Las ferias de venta de usados y de intercambio de productos o trueque son cada vez más frecuentes en la provincia, mientras el comercio bonaerense sufre los embates de la caída del consumo, el aumento de los alquileres y las tarifas.
En Mar del Plata, una de las localidades más castigadas por la desocupación según cifras oficiales, la presencia de feriantes se incrementó en las plazas ante las dificultades económicas. Los martes y viernes, por ejemplo, en la plaza Rocha, entre Luro y San Martín, no sólo se ven los típicos gazebos, sino que también muchos vendedores se ubican en rincones con sólo una manta o un perchero.
«Es una feria de emergencia social», describió al diario La Capital la concejal de Unidad Ciudadana, Marina Santoro. «Hay dos puntos fundamentales en ese tema. El primero, y más urgente, es la cuestión social de Mar del Plata y Batán, que tiene que ver con los altos índices de desocupación que no paran de crecer», agregó.
El escenario se repite en varias localidades del conurbano, pero también comienza a ser frecuente en el interior. En Ramallo, por ejemplo, se organiza un encuentro de «prosumidores»: productores y consumidores que intercambian bienes y servicios sin que haya dinero de por medio.
«El balance es muy positivo. Todos nos fuimos muy contentos y comenzaron a crearse lazos de solidaridad y respeto mutuo. Creemos que este nodo va a crecer mucho y esperamos que continúe de la manera en que comenzó. Vayamos creando ideas entre todos para mejorar y ayudarnos», expresaron a través de las redes sociales tras el primer encuentro celebrado días atrás.
Esta modalidad también se repite en Junín, en el barrio Bicentenario, donde incluso se cambia ropa por comida, según advierten los mismos vecinos que participan de la feria, improvisada con mantas en el piso.
Pero el fenómeno no comenzó ahora: en el conurbano, algunos espacios de trueque y venta de usados funcionan desde hace un año y medio. Ese es el caso de «El Galpón», en Temperley, un lugar que los vecinos alquilan dos veces por semana para canjear distintos productos, entre los que se destacan ropa y alimentos. O de otros espacios al que los vecinos llamaron Pepe Fragata o El Rancho de Don Pedro en San Francisco Solano o Manos Unidas en Ezeiza.
Pero también esta modalidad es frecuente a través de redes sociales como Facebook. En grupos cerrados, los usuarios de distintos barrios y ciudades ponen en consideración diferentes tipos de productos por los que piden a cambio algo en particular.
El comercio en alerta
Mientras tanto, el comercio bonaerense sufre las consecuencias del aumento de tarifas y de alquileres, y de la caída del consumo. Mientras que desde el sector muestran preocupación por la venta informal.
En ese sentido, desde el Nucleamiento Empresarial del Noroeste Bonaerense reclamaron la semana pasada contra la venta ilegal de diferentes productos en las distintas localidades de la región, que según se advirtió, creció además en casas particulares, bajo la modalidad de «showrooms» y «ventas de garaje», así como también a través de las redes sociales.
No obstante, la baja en las ventas es un problema fundamental. Al respecto, el presidente del Centro Comercial, Industrial y Servicios de Chivilcoy, Jorge Ballerini, lamentó que «se piensa cómo comprar la comida y no ir a comprar una ropa o un par de zapatillas».
«Estamos atravesando por una situación muy compleja y para que se revierta se tiene que reactivar la producción. Tiene que haber más trabajo para que la gente esté más tranquila. Los sueldos quedaron muy retrasados con el aumento del dólar y la inflación», estimó en declaraciones al diario La Razón.
En Olavarría, el titular de la Cámara Empresaria local (CEO), Mario Antista, también analizó la realidad y sostuvo que «hay preocupación en el sector» y que el principal problema es «la retracción del consumo». Locales desocupados, liquidaciones por cierre o por cambio de firma y promociones que intentan incrementar aunque sea un poco más las ventas, según informó el diario El Popular.
En La Plata, un reciente relevamiento dio cuenta que casi el 10% de los locales comerciales están vacíos. Mientras que en la capital provincial también crece la venta callejera en parques y plazas.