Durante el 2018, se destruyeron 191.300 puestos de trabajo y hubo un retroceso del salario resal del 13,61 por ciento, según cifras de la Secretaría de Trabajo.
Según los especialistas, por cada puesto de trabajo registrado que se destruye, el empleo formal pierde un promedio de dos vacantes. Por lo tanto, se podría estimar que la crisis ya se llevó más de 600.000 puestos.
Es que mientras la tasa de incorporación a la población económicamente activa se calcula en el 1,1% -porcentaje mínimo que debería avanzar la creación de trabajo para mantener el desempleo estable-, la cantidad de trabajadores formales retrocedió un 1,5% de forma interanual.
Los peores indicadores se evidenciaron en el sector de asalariados del sector privado. La cantidad de asalariados privados no solamente se redujo en 130.800 vacantes, sino que incluso se encuentra por debajo del nivel registrado en 2014.
Las caídas más sustanciales del año se observan en la industria, comercio y construcción -las ramas con mayor participación en el empleo total- con un desplome de 61.000, 36.300 y 13.600 puestos, respectivamente.
Por el contrario, el agro, la explotación de minas y canteras y la pesca tuvieron un dinamismo positivo al crear 6.900 vacantes en su conjunto. El dato fue celebrado con gran entusiasmo por las autoridades, que quisieron colocarlo como un símbolo del supuesto cambio de rumbo que se acerca en la materia.