Por casi cuatro décadas, se destacó como una de las grandes fondistas de Junín, al punto de haber sido galardonada en dos ocasiones con el Mangrullo de Oro con que el Circulo de Periodistas Deportivos reconoce año a año al mejor deportista de la ciudad.
El romance de Stella Gutiérrez con el atletismo empezó a los 13 y terminó hace poco más de tres años, a causa de una lesión que ya se le había vuelto insoportable. No iba a ser fácil la decisión de dejar de correr. Dejar de hacer deporte, directamente sería imposible.
«El médico me dijo que la lesión era crónica y no tenía solución. Se me vencieron los dos arcos del pie. Es muy doloroso. Corrí 21 kilómetros en Rosario, bien. De ahí fui a correr 15 en la New Balance de Buenos Aires, también fue bien. Pero en el kilómetro 13 se me trabó la cabeza y dije no corro más. Iba sufriendo muchísimo. Llegué y le dije al profesor que no corría más. Fue mi última carrera. Al poco tiempo me dije que algo tenía que hacer, acostumbrada de toda la vida a correr», le relató a Junín 24.
A partir de entonces sería el fútbol, que ya había practicado años atrás de manera ocasional, llegando incluso a participar del equipo de UTEDyC, el encargado de llenar el vacío atlético y competitivo. Empezó practicando en Defensa, por recomendación, y al tiempo se pasaría a Villa Belgrano, el primero de los equipos que le ganó el corazón: «Fue el club que me abrió las puertas y que me permitió, más allá de entrenar, salir a jugar. Conocí a las chicas Aguad que son excelentes personas. Todas ellas. Villa es mucho para mí. Me dio la oportunidad y siempre se lo agradezco a las chicas. Además, son todas muy compañeras».
En Defensa, sin embargo, había dejado la amistad con Lean Villaruel, quien sería decisivo a la hora de convencerla de formar parte de un nuevo proyecto que la invitaba a volar: «Me dijo que tenía una propuesta, pero hasta que no le saliera no me iba a decir. Yo ya sabía que era algo relacionado al fútbol y le dije que me tuviera en cuenta. Ir a entrenar a Villa me quedaba muy lejos. Yo vivo por Respuela, me cruzaba todo Junín y corriendo. Cuando Lean puso acá en Newbery, arranqué con ellas», recordó.
Y agregó: «Éramos muy pocas cuando empecé y la gran mayoría nunca había jugado. La verdad que se hizo un grupo hermoso, somos muy compañeras. No tengo más que agradecer. No es fácil en un grupo grande llevarse bien todas. Lo que tiene Lean es que de entrada nos dijo que el respeto era lo principal».
Es que Lean Villarruel es el motor que empuja a Newbery, más allá de quién se ponga el buzo de entrenador. La llegada que tiene al plantel, desde la más grande a la más chica, no la tiene nadie. Y no hay jugadora, mucho menos Stellita, que no lo reconozca: «Significa todo para nosotras. Está siempre, te habla, te grita, te alienta. Todo. Yo tengo una relación de hace mucho tiempo, pero acá es de entrenador a jugadora. Uno tiene que saber ubicarse. Una cosa es la amistad de afuera y otra cosa la relación deportiva. Pero no hay palabras para describir lo que significa Lean acá en Newbery».
Las Aviadoras, como equipo de Primera División, tienen poco más de un año, pero en base al trabajo y al esfuerzo de las jugadoras y el cuerpo técnico han ido logrando avances que, más allá de la frialdad de los resultados, motivan a seguir proyectando: «El otro día que las vi jugando el amistoso contra Ambos Mundos, cómo ahora tocan la pelota, cómo aprendieron chicas que empezaron de cero. Todo va en los entrenadores, en las exigencias. Es todo un conjunto», remarcó Stella Gutiérrez.
Pero si todo lo que había sucedido hasta entonces, desde el atletismo hasta el fútbol, había sido el resultado de sus propias decisiones, de sus propias metas, la sorpresa con que la recibió el 2020 no la podía haber imaginado nunca. Con 18 años, su hija Tiara quiso seguir sus pasos, empezó a entrenar y es probable que pronto puedan compartir minutos oficiales en una cancha.
«Nunca hubiera imaginado que iba a terminar jugando al fútbol con mi hija. Ahora yo le digo que me sacó el lugar, que tengo que esperar. Está buenísimo, porque yo en cualquier momento voy a tener que dejar. Una tiene el estado físico, pero va perdiendo otras cosas, manejo de la pelota… Pero que esté mi hija me pone muy contenta, me gusta», destacó Stellita.
Ya con la voz y la mirada en modo mamá orgullosa, mientras Tiara se ajustaba las zapatillas para salir a correr la vuelta al ferrocarril, agregó: «Ella me decía que es como yo, le gusta todo lo que sea deporte. Hizo básquet, atletismo… Hacía fútbol pero sintético, para joder nomás. Me iba a ver siempre a mí. Se enganchó y un día me dijo quiero jugar. El otro día jugó el amistoso contra Ambos Mundos, re bien».
Stella está tratándose de una nueva lesión, en su rodilla. De los resultados de los estudios dependerá que decida operarse o no, y, en consecuencia, que pueda o no disputar el Torneo Nocturno que comienza este jueves. Antes de saber que su hija estaría por primera vez convocada para jugar, nada menos que ante Las Celestinas campeonas, ya había confesado, sin que Tiara escuche, que se pondría muy nerviosa de verla salir a la cancha. «Tengo el deseo de poder compartir aunque sea cinco o diez minutos de cancha con ella. Sabés lo que sería eso», destacó, como para que vaya tomando apunte el DT.
EL NOCTURNO
El día a día de Newbery en esta nueva aventura del fútbol femenino consiste en ir superando metas, paso a paso, haciendo escuela desde las categorías formativas y nutriendo a la Primera División con jugadoras que, en la mayoría de los casos, tienen edad de Sub-15 y Sub-17. De mantener bases y estructura, el éxito futuro está garantizado.
Pero el camino recién comienza y en este nuevo Torneo Nocturno las recibirá nada menos que Rivadavia de Junín, el equipo más laureado de la Liga Deportiva del Oeste, que cuenta con jugadoras a las que no solo les sobra el talento, sino que además se conocen de memoria.
«Nos tocó un debut con un rival muy fuerte, pero si no hay coraje no hay guerra. Más allá de lo lindo que sería sacar un buen resultado, lo importante es que las chicas se sientan satisfechas con lo hecho adentro de la cancha, que puedan dejar todo», resaltó Stella.
UN LOGRO INOLVIDABLE
A lo largo de su carrera como atleta, ha conseguido tantos éxitos que no podría recordarlos a todos. Sí pudo, sin embargo, destacar uno que la marcó de manera especial: «Fue uno de los últimos. Un Nacional que se hizo en Zapala al que no quería ir. Me convencieron. Me dije que era el último, porque son viajes de unos cuantos días. Gracias a mi familia que me incentivó, fue hermoso, una gran experiencia. De acá nos mandaron a tres nomás, porque habíamos sido los mejores en un Provincial, que creo se hizo en Tandil. Viajé con Ariel Molina, que falleció. También me marcó mucho eso porque siempre fue un excelente compañero«.
Por Juani Portiglia