Chiara Páez tenía 14 años y un embarazo
de dos meses cuando la mataron. El 10 de mayo de 2015, su novio, Manuel Mansilla Gallegos la golpeó, le cortó el cuello y la enterró en el patio de su casa en la localidad de Rufino, en Santa Fe. Cuando llegó la Policía a buscarlo, él y su familia comían un asado en ese mismo patio.
La brutalidad del femicidio, sumado al hartazgo por conocer a diario mujeres que morían a manos de la violencia machista en nuestro país, impulsó la primera marcha del Ni Una Menos. A cinco años, minutouno.com habló con Romina Páez, la hermana de Chiara, quien entonces tenía 18 años y hoy con sus 23 años trabaja como secretaria de una Concejal en el Concejo Deliberante de Rufino, milita en los barrios populares, es feminista y apoya el aborto legal, seguro y gratuito.
–Pasaron cinco de años del femicidio de tu hermana, ¿cómo recordás hoy ese 10 de mayo de 2015?
Mayo siempre es un mes complicado en que recuerdo mucho a Chiara porque es su cumple y luego por el aniversario de su muerte. Fue una muerte muy violenta que quedó marcada para todos. Los recuerdos que se me vienen a la cabeza siempre tienen que ver con la desesperación que vivimos en las largas horas en que la buscamos ese día. Sus amigas fueron las primeras en avisar que no estaba por ningún lado. Todo Rufino salió a buscarla. Recuerdo que cuando ya habían pasado muchas horas empecé a pensar que mi hermana había terminado mal, en el fondo esperaba una mala noticia. En casa la ausencia de Chiara la sentimos todo el timpo, lo sentimos todo el tiempo. Éramos tres nada más: Chiara, mi mamá y yo. Siempre estuvimos acompañadas por amigos y familia pero se hace difícil. Siempre se siente su falta.
– ¿Cómo recordás el primer Ni una Menos? ¿Participaste de la movilización en ese momento?
En el primer 3 de junio estuve acá, en Rufino, y mi mamá viajó a Buenos Aires con mis tíos. Ese día lo arranque con nervios, había muerto hace muy poco mi hermana y todo el pueblo estaba muy movilizado. Somos 20 mil habitantes y era la primera vez que vivíamos una situación de violencia semejante, no habían antecedentes de algo igual y se trataba de mi hermana menor. Recuerdo mucha gente acompañando, en ese momento me hice amigos, gente que no conocía y me apoyó y que el día de hoy conservo. Otra cosa que me sorprendió mucho la cantidad de jóvenes en la calles y todo de lo que pasó en Buenos Aires. Fue como un estallido. Nunca imaginé algo así, que además la consigna trascienda fronteras, porque también lo fue en otros países. Mi mamá volvió de la capital conmovida por las cantidad de personas que la abrazaron, el intercambio con otras madres de víctimas y la masividad del acto. Recuerdo que ella no iba a viajar pero un día habló con la periodista Marcela Ojeda, por quien llegamos al colectivo Ni una Menos y seguimos vinculadas hoy, le dijo que se esperaba mucha gente y que querían que vaya a Buenos Aires para participar del acto y no pudo negarse.
– ¿Qué sentiste al ver la foto de tu hermana en carteles que sostenían mujeres que se movilizaban en todo el país? ¿qué la muerte de tu hermana se haya transformado en una bandera en reclamo del fin de la violencia machista?
Me sentí acompañada y no es poca cosa sentirte apoyada cuando un familiar tuyo sufrió violencia de género. Hoy pienso que lo de Chaira en ese momento fue la gota que rebalsó el vaso. Todos los días había noticias de una nueva muerte. Fue Chiara pero podría haber sido otra chica. Me moviliza que desde la muerte de Chiara la sociedad tuvo otro compromiso y hoy quien denuncia violencia de género ya no está más sola.
– ¿Cómo te acercaste al feminismo? ¿tuvo que ver el femicidio de tu hermana?
En ese momento yo tenía 18 años, no entendía mucho lo que pasaba, y no estaba tan comprometida con la lucha de los feminismos. Acá en Rufino no hay un colectivo de mujeres, más que para cuestiones puntuales, reclamos específicos. Cuesta mucho la articulación. Cuando murió Chiara yo ya militaba en una agrupación política, llamada 17 de octubre, tenía conciencia social pero no estaba tan metida en el feminismo. Mis compañeros me salvaron la vida. Es año me venían a buscar y me llevaban a distintas actividades, estaban encima preocupados de que no me caiga. Como en Rufino el movimiento de mujeres es incipiente siempre tuve que buscarlo fuera del pueblo. Así fue que viaje el 8 agosto de 2018 a Buenos Aires y estuve en la plaza apoyando la legalización del aborto. El compromiso que tengo hoy es distinto.
– ¿Cómo era Chiara? ¿Cómo era su relación? y ¿qué crees que opinaría sobre los reclamos de ese primer Ni una Menos?
Chiara tenía mucho carácter y era atractiva. Le gustaba mucho el deporte, hacía hockey. Era muy chica cuando la mataron: los 14 de entonces no era los 14 de ahora, menos en un pueblo como Rufino en donde el movimiento de mujeres es escaso. Si puedo decirte que era solidaria, me acompañaba cuando yo colaboraba con una escuela de equinoterapia para personas con discapacidades y participaba de las actividades de la iglesia de la Ciudad. Como todos los hermanos a veces no llevábamos como perro y gato. Las dos estábamos en la adolescencia, ella empezaba a salir y yo trataba de protegerla porque era más grande. A ella no le gustaba. Mis recuerdos hoy son lindos, pienso mucho en las vacaciones que pasábamos juntas. Si bien a mi no me contó que estaba embarazada, se por mi mamá que ella quería tener el bebé. Había decidido seguir con su embarazo y seguía yendo al colegio. Con el novio no sé cómo era la relación, desde afuera parecía que se llevaban bien, no parecía un noviazgo tóxico. Él dijo, está en el expediente del juicio, que la mató luego de que le dijera que quería tener el bebé. Dijo que “se sacó” , esa es la palabra que usó, y empezó a golpearla hasta matarla.
-Tu mamá además de ser un referente en la lucha contra el femicidio se opone a la legalización del aborto ¿Cómo conviven con esa contradicción?
Con mi mamá pensamos muy distinto en casi todo, sobretodo en cuestiones políticas. Ella es muy religiosa y se volvió una interlocutora de “salvemos las dos vidas” en Santa Fe. Discutimos mucho, y una que otra vez nos hemos peleado pero convivimos. Yo creo que es una cuestión generacional. No sé si mi hermana hoy estaría más cerca de ella o mio, las cosas cambiaron mucho y la juventud se vio muy atravesada por el feminismo y la lucha del aborto. Es algo que nunca voy a saber. Acá muchas chicas se me acercan por el crimen de mi hermana para apoyarme y llevan los pañuelos verdes.
– ¿Y vos sentís responsabilidad tomar la palabra a raíz del crimen de tu hermana?
Ahora me siento más armada para hacerlo. En un principio lo sentía muy personal, me afectaba mucho, además veía que los demás estaban esperando mi palabra y me ponía nerviosa. Hoy lo hago para mantener la memoria de mi hermana y para seguir con lucha y sobretodo para que en nuestro país no haya más mujeres asesinadas por el sólo hecho de ser mujeres.
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FUENTE: Minuto Uno