Antonio Carrizocalabromasel contraJuan Carlos Calabro

«El Contra», reseña retro de MurdockCopes

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En 1973 nace en el programa El chupete un sketch llamado El Contra -aunque ya registraba apariciones en «Telecómicos» con el nombre El admirador, según él mismo afirmaba- «Renato Pasalaqua», tal el nombre del personaje de «El Contra», siempre llegaba a un bar donde Marcos Zucker estaba esperando a un famoso, que luego llegaba y al que hacía enojar, primero confundiéndolos con otras personas y luego contradiciéndolo.

Algo destacado de «El Contra» es que siempre llamaba a un camarero llamado Pedro, se le oía frecuentemente, al llegar un invitado, gritar, a la par que hacía como que miraba a alguien fuera del alcance de la cámara: «¡Pedro, mirá quién vino!». El camarero es del café «Tabac» de Buenos Aires, café sito en la esquina de las avenidas Coronel Díaz y Avenida del Libertador (en el video donde se entrevista a Pedro es posible ver el dibujo de una hoja de tabaco en la pared, monograma de dicho café), lugar que Juan Carlos Calabró frecuentaba. La dupla con Marcos Zucker se mantendría por muchos años y pasando por diferentes programas y canales (el sketch de El Contra pasó a ser parte de Calabromas) hasta que en 1980, se separan.

En 1981 y solo por un año, el partenaire de Calabró (siempre dentro de Calabromas) sería Fernando Bravo. En 1982, pasa este sketch al programa Operación Ja-Já con Gerardo Sofovich -el guionista y director del programa- como compañero del personaje. Allí se mantendría hasta 1984. En 1987, comparte programa con otro personaje clásico de Sofovich, ese programa se llamó “El contra y el hijo de Don Mateo”.

Pero recién en 1989, empieza con el programa íntegramente dedicado al personaje Toda estrella tiene contra haciendo dupla con Antonio Carrizo. Este envío se desarrolló entre 1989 y 1997. En 2003, volvió la misma dupla. En 2012, tendrá participación especial, haciendo dupla con Ricardo Fort en el ciclo Fort Night Show.

Si nos referimos a su trayectoria en la pantalla grande, Juan Carlos Calabró filmó 16 películas durante su carrera artística, entre ellas: Gran valor, Gran valor en la Facultad de Medicina, Diablito de barrio, Villa Cariño, Villa Cariño está que arde. También realizó varios cameos junto al humorista Luis Sandrini, quien se despedía definitivamente del cine. Entre ellas figuran: La fiesta de todos (1978) y Frutilla (1980).

Otras obras recordadas son las protagonizadas junto a otra estrella del espectáculo cómico argentino, Juan Carlos Altavista (en su papel de «Minguito Tinguitella»): Mingo y Aníbal, dos pelotazos en contra (1984), Mingo y Aníbal contra los fantasmas (1985) y el clásico del humor absurdo-bizarro por excelencia del cine argentino: Mingo y Aníbal en la mansión embrujada (1986).

En 1987 llevó al cine otro personaje que también pertenecía a la factoría del exitoso programa Calabromas: Johny Tolengo, el majestuoso. Junto a Susana Giménez compartió cartel en tres películas que fueron Donde duermen dos, duermen tres, Yo también tengo fiaca y Me sobra un marido.

En 1999 participó de la exitosa serie televisiva Campeones de la vida y en la primera mitad de la década siguiente, volvió a protagonizar El Contra y colaboró con algunos capítulos de la telenovela Padre Coraje en 2004.
Editó en vinilos La vida en Calabromas. Como su personaje Johny Tolengo publicó el vinilo y casete Johny Tolengo el majestuoso en 1986 y Mis amigos los pibes en 1987. En 2005 hizo apariciones esporádicas con la obra Calabró + Calabró, donde el humorista compartía el escenario con su hija Iliana, desplegando su clásico humor familiar.

«Si me pongo una camisa y no tengo el pañuelo del mismo color siento que estoy mal vestido», dijo alguna vez y esa descripción lo pintaba de cuerpo entero. Porque a su historia la atravesó el compromiso y la obsesión por lograr la perfección en un mundo imperfecto. Un tipo tímido y obsesivo que se convirtió en el último gran capocómico argentino.

esa vida que se apagó el 5 de noviembre de 2013 también estuvieron los momentos tristes. Cinco años de depresión a comienzos de la década del 90, cuando mermó el entusiasmo y las ganas de divertir a los demás. Una enfermedad que afrontó lo mejor que pudo, refugiándose como siempre en Coca, Iliana y Marina, y que lo llevó por primera vez a la consulta de un psiquiatra. Más tarde, el problema en su médula ósea que lo enfrentó a la incomodidad y desazón de tener que someterse a diálisis.

Aunque era consciente de su edad y de su estado de salud, Juan Carlos nunca bajó los brazos ni como marido, ni como padre, ni como abuelo, los tres papeles que más quiso y que mejor representó.

Escribió para Junin24
Matias Ezequiel «MurDock» Copes

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