Batman abandonó ciudad Gótica y se trasladó a La Plata. El superhéroe que lucha contra los delincuentes encontró ahora otra vocación: despertar sonrisas en los niños internados en el hospital «Sor María Ludovica» de La Plata.
Bruno Díaz -la identidad secreta de este personaje- está del otro lado de la línea del teléfono. A diferencia del original, este personaje argentino no salió de ningún cómic: es de carne y hueso y decidió apelar a la fantasía y el anonimato para emprender su proyecto solidario. «Magia y transparencia» son las primeras dos palabras que quiere destacar. No revela su identidad para alimentar esa «magia» y publica todo lo que hace en su página de Facebook (sí, los superhéroes modernos se tuvieron que adaptar) para sostener esa «transparencia».
No da muchos detalles de su vida personal. A diferencia del legendario personaje creado por Bob Kane y Bill Finger, cuenta que tiene 26 años en la docencia de grado y una familia que lo acompaña. En lo que refiere a su trabajo como voluntario, sin embargo, deja todo al descubierto: «Me siento un superhéroe con poderes de cambiar aunque sea por un momento esa realidad que están viviendo quienes están del otro lado de la puerta del hospital», dice.
Como todo «hombre murciélago» cuenta con sus armas: lápices de colores, resmas de papel y golosinas. Deja su rol de civil y sale todos los viernes a la noche con su disfraz a bordo de su batimóvil, un Renault Fluence negro que «tuneó» con sus propias manos: Batman no sería Batman sin su espectacular vehículo. Llega al «Sor María Ludovica», se sienta en la capilla «a hacer su oración de agradecimiento por estar de este lado» y busca a las hermanas que viven en el hospital para hacer su recorrido habitual por las salas.
«Es una visita muy fugaz. No me quedo mucho tiempo para no generar vínculos allegados con los chicos porque nos haría mal a los dos. Hay chicos que están meses internados y hay otros que pocos días, pero me ha pasado de encontrar camas vacías y a veces es porque les dieron el alta y otras porque fallecieron», cuenta. A los más chicos les entrega los lápices, dibujos para colorear y una bolsa de caramelos y chupetines; a los grandes, en cambio, los desafía a una partida de ta-te-ti magnético. «Trato de sacarlos aunque sea por un momento de esa tristeza que están viniendo, no solo a ellos sino también a sus familias», añade.
Batman Inicia
Su espíritu solidario lo acompañó a lo largo de toda su vida. En un principio, organizaba colectas de útiles y alimentos en las escuelas. Pero, ¿cómo decidió colgarse la capa? «Lo que me dio el empujón fue ver la película Batman Inicia, la primera de la trilogía del director Christopher Nolan, que muestra un Batman muy humano y narra por qué decide hacer eso. Gotica me hizo acordar, lamentablemente, a la realidad de nuestro país. Fue el superhéroe que más me atrajo de chico porque es un símbolo de justicia», explica Bruno.
Vistió su primer disfraz de Batman el 2 de abril de 2013, el día en el que media ciudad quedó sumida bajo el agua producto de las inundaciones. Compró un traje de neoprene, le agregó el logo amarillo en el pecho y se calzó una capa y unas botas de nieve negras. Visitó el hospital a la mañana «de civil» y dijo que Batman le había encomendado averiguar qué faltaba para llevarlo esa misma tarde. «La misma persona que me había atendido horas antes no lo podía creer cuando me vio con el traje, pensó que era una broma», reveló entre risas.
A partir de ese día, tomó el compromiso y todos los viernes alrededor de las siete de la tarde se transforma en el caballero de la noche. La diferencia es que ahora lo hace con un traje más sofisticado que imitó de uno que le había hecho un diseñador tiempo atrás, pero que dejó de usar porque ya estaba muy gastado.
Los Batiencuentros, un festival solidario
Este año fue el tercer aniversario de sus aventuras en el hospital y decidió dar un paso más: organizó un festival de recaudación y lo llamó «batiencuentro». Consiste en dos eventos al año, en mayo y en noviembre. «Consta de una entrada que se cobra e incluye una pizza y sorteos. Hay comerciantes y empresas que donan productos y los usamos para sortear. Con el dinero que se recauda se compran insumos que necesita el hospital. Este año vino tanta gente que pudimos comprar televisores LCD para renovar los que tenían las salas, que eran antiguos y muy pequeños», detalla.
Para él la transparencia es una pieza fundamental de su proyecto y lo remarca cada vez que puede: «Con el dinero que recibo voy yo personalmente a los locales, publico dónde compro, una copia de la factura y, esta última vez, fotos de cómo quedaron las salas con los nuevos televisores».