Pablo MagninSarmiento

Verde, me gusta cuando me hacés sufrir así

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¡Qué manera de sufrir, Sarmiento! Y qué importa si era o no era necesario si al final terminamos todos abrazados, convirtiendo el jueves en fin de semana de brindis para celebrar este primer triunfo en la flamante Primera Nacional.

Sí hasta llegamos a pensar dos veces, Verde, que todavía estabas demasiado verde. Lo pasaste a ganar al minuto con ese gol de Pombo, que mejoró y mucho su producción del debut en casa, pero te lo empatan un minuto después en una amateureada defensiva.

Sí hasta creímos que nos estabas jodiendo, Sarmiento, cuando Magnin nos volvió a poner adelante pateando con sangre fría y efectividad el bien cobrado penal y otra vez te lo empatan antes de dejarnos terminar de festejar.

Y hablando del siete, qué hombre este Magnin. Mucho, mucho más que una cara bonita. Abrió el arco que se le cerró en el Eva Perón y puso el 3-2 para cerrar un primer tiempo de locos. Locos por vos, Sarmiento.

Para el segundo tiempo me tuve que clavar la pastilla que me recomendó el médico para el corazón. Mala mía la decisión de bajarla con birra.

Y parece que el fármaco hizo efecto en Alta Córdoba, porque tanto a Instituto cómo a Sarmiento le bajaron las pulsaciones y hasta me dieron tiempo de enamorarme de la jueza de línea. ¿La vieron?

Junté fuerzas y me paré para aplaudir a Magnin, cuando Delfino decidió sacarlo para mandar a la cancha a Quiroga. Bien por el DT que lo planchó después de tanto vértigo y permitió que transcurrieran en calma los minutos previos al final.

Me gusta cuando me hacés sufrir así, Sarmiento. Pero tampoco te relajes, porque en el amor también me gusta que me den paz.

Por Juani Portiglia – @JIPortiglia

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