El comienzo del año parece ahora menos prometedor para el consumo que lo que se había visto, inicialmente, en enero. El uso de la tarjeta que hacen los argentinos se desaceleró levemente el mes pasado, al caer casi 4 por ciento en cantidad de transacciones respecto de marzo; y al achicar del 14 por ciento al 10 el crecimiento que venían alcanzando en comparación con igual época del año pasado.
El monto abonado por esta vía se mantuvo estancado, al mismo tiempo, y redujo su avance del 35% al 26% interanual, a un nivel ya inferior a la inflación acumulada.
Los datos privados, a los que tuvo acceso este diario, surgen de los registros que la tarjeta Visa distribuye mensualmente como información confidencial a los bancos. Esta compañía concentra hoy, en la Argentina, el 65% de los pagos que se hacen con plásticos. Sus informes revelaron un retroceso del 3% mensual en las transacciones con débito y del 4,6% en las de crédito (así, la expansión se redujo de 15% a 13% interanual y de 10% a 7%, respectivamente).
Los bancos siguen con preocupación estas cifras, en un momento en que algunos funcionarios del Gobierno suelen desestimar públicamente la caída del consumo. Y que llegan a considerar que las mediciones que hace el INDEC en supermercados y shoppings, son poco representativas porque no incluyen a los centros mayoristas ni a los pequeños comercios.
Los números de Visa no parecen mostrar una realidad muy diferente a la del INDEC. Reflejan que, en abril, no sólo cayó 3% la cantidad de transacciones con débito sino que se estancó el montos de financiamiento. De acuerdo con esto, en este mes las familias no sólo decidieron moderar sus gastos en los comercios sino que, simultáneamente, optaron por acudir con menor frecuencia a los centros de compra.
A esto se le suma un drástico cambio de hábito en el consumo que se percibe desde febrero, cuando el Gobierno forzó a los comercios a «transparentar» los costos de financiamiento para evitar engaños sobre las cuotas sin interés.
Actualmente, los argentinos usan los plásticos casi en igual proporción para débito y crédito: un 48% y un 52%, respectivamente. Así y todo, tres de cada cuatro veces que usan la tarjeta de crédito lo hacen para realizar compras en un sólo pago; y sólo una para abonarlas en más de dos cuotas.
Este fenómeno se vio profundizado en los últimos tres meses. Los usuarios de plásticos resolvieron desde febrero ajustar fuertemente las compras que hacían en cuotas. La cantidad de transacciones en más de un pago quedó, en abril, un 12% por debajo del nivel que tenía en igual mes del año pasado. Y muestra así que tarda en recuperarse del derrumbe que le había deparado el anuncio del plan «precios transparentes», en febrero pasado, cuando quedó con una caída del 24% interanual.
Los planes en cuotas se ven afectados, también, por una «retirada» del mercado que se empezó a notar en el «Ahora12», la iniciativa kirchnerista que desde sus inicios buscó promover las compras con bajo (ya no «sin») interés. Por este canal hubo en abril sólo 817 millones de transacciones, la mitad que el año pasado, por un total de $3.361 millones (un 20% menos, en términos nominales, que en 2017). El Ahora12 se desarma y pierde participación: sólo representa, ya, un 7% del mercado.
Según Visa, el retroceso de las cuotas es mayor en los pequeños comercios: mientras en los grandes centros la caída interanual fue de 8% en abril, en los más chicos llegó a ser de 14%. La dinámica del consumo, al menos por ahora, no parece convalidar la intuición oficial.