Este lunes debía empezar la construcción del puente, el martes llegará la luz eléctrica a la aldea, y el aula satélite funcionará a partir de la próxima semana.
Hace unos días se conoció la conmovedora de historia de 45 chicos en la aldea mbya de Chafariz, en Misiones, que cruzaban todos los días un torrentoso arroyo de unos 26 metros de ancho y un metro de profundidad para llegar al colegio, mojados y tiritando del frío.
«A veces llegan tiritando de frío, pero cuando el arroyo está crecido por las lluvias les pedimos que no vengan, que no se arriesguen porque la corriente los puede arrastrar», explicó la maestra Melly Paniagua, al diario Clarín.
Los más chicos explican que los más grandes -entre ellos los tres maestros auxiliares mbya- se encargan de cuidarlos, ya que en el peligroso cruce del arroyo el agua les llega al cuello. Francisco, un maestro auxiliar de 22 años, Nelson (8 años) y Nicanor (13 años), cuentan que todos los días se levantan a las 6 para en media hora emprender el viaje.
«Nos sacamos la ropa para no mojarnos, o llevamos otra muda para poder cambiarnos. A los más chicos les agarramos de la mano y siempre buscamos pasar por el mismo lugar», explicaron los mbya. Y agregaron: «Ya conocemos y sabemos por dónde es más playo».
Los estudiantes mbya que cursan la secundaria cuentan con las notebook entregadas por el Estado, pero el uso queda restringido casi exclusivamente al aula, ya que en sus casas no tienen forma de recargar las baterías. La de Chafariz es una comunidad ejemplar. Pese al abandono del sector político, el cacique Méndez cuenta orgulloso que todos los chicos de su aldea asisten a la escuela y que, con el puente, lograrían bajar el ausentismo.
