Si bien aún no se conocen datos oficiales, un relevamiento determinó que este año ninguna provincia alcanzó los 190 días de clases propuestos en el calendario oficial y muy pocas alcanzarán el piso de 180 días que exige cumplir la ley 25.864.
Hay que recordar que para lograrlo, la misma ley en su artículo 2° indica que «cada jurisdicción deberá tomar las medidas necesarias para recuperar los días perdidos». Esta norma, que se sancionó en 2003, fue celebrada en el discurso oficial como un logro de la gestión kirchnerista, pero la realidad muestra que nunca se cumplió en totalidad.
Este año se realizaron cuatro paros nacionales convocados por las centrales gremiales Ctera, UDA, Sadop y CEA. A esto hay sumarles los conflictos puntuales en cada provincia.
Santa Cruz y Tierra del Fuego, las que perdieron más días
La provincia de Santa Cruz es el distrito con menor cantidad de días efectivos de clase dictados, ya que según el propio ministro de Educación, Esteban Bullrich, sus alumnos apenas tuvieron 90 días durante el presente ciclo lectivo. Eso significa que perdieron al menos 100 días de clase. Es tan grave el problema en la provincia gobernada por Alicia Kirchner, que derivó en una polémica con la Nación por la validez de los títulos otorgados este año en ese distrito.
Existen otros casos graves como en Tierra del Fuego, donde se estima que se perdieron entre 60 y 70 días de clase efectivos. Cabe recordar que el ciclo lectivo recién comenzó el 24 de mayo, ya que un conflicto gremial extendido impidió una normal iniciación. En Neuquén se perdieron entre 25 y 29 días, por eso el ministerio de Educación provincial decidió extender el año escolar una semana más. En Catamarca fueron 28 días sin clase y en entre Ríos, más de 20.
En la provincia de Buenos Aires se perdieron 17 días por conflictos gremiales, pero en algunos municipios esa cifra es mayor porque muchas escuelas no pudieron dictar clases con normalidad por paros de auxiliares. Los docentes bonaerenses comenzaron su plan de lucha los días 24 y 29 de febrero; y luego se agregaron el 4, 11, 19 y 29 de abril; 19 y 24 de mayo; 2 de junio; 1 de julio y 1, 23 y 24 de agosto. En septiembre hubo medidas el 1; 14 y 27; en octubre el 25; noviembre el 4 y 10.
Por lo menos, todas las provincias perdieron cuatro días por los paros nacionales que tuvieron un alto acatamiento, pero sumados a los conflictos locales se perdieron más días en Santa Fe (15), Chaco (14), La Rioja (14), Córdoba (10), Corrientes (8), San Juan (8), Jujuy (8), Formosa (6) Mendoza (5), Ciudad de Buenos Aires (5), La Pampa (4), Salta (4) y Misiones (4).
Escuelas públicas, más perjudicadas por los paros
Generalmente las escuelas públicas son las más castigadas por los conflictos gremiales. Este es sin duda el mayor motivo por el cual entre 2003 y 2015, 433.549 alumnos cambiaron la oferta pública por la privada, según un informe presentado por el Centro de Estudios de la Educación Argentina, de la Universidad de Belgrano.
El ausentismo docente sigue siendo la mayor preocupación de los padres, así lo señalan distintas encuestas. Según las últimas Pruebas PISA (2012) en las que Argentina participó [en 2015 fue excluida], el promedio mundial indica que el ausentismo de los docentes afecta al 13% de los estudiantes, pero en nuestro país este porcentaje asciende al 59%, y es uno de los más altos del mundo.
La ley que no se cumple
La ley 25. 864 tiene un objetivo que no da lugar a interpretaciones ambiguas: se deben recuperar los días perdidos para igualar las posibilidades educativas de todos los alumnos del país.
Un informe de la Fundación CEPP ya mostraba en el año 2008 que la Argentina contaba con el ciclo lectivo más corto de América latina. Costa Rica lideraba en la región, aún sigue haciéndolo, con 205 días, mientras países como Chile, Brasil, México o Perú, que se proponen 195 o 200 días, promediaban 185 o 190 efectivos. Todos pierden jornadas de clases por razones similares a las argentinas, pero su promedio es más alto porque también se plantean dictar más horas efectivas. En el caso de Chile planifican alcanzar 1.100 horas anuales, en Perú 900 y la Argentina, 720.
Horas de clase
De esta manera un alumno de Chile termina recibiendo en sus primeros siete años de educación primaria más de 2.000 horas de clase que uno argentino en el mismo periodo.
Para algunos países de la región, la recuperación de días es una decisión política innegociable. El ejemplo más potente lo aportó Chile, cuando en 2010 llevó adelante un programa especialmente diseñado para recuperar los días de clases no dictados en las zonas afectadas por un terremoto catastrófico, lo hicieron unificando turnos en escuelas de doble jornada que resistieron el sismo, habilitando aulas modulares o también dictando clases en clubes o iglesias.
Hoy, a pesar de tener una ley votada por todo el arco político que obliga a la recuperación de días perdidos, es casi imposible lograrlo; aún en aquellas escuelas donde se dicta el ciclo lectivo regularmente. Se esgrimen razones como el cansancio, el clima, la falta de incentivos y hasta la planificación familiar; todas cuestiones entendibles y justificables pero que deberían ser atendidas durante el año en curso, para no discutirlas en diciembre apretados por el calendario.
Que todos los chicos argentinos tengan las mismas jornadas escolares anuales es principalmente responsabilidad de las autoridades, pero la convicción de llevarlo adelante también debe involucrar a los docentes y los padres, actores irremplazables para acompañar ese proceso, sin dudas complejo e incómodo, pero necesario.
Quizás la voluntad política inalterable de cumplir con los objetivos trazados que están teniendo países de la región esté entre las razones por las que algunos de ellos comenzaron a obtener mejores indicadores en calidad educativa.