Dos departamentos en Capital Federal, donde viven la mujer y la hija del ex secretario de Obras Públicas, José López, fueron allanados en las ultimas horas por orden del juez federal Daniel Rafecas ante la sospecha de que forman parte del patrimonio del ex funcionario detenido y procesado por presunto enriquecimiento ilícito.
A su vez, el magistrado tomó testimonio a dos de las monjas del convento de General Rodríguez donde fue detenido López, en junio del año pasado, intentando ingresar bolsos con nueve millones de dólares, pero reiteraron que su actividad en ese lugar se limitaba a orar.
Los allanamientos se realizaron en los departamentos 10 B y 13 B del edificio ubicado en Las Heras 2032, en el barrio metropolitano de Palermo, donde residen María Amalia Díaz, esposa de López y también procesada por el mismo delito que su marido, junto a una de las hijas menores, y una hija mayor del ex secretario de Obras Públicas.
Los allanamientos se concretaron luego de que la Sala II de la Cámara Federal porteña confirmó los procesamientos y ordenó profundizar la investigación en el entorno de López.
El segundo de los departamentos es alquilado y pertenece al propietario de la firma «Marketing y Eventos», Carlos Gianni, que fue proveedor de viajes y para el montaje de stands durante el anterior gobierno.
Las monjas que pasaron por Comodoro Py son Marcela y María, quienes aseguraron que su labor dentro de la comunidad era orar y asisitir a la superior, la religiosa Alba, quien está enferma por su avanzada edad y fue declarada inimputable.
Las religiosas aseguraron que no recibían visitas en el lugar y explicaron cómo es el día a día en el convento donde el 14 de junio pasado fue detenido López tratando ingresar con dinero que, según declaró, provena «de la política» aunque sin dar otros detalles.
Ademas de López y su mujer, están procesados el contador Andrés Galera y el empresario Eduardo Gutiérrez, señalados como testaferros de López, quien sería el dueño real de las casa donde vivía en Nordelta.
La Cámara revocó el sobreseimiento de la monja Inés Aparicio, que estaba aquella noche en el convento, y dictó su procesamiento sin prisión preventiva.