Dado que las condiciones propicias para la felicidad son diferentes en cada persona, buscar un sistema de vida único y común, donde todas las personas se puedan considerar exactamente igual de felices, es prácticamente una utopía. Pero, si hay algo en lo que todos estamos de acuerdo es en que para ser feliz tiene que haber ausencia de sufrimiento.
Algunas causas que provocan sufrimiento son ajenas a nosotros y no podemos controlarlas. En cambio, el propio pensamiento, así como las actitudes y comportamientos, si están en nuestras manos. Y aunque no consigamos la felicidad como estado perfecto, si que podemos reducir los niveles de sufrimiento que nosotros mismos generamos o propiciamos. De manera que evitando o mejorando los siete aspectos siguientes daremos un paso importante hacia la felicidad.
¿Qué nos impide ser felices?
1. El miedo. Vivir con temor es el primer obstáculo hacia la felicidad. El miedo retrae y paraliza. Aunque no llegue a ser tan intenso y disfuncional como para considerarlo fobia, el temor al fracaso, a ser engañados, a ser agredidos, a ser repudiados o rechazados por los demás, es suficiente como para provocar infelicidad.
2. La preocupación. En principio, la preocupación por algo concreto y temporal, sin más, no es ningún problema. La vida está repleta de retos y dificultades que causan cierta preocupación pasajera, y que una vez superada se vuelve a los niveles habituales de tranquilidad y equilibrio. En cambio, cuando la preocupación se mantiene de forma permanente surgen los verdaderos problemas. Llegando a un estado de intranquilidad y ansiedad que conducen al sufrimiento. Es el tipo de preocupación por la seguridad de los hijos, por una posible separación de pareja, por una posible pérdida de empleo, etc. Son situaciones que mantienen a la persona en estado de alerta aún estando fuera de su control, con la consiguiente sensación de impotencia y, por tanto, de infelicidad.
3. Desconfianza. Es complicado vivir pensando que todas las personas, como norma general, solo viven por y para sus propios intereses. La desconfianza genera dudas permanentes sobre lo que nos dicen, hacen, o lo que nos ofrecen los demás, disminuyendo nuestro interés en participar o colaborar con ellos. De manera que la persona desconfiada vive angustiada, temerosa y con tendencia al aislamiento social. No se trata de “ir por la vida a pecho descubierto” y fiarnos de todo o de todos, sin más. Se trata de tener criterio propio y aprender a cuestionar la información. Pero, mientras no se demuestre lo contrario, es fundamental dar un margen de confianza a cualquiera.
Aquí, en cierto modo, se agrupan los dos puntos anteriores. Y es que la desconfianza genera miedo y preocupación.
4. Problemas de autoestima. Tanto por defecto como por exceso: en la autoestima tan malo es tener poca como tener mucha. Por un lado, infravalorarse o juzgarse inferior, impide acometer cualquier tipo de reto y, por tanto, impide alcanzar cualquier logro personal (familia, trabajo, amistades…). La persona con poca autoestima se considera inferior y se quiere poco. Consecuentemente se juzga y se cuida mal.
Por otro lado el exceso de autoestima igualmente lleva a la infelicidad, a través de sucesivas desilusiones y decepciones. Es decir, la persona con una autoestima demasiado alta tiende a ser más comparativa y a embarcarse en proyectos que, normalmente, están por encima de sus posibilidades. Esto le lleva a establecer expectativas optimistas pero irreales: “se pone el listón demasiado alto”. Y de esta forma, suele tener períodos de alegría y entusiasmo que contrasta con períodos de frustración y tristeza.
5. Desorganización. Entendiendo la desorganización como un hábito del comportamiento que conlleva no saber lo que se quiere, ni cómo se quiere. Actuar sin planificación, puede estar bien en alguna situación concreta, en un momento dado, pero como norma general es un caos. El comportamiento desorganizado conduce a tener permanentemente problemas de interacción con las personas cercanas. Conduce a iniciar actividades inadecuadas y al abandono de otras de forma precipitada. En definitiva, lleva al descontrol general. El orden o la planificación básica de las acciones, es algo imprescindible para la normal convivencia con los demás.
6. Enfocarse en el pasado. Si te enfocas mucho en el pasado, solo vives y mueres en él. Debemos aprender de las experiencias pasadas, pero dándoles un sentido de futuro. Es decir, cuando no estamos a gusto con alguna experiencia vivida, debemos preguntarnos: ¿qué he aprendido de esa experiencia? Tomándolo como aprendizaje o como una enseñanza que nos ha hecho más fuertes y más sabios. Pero ningún beneficio aporta volver una y otra vez a algo que no podemos corregir ya, porque es pasado, y que solo causa más sufrimiento.
Nota.- Me estoy refiriendo a situaciones o recuerdos molestos, pero no traumáticos. Los recuerdos traumáticos se tratan especial y particularmente en psicoterapia.
7. Pensamiento irracional. Son formas de pensar que provocan hostilidad hacia el entorno, dificultando las relaciones. La lista sería muy larga, pero los pensamientos irracionales de uso habitual más generalizado y que habría que evitar por resultar especialmente obstaculizantes son:
– El egocentrismo. Creerse el centro de todo y más importante que todo y todos.
– Los pensamientos dicotómicos. Blanco o negro, todo o nada, bueno o malo…
– La inadaptación. Sentirse desplazado del contexto social en el que se vive, estando en desacuerdo con algunas normas, con determinados comportamientos éticos o sociales y en general con lo que ve y/o escucha alrededor.
Nota.- No entro en consideraciones psicopatológicas, solo me refiero a pensamientos de uso frecuente y que son disfuncionales por dificultar, aunque sea levemente, las relaciones sociales.
Estos siete aspectos podemos considerarlos de uso habitual o normal en el día a día de muchas personas. Y como ya hemos visto, provocan o facilitan el sufrimiento propio y ajeno. Lo bueno, es que están bajo nuestro control y podemos evitarlos o mejorarlos, comenzando por ser conscientes de que están presentes en nuestras vidas.
¿Qué impide tu felicidad? ¿Es algo que está en tus manos y bajo tu control?
Autor: Fernando Barba Izquierdo