Enrique Symns falleció hoy, y será siempre recordado como uno de los protagonistas del under de los años 80. Periodista, escritor y monologuista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, el ícono contracultural inventó su propio camino a medida que lo iba transitando.
Hasta con su nacimiento hay polémica. Sus biografías indican que nació, algunas en Lanús, otras en Monte Grande, el 2 de enero de 1947 o el 22 de diciembre de 1944. Ambas en la Provincia de Buenos Aires. Es seguro decir que creció en Monte Grande, donde tuvo una infancia feliz, que terminó cuando sus padres se mudaron a Barracas, a sus 14 años. “A los catorce años conocí las celdas y los patrulleros” afirma en uno de los textos que integran Fantasmas de luz. Al mismo tiempo que comenzaba su transformación en joven adulto, comenzaba también el gusto por los bajo fondos, lo alternativo y lo peculiar.
En más de un pasaje de sus textos autobiográficos y entrevistas Symns dice: “como no fui a la escuela no aprendí nada”. Eso no le impidió desarrollar una amplia carrera de periodista que comenzó cuando volvió de su vida en Europa a la Argentina, en 1982.
Solamente un año después de volver a la Argentina fundó la mítica revista Cerdos y Peces, una de las publicaciones más importantes de la primavera democrática. Pero antes de volverse periodista y escritor, su oficio era el de monologuista callejero. Fan de la narración y de la buena anécdota, no faltaría mucho para que aportara texto oral al rock argentino.
En 1982, Jorge Pistocchi, director de Pan Caliente, lo descubrió monologando y lo invitó a la redacción. Eso le consiguió sumarse a El Porteño, después de solamente dos meses. Sus primeras notas fueron sobre homosexualidad, dando la palabra a gays y lesbianas. Pero su impronta revolucionaria y problemas con la redacción del diario (sobre todo, con Miguel Briante y Fogwill, según sus propios recuerdos de esos años) lo obligaron a inventar su propia trinchera.
Sus escritos oscuros, asfixiantes y marginales tenían como referencia a escritores como Charles Bukowski o Henry Miller, que según sus propias palabras «me hizo dar cuenta de que yo era lo que no sabía que podía ser».
Paralelo al periodismo, lejos de quedarse tras bambalinas, Symns participaba abiertamente de la escena musical como tal: era miembro de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, donde oficiaba como monologuista. Todo esto, antes del salto grande de la banda a nivel nacional. A fines de los 80, los redondos dejaron atrás los antros y tugurios para pasarse a los estadios, y con el underground dejaron atrás a Symns y sus monólogos artesanales y subidos de tono.
Tras la famosa muerte de Walter Bulacio a manos de la Policía Federal, en 1991, Symns cortó todo vínculo con los Redondos a pesar de llegar a ser muy amigo del Indio Solari. Una carta al Indio en Cerdos & Peces donde lo acusaba de complicidad en el crimen acabó con lo que se daba.
En Youtube pueden encontrarse todavía varios de sus aportes a la banda, como El chico de la moto o ¡No me miren!. Después del fin de su relación con los Redondos, continúo como monologuista de bandas como Bersuit Vergarabat, Los Piojos y Los Caballeros de la Quema.
Cerdos y Peces se editó hasta 1987, y después tuvo algunas reediciones esporádicas. En cuanto a Symns, en 1989 tuvo un breve paso por el diario Sur, además de por la revista La Maga. A principios del 2000 se radicó en Chile, desde donde nos llegaron sus crónicas de la revista The Clinic. En 2003 regresó al país y publicó su atobiografía, El señor de los venenos, ampliamente aclamada, además de varias antologías de relatos y crónicas, donde continuará eternamente haciendo lo que siempre quiso: convertirse en una ficción, pero de esas que son leyendas.
Fuente: Pagina 12