tercera jornada de la Primera B de fútbol femenino y suma 7 puntos, para seguir prendido en las primeras posiciones a falta de varios partidos por disputarse.
Si la pensás dos veces, Sarmiento ganó un punto. La lectura cómoda del partido que se disputó en el Eva Perón podría sugerir todo lo contrario, porque se jugó como local y porque las pibas tardaron casi nada en ponerse en ventaja con gol de Sofía D’Ambrosio. Pero haceme caso, que si la pensás dos veces, Sarmiento ganó un punto.
No era fácil manejar los nervios y la ansiedad de estar jugando con un marco como el que hasta hoy nomás veían por televisión. No fue fácil, para colmo, hacerlo ante un rival que metió de inicio a fin. Y también raspó, con la complicidad de un arbitraje que por momentos dejó pegar de más.
El empate de Estudiantes de Buenos Aires también llegó rápido y, antes que terminara el primer tiempo, el gol que les permitió dar vuelta el marcador. Para un equipo que en lo que va del torneo nunca se había visto en desventaja, bien podía no ser fácil la situación. Para colmo, en ese primer tiempo se lesionó Valentina Berenguel y ya hubo que quemar un cambio. La buena noticia: Victoria Jancich la reemplazó como si tuviera diez partidos en Primera B.
Pero escuchá una cosa, vos que te quedaste durmiendo una siestita: si hay que meter, las pibas también meten. Y yo que vos la próxima me doy la oportunidad de ir a ver a un equipo que, fin de semana tras fin de semana, te hace salir con el pecho inflado, sabiendo que valió la pena acompañarlas.
Porque nadie le va a explicar a Romina Paye o a Florencia Gamarra de qué se trata ir al suelo, trabar con lo que sea. Porque cuando agarra la pelota Marianela Costa el fútbol parece más fácil. Porque Lucía Mansilla no se va a cansar de correr ni de pedirla, incluso cuando las cosas no salen como qusiera. Porque Sofía D’Ambrosio pareciera tener nervios de acero cuando la pone abajo de la suela en los momentos más calientes del partido.
La vamos a regalar un párrafo aparte a Melina Garialdi, que gambeteó con la magia de siempre; pero a la que la vimos meter como nunca. Tomó la voz de mandó y pegó el par de gritos necesarios cuando el equipo pareció tener un bajón anímico. Lo que cuenta en el fútbol son los goles, me vas a decir. Vos porque no la viste marcarle el espacio a D’Ambrosio para después ir a buscar el centro tirándose de palomita y poner la pelota pegadita al palo para el 2-2.
No te voy a mentir. Ahí tuvimos la sensación que las pibas lo ganaban. Pero un contragolpe de Estudiantes agarró mal parada a la defensa y la arquera Loana Herrera tuvo que salir a cortar afuera del área, con las manos, lo que le valió la expulsión. Cómo no se te va a estrujar el corazón si la ves salir llorando de impotencia. Para su tranquilidad, hizo lo que había que hacer.
Quedaba un cambio pero el cuerpo técnico metió la sorpresa del siglo y la mandó al arco a Lucía Inglese, que estaba jugando de central. Otra vez, no te voy a mentir: nos miramos con un fotógrafo y no podíamos creer. Pero los que saben estaban vestidos de verde y no eramos precisamente los panzones que tomábamos sol con el telefonito en la mano.
Con una personalidad que mete miedo en alguien que ni siquiera cumplió los 20, Inglese sacó todo lo que le tiraron. Y creeme que le tiraron de todos lados. Con una menos, con tanto roce, con la bronca del penal que no les dieron, con el marco, el cansancio, los papás, las mamás, los amigos y las amigas mucho más nerviosos que ellas… Si lo pensás dos veces, Sarmiento ganó un punto.
Por Juani Portiglia – @JIPortiglia
