A 23 años del asesinato de José Luis Cabezas, Miguel Wiñazki, Hugo Ropero y Guillermo Cantón comparten anécdotas que vivieron con el reportero gráfico.
José Luis Cabezas fue asesinado por una banda liderada por policías el 25 de enero de 1995. El grupo delictivo “Los horneros” lo secuestró a la salida del cumpleaños del empresario Oscar Andreani, en Pinamar. Lo golpearon, le dispararon en la cabeza y quemaron su cuerpo dentro del Ford Fiesta que el propio Cabezas utilizaba para trabajar en la costa. Los restos del vehículo fueron encontrados en una cava de la localidad bonaerense de General Madariaga.
Miguel Wiñazki: “Cabezas era muy joven y ya era un maestro”
Desde aquel terrible episodio, los ojos se posaron sobre el empresario Alfredo Yabrán, quien había sido denunciado en 1995 por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo. Cabezas había logrado lo que nadie había podido hacer, dar a conocer a todos los argentinos la cara del empresario denunciado. Aquella imagen fue tapa de la revista Noticias en marzo de 1996, así como el detonante para que Yabrán perdiera lo único que lo protegía: el anonimato.
Guillermo Cantón: “Alguna vez dije que José Luis fue el último reportero gráfico. Tenía un poder en el valor de sus fotos, que hoy ha desaparecido”
Un año después, en mayo de 1998, Yabrán daría fin a su vida con un disparo de escopeta en el rostro. Estaba solo en el baño de una estancia de su propiedad, en la provincia de Entre Ríos.
Hugo Ropero: “José Luis era un tipo que le hacía hacer a los entrevistados lo que él quería. Tenía un poder de convicción muy fuerte”.
A 23 años del brutal asesinato de Cabezas, tres amigos del querido reportero gráfico visitaron Radio Mitre para a la persona detrás del valiente fotógrafo. Miguel Wiñazki, Guillermo Cantón y Hugo Ropero, repasaron anécdotas que vivieron junto a Cabezas y contaron qué significa para ellos la ausencia de José Luis.
“Me encuentro con José Luis Cabezas dentro de un avión. Fue una casualidad. Él había ido a hacer una nota a Nicaragua, estaba con Edi Zunino, compañero nuestro. Pero me dice que no estaba ahí. ‘No tenía VISA, lo hicieron dormir en una cárcel, pero va a venir’, me contó. José Luis empieza a preguntar a las autoridades y en un momento en comisario dice que el avión se va. Entonces, empieza a desprenderse la manga del avión y José Luis planta una pierna en la manga y otra, en el avión. La manga se iba expandiendo y el abismo era cada vez más grande. (…) No se movió. Milagrosamente, apareció Zunino escoltado por unos patovicas. Yo cuento esta anécdota porque ese era José Luis Cabezas; esa lealtad, ese coraje, esa tenacidad y ese capricho, en el mejor de los sentidos morales, que fue lo que nos hizo aprender tanto y, tal vez, lo que determinó que unas bestias le quitaran la vida”.
“José Luis es una gran ausencia. Falta porque enseñaba con la precisión y la obsesión que tenía para sacar fotos. Podía estar todo el tiempo del mundo. Uno, como cronista, a veces sentía que invadía demasiado al entrevistado. Falta esa pedagogía que supo tener, conjuntamente con una gran humildad para encontrar la foto con una tenacidad muy infrecuente. Era muy joven y ya era un maestro“.
“Uno hace amigos por dos razones: por lo que se tiene en común y por lo que tenemos en distinto. Con José Luis eramos amigos, eramos muy diferentes y eso era lo que definía nuestro vinculo. Él era un muchacho del Conurbano, de Avellaneda, yo nací y me crié en un pueblo; fui universitario y él era autodidacta; él era expansivo, temperamental, yo soy más vale, frío. Eso nos generaba un vinculo que hacia que nos divirtiéramos mucho. Incluso eramos diferentes fotográficamente, él salía a hacer una nota con una foto en la cabeza. Tenía en la cabeza la nota y la pensaba antes de salir. yo tenía un sistema de trabajar diferente, espontáneo. Eso no tenia nada que ver con los resultados, al contrario. Sus resultados eran excelentes. Así nos hicimos amigos y construimos una relacione basada en las diferencias“.
“El lugar de poder que tenía el periodista ha cambiado de lugar, se ha diluido. Precisamente por eso, fue asesinado (Cabezas). (…) Alguna vez dije que José Luis fue el último reportero gráfico. Tenía un poder en el valor de sus fotos, que hoy ha desaparecido”.
“José Luis era un personaje, un tipo muy gracioso. Lo recuerdo como un tipo muy jodón. Había algunos personajes a los que esas jodas que él hacía no le gustaban nada y lo tenían entre ceja y ceja. Él tenía esa ambivalencia. Me acuerdo que una vez lo mandamos a Canadá a hacer una nota y en el Free Shop se compró unas botas texanas. En esa época daban el Superagente 86 y tenía un personaje que se llamaba Simón el agradable, un espía de Kaos. que se reía cámara. Cuando llegó de Canadá, José Luis me mostró las botitas y me sonrió como este personaje “el alegre”. Lamentablemente, cuando encontraron el cadáver de Jose Luis, acostado en el auto, con las piernas afuera, lo único que se salvó del incendio fueron las botitas“.
“Siento que en el periodismo falta el condimento de verdad que tenía la imagen fotográfica. José Luis era un tipo que le hacía hacer a los entrevistados lo que él quería. Tenía un poder de convicción muy fuerte. Por ejemplo, a (Oscar) Andreani (empresario del correo), lo hizo vestir de cartero. Le sacó una foto con una carta en la mano. O a (Graciela Fernández) Meijide, le sacó una foto en medio de unas elecciones que si las ganaba era Gardel. La hizo vestir de Gardel y de la Gioconda. Esas son las cosas que faltan hoy en día”.
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